¿Mundo irracional y sin fe?
Con mi actitud puedo darle sentido al mundo.
Sobre las teorías
catastróficas tanto religiosas (el fin del mundo) como las científicas (el sol
dejará de calentar), sobre los siempre presentes estados de ánimo deprimentes (al grado que hay
clínicas para tratar lo de la baja estima), sobre los grados IMECAS, Indicador
del Grado de Contaminación de la Atmósfera, que con frecuencia rebasa la cifra
tope estipulada en la grandes ciudades, y contamina la vida de provincia.
Jean Wahl, es el filósofo marsellés moderno, y contemporáneo,
apenas del siglo pasado. Moderno porque aporta elementos originales para la
realización feliz del humano. Escribe lo siguiente:
“…incluso si el mundo no tiene sentido alguno, como creía Nietzsche,
podemos darle uno con nuestros propios actos, lo que le es un goce al que es
bastante fuerte para sostener la mirada de este mundo irracional.”
Para eso tenemos los dos inmensurables tesoros que son la
Razón y la Fe. Y nadie dice que todos debemos pensar igual, lo cual, por otra
parte, sería una patología.
Tampoco nadie dijo que la vida sería fácil. Está llena de
obstáculos. Lo cual puede ser un atractivo reto si se le ve con ojos de
alpinista.
La filosofía alpina es de ir resolviendo problemas en tanto
se sube o se baja la montaña. Hay más de fondo en esto que parece sencillo.
Cada paso que se da en la montaña es una confirmación de fe, de existencia y de resistencia
física (aparte que se eliminan toxinas y queman calorías).
Es observar la existencia por la resistencia. Como el cable,
según la ley de Om de los electricistas, tiene aplicación en la medida que resiste
el paso del fluido de electrones. Como el ateo, informado, que encuentra y vive
su existencia en la medida que resiste penetre en él la idea de Dios. Como el
alpinista encuentra resistencia de la montaña a cada paso que da:
“…la existencia es por una parte lo que resiste, y, por otra,
el esfuerzo que ejercitamos sobre lo que resiste.”(J. Wahl. El camino del filósofo).
Subir una montaña no es treparse en la escalera eléctrica (como
la del metro o de la tienda de autoservicio) y que me lleve de la mano seguro y sin esfuerzo de mi parte.
Dibujo tomado del libro Técnica Alpina, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México,1978 de Manuel Sánchez y Armando Altamira |
No hay vocación masoquista cuando se dice que la vida es de retos.
Sin esos retos moriríamos de tedio, de sobrepeso y en manos de los paraísos artificiales.
Al niño azteca se le decía al nacer, pero recién salido del vientre y cuando todavía ni
siquