TRAVESIA ALPINA PACHUCA-CARBONERAS



A- A CARBONERAS
B-CARRETERA PACHUCA-CHICO
C-CAMINO DE(LAS MINAS) HUMBOLDT
D-PACHUCA


 
El camino de terracería va de Pachuca, Hidalgo, México, al pueblo de Carboneras. Es un itinerario alpino bello para recorrer caminando.

Travesía que, practicada con cierta frecuencia, proporciona bien estar psicofísico que nos ahorraría muchas idas a la farmacia y al Hospital General de Pachuca.

Es el camino, de 9 kilómetros en la línea recta del plano, que se sigue, desde mediados del siglo veinte, para ir a escalar la peña de La Muela.
 
 




Plano general del recorrido.La escala es 1:50,000.Tomado de la hoja Pachuca F 14 D 81 de la Secretaría de Programación y Presupuesto
 Se empieza la caminata en el norte de la ciudad, por el barrio de El Arbolito, bajo la ladera  este del cerro San Cristóbal, señalado en el mapa como La Platosa. Hacia la derecha, en el fondo, está lo que es la mina San Juan Pachuca.
 
Tramo Pachuca-Cerezo (2,500 m.s.n.m-2800)
Los lugares que se pasan, como puede verse en el plano general, son el pueblo de San Miguel Cerezo. Sigue la cuesta conocida como el Tumba burros. Al llegar a la Presa, antes de descender a la misma, se toma rumbo a la derecha, hacia el noreste. Se recorre una serie de valles conocidos como El Batán. Se llega a la carretera asfaltada Pachuca-Ventanas- Chico.


"Mina San Juan Pachuca, a ella llegaban por vías subterráneas todos los minerales extraídos de las minas de la zona, posteriormente el mineral era trasladado para su beneficio en la Hacienda de Beneficio de Loreto."
 
Entrada al pueblo de Cerezo.En 1950 la casa del fondo estaba exactamente igual como se ve en esta  foto reciente..

En este punto, pegado a  la mencionada carretera hay un valle amplio que en los últimos años se ha condicionado, por la comunidad de Cerezo, para acampar. 
 
Tramo Cerezo-Batan (2,800 m.s.n.m-3,000)
  De este punto de intersección, con la carretera Pachuca-Ventanas, se sigue hacia el norte por un camino de terracería muy agradable (pasa al pie de la roca- mirador conocida como Peña del Cuervo) que va descendiendo gradualmente hasta llegar a la conexión de la cartera Chico-Carboneras. Esta es una carretera empedrada en buen estado para vehículos. Es recorrida por el servicio del trasporte público de combis.
 
Tramo Batan- Carboneras-Chico(3,000 m.s.n.m.- 2,600)
Este último tramo descrito (Batan-Carboneras) deja al descubierto un paisaje, hacia el oeste cercano, de numerosas rocas, agujas y paredes.

 Es el camino que seguía el autobús de pasaje público, para los pueblos de Carboneras y Chico,cuando, todavía a mediados del siglo veinte, no se abría la carreta Ventanas-Chico. Este camino descrito en el croquis es el que  habitualmente, cada fin de semana, recorrían  los montañistas para ir a escalar la roca de la Muela. Por entonces tuvieron lugar varios accidentes mortales al intentar esta ascensión.

Este campus alpino, pasando el pueblo de San Miguel Cerezo, era totalmente vacío de gente, salvo los escaladores que se adentraban en esas montañas.

Eran los tiempos que (quien lo creyera ahora, con sus modernas y confortables casas, hoteles y albergues para el  turismo),Carboneras, Estanzuela y Pueblo Nuevo eran caseríos, someras aldeas, construidas las casas de adobe, troncos de árbol y techos de tejamanil. Sus habitantes se comunicaban con Chico, Cerezo y Pachuca a través de antiguos senderos entre el bosque y el lomerío subyacente, ya fuera caminando o en caballos y burros.

Los escaladores se han concretado a subir las paredes de Las Ventanas y El León Alado cuando, con una media hora por el camino descrito Batan- Carboneras, tiene un paraiso de rocas que no han sido escaladas.

En términos de acampar para los escaladores, después de efectuar esta travesía Pachuca-Carboneras,y gente que va de camping.
Por ahora El Cedral es el lugar mejor organizado en cuanto a seguridad,servicios, precios y atención.
Ubicado en los 2,700 metros s.n.m..Estamos hablando de una altitud tolerable para la gran mayoría de los organismos que vienen de menos altitud, lo que tiene que ver con la reproducción de glóbulos rojos en la sangre debido a la cantidad de oxigeno en esas cotas.
Respecto de la seguridad para las familias  El Cedral es algo de destacar ahora que  las montañas mexicanas  se han llenado de rufianes que asaltan a los alpinistas con la obvia apatía de las autoridades de los Estados de importancia alpina.
Las instalaciones en El Cedral van desde terrenos  para campar  en tienda, hasta cómodas cabañas de una y dos habitaciones,con baño,regadera, camas  y chimenea.
En el invierno de 2013 los  precios eran de 500 pesos y 1,000,respectivamente. El derecho de piso para acampar con tienda era de 30 pesos.En tanto en los valles de más arriba,de esa misma carretera Chico- Pachuca, iban de los 50 a los 100 pesos.



La ubicación de El Cedral es entre el bosque,donde termina el valle y empieza la montaña,a medio kilómetro del pueblo de Estanzuela. Ubicación ideal para montanistas que  efectúan caminatas, para los escaladores (con los macizos rocosos no muy lejanos) y para los atletas que gustan de correr en la media montaña.


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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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