Comprender al matemático que está
desarrollando su idea frente al auditorio,
en la sala del Congreso de Matemáticas, sólo puede ser comprendido, o
entendido, por otro matemático.
Para comprender a Dios tendría que ser
Dios.
“Sólo lo semejante puede alcanzar a
su semejante” (Copleston).Pero como el humano cree firmemente que tiene algo, o
mucho de la divinidad, le ha dado por buscar…
No se desanima al constatar que Dios está por allá, en la
metafórica y remota lejanía, fuera del tiempo y el espacio, y él, el humano, en
los confines de sus montañas, valles y desiertos, con su día de apenas
veinticuatro horas.
Además no tiene mucho tiempo de
pensar en las mencionadas cosas pues está afanado en trabajar para comer ese día.
¿Cómo puede haber acercamiento o
conocimiento?
La idea del Padre, creador del
universo, del hombre y de todas las cosas, está ahí, resolviéndolo todo para
que ahora la creatura cumpla la palabra divina que lo llevaría a la felicidad.
¿La felicidad? No es otro el fin más que la
pura felicidad. Es todo. Lo demás es
puro periodismo o, como se dice, puro opinar según su capacidad o según su interés.
Ahora el asunto está en cómo resolver
esa distancia entre Dios y el humano. El Dios de la cultura occidental.
Otras culturas tiene su Dios, como los
huicholes de México. Dios Venado exclusivo
del pueblo huichol y el pueblo huichol exclusivo del Dios Venado. Los no
huicholes nada tienen que hacer ahí. Si se acercan al peyote no es que estén
equivocados, sólo que pierden el tiempo y se destrozarán los riñones, pero es
seguro que no verán al Dios Venado. ¡No son huicholes!
¿Cómo instalar la “tirolesa” para hacer contacto con el
“Dios occidental”?
No será mediante el deux es machina, o la varita mágica, que
todo lo sabe. Eso tal vez quepa en el terreno de la teología. ¿Pero, desde la
filosofía, pegados al suelo, con el
impedimento de un escalador que actúa con toda su humanidad bajo el peso de la
gravedad atmosférica?
Como el
Principito que no podía volver a las
estrellas porque el cuerpo le pesaba. Como Sócrates que no podía ir a la mítica
Ptia en tanto no se librara de su cuerpo mortal…
Se han intentado varios modos de
acercarse a Dios. Hay el éxtasis de los místicos, pero no es común. La otra
manera es mediante la intuición (aprehensión
inmediata por el instinto más inteligencia).
La tercera es la que se venía
especulando desde el platonismo, el pitagorismo y que cobraría más fuerza con
Plotino dentro del neoplatonismo todavía pagano.
Ese paganismo de Platón que de alguna manera
hizo luz en San Agustín, y Aristóteles en
Santo Tomás de Aquino: En el remoto paganismo filosófico griego tuvo lugar: “la concepción de unos seres
intermedios-escribe Copleston-concepción requerida para echar un puente entre
Dios y el cosmos material.” Se refiere a las almas.
alma, entre el cielo y la tierra del paganismo y también del cristianismo |
La otra manera de acercarse a Dios
sería más tarde por medio del cristianismo.
Esto implica un largo rodeo en la historia.
Con la Grecia hegemónica,
militarmente, y sus filósofos del pensamiento helenístico, elucubrando en la
dualidad vital y material, se fue extendiendo como se extiende la ideología de
toda primera potencia en turno.
Fue en Alejandría donde la influencia
filosófica griega se dejó sentir: “Fue especialmente en Alejandría donde se
hizo notar más el influjo de la especulación griega sobre el espíritu hebreo,
aunque algunos vestigios de tal influencia son también perceptibles en la misma
Palestina, como en las enseñanzas de la secta de lo esenios (mencionada por
primera vez por Flavio Josefo cuando describe la época de Jonatán el Asmoneo, hacia
el 160, a J.C.) que acusan rasgos órfico-pitagóricos. Por ejemplo, los
esenios afirmaban un claro dualismo del
alma y el cuerpo, doctrina a la que asociaban la creencia, no sólo en que el
alma sobreviviría tras la muerte, sino también en que existía ya antes del
nacimiento. Los sacrificios cruentos y
la consumición de carne y de vino
vedábanlos rigurosamente, y daban gran importancia a la creencia en ángeles o seres intermedios.” (F. Copleston, Historia de la filosofía, Vol.1, Cap. XLIV)
Moralmente escandaloso era el
pensamiento del helenismo para los judíos ortodoxos educados en el Antiguo
Testamento. Presentaron una férrea oposición a la actitud ecléctica de los
judíos de la secta de los esenios (con el Pentateuco se adhirieron firmemente a
la tradición de sus padres) que
consideraban las tendencias órfico-platónico-pitagóricas.
La historia de la filosofía griega,
desde los presocráticos, cinco siglos a d J.C. hasta el neoplatonismo, cuatro
siglo d. J.C., pasando por Sócrates, Platón, Aristóteles, y al final Plotino, araron la tierra yerma,
buscando ese “puente- tirolesa” que los acercará a Dios. Unas veces lo llamaban
Razón, Primer Motor Estático, otras Demiurgo, o Nous, etc.
Piénsese en la filosofía griega como una
especie de cursos propedéuticos para entender lo que vendrá después.
Araron hasta hacer la tierra fértil, con el cultivo de la Razón y el Ser.
Luego de innumerables enfrentamientos materiales e intelectuales, del paganismo
contra el cristianismo y viceversa, que proliferaron durante siglos, sólo ese
grupo pequeño del judaísmo mostró la disposición dialéctica con la filosofía de
los grandes pensadores griegos.
“La lógica y la ciencia eran sin duda
campos en los que el paganismo y el
cristianismo podían hallar más de un terreno común. Esta creciente asociación
de la Escuela con el cristianismo hizo posible la continuidad del pensamiento
helénico en Constantinopla.”
Ya desde nuestro siglo Copleston
escribe: “ Cuando al considerar retrospectivamente la filosofía de Grecia, y
del mundo romano, vemos su ingenio despertar en la riveras del Asia Menor y
percibimos la fuerza y la penetración de
un Heráclito y un Parménides en lucha contra la obstaculizaste pobreza del
lenguaje filosófico, cuando seguimos el desarrollo de las dos filosofías más
grandes que ha conocido el mundo, las de Platón y Aristóteles, cuando caemos en
la cuenta del influjo ejercido por la
escuela estoica y constatamos la
evolución del último esfuerzo creador del pensamiento antiguo, el sistema del
neoplatonismo plutoniano, no podemos menos de reconocer que tenemos ante
nosotros uno de los logros supremos de la raza humana.”
Para evitar interpretaciones
patológicas, Copleston aclara. “No fue, desde luego, el cristianismo un
resultado de la filosofía antigua, como tampoco es un sistema filosófico, pues
es una religión revelada…cuando los cristianos comenzaron a filosofar hallaron
a mano ricos materiales, todo una acervo de instrumentos dialecticos, de
conceptos y términos metafísicos, y a quienes creen que la divina Providencia actúa
en la historia les costaría bastante
admitir que esta acumulación de materiales
y su elaboración a lo largo de siglos fuesen simplemente caprichos del azar.
Copleston, empero, advierte que, sea como haya sido, ni cristianismo ni filosofía sirve para esta vida, ni para la otra, si sólo se les considera desde el academicismo. ¿De qué serviría eso de quién fue primero si el huevo o la gallina?:
"Pero la filosofía no solamente fue una preparación para el cristianismo; es también una ayuda para la comprensión del cristianismo. En realidad, la persona que se limita a creer y no hace esfuerzo alguno por entender es como un niño en comparación con un hombre; la fe ciega, la aceptación pasiva, no constituye un ideal, aunque la ciencia, la especulación, el razonamiento, no pueden ser verdaderos si no armonizan con la revelación."
Copleston, empero, advierte que, sea como haya sido, ni cristianismo ni filosofía sirve para esta vida, ni para la otra, si sólo se les considera desde el academicismo. ¿De qué serviría eso de quién fue primero si el huevo o la gallina?:
"Pero la filosofía no solamente fue una preparación para el cristianismo; es también una ayuda para la comprensión del cristianismo. En realidad, la persona que se limita a creer y no hace esfuerzo alguno por entender es como un niño en comparación con un hombre; la fe ciega, la aceptación pasiva, no constituye un ideal, aunque la ciencia, la especulación, el razonamiento, no pueden ser verdaderos si no armonizan con la revelación."
“Frederick Charles Copleston S.J.,
(10 de abril, 1907, Taunton, Somerset, Inglaterra – 3 de febrero, 1994,
Londres, Inglaterra) fue un sacerdote de la Compañía de Jesús y un escritor de
filosofía. Copleston se convirtió al catolicismo romano mientras asistía al
Marlborough College. Fue el autor de la influyente obra Historia de la filosofía, publicada en once volúmenes. Es conocido
además por el debate que sostuvo con el famoso pensador inglés Bertrand
Russell, transmitido en 1948 por la BBC. El debate se centró en la existencia
de Dios. El año siguiente debatió con A. J. Ayer sobre el positivismo lógico y
la significación del lenguaje religioso.”
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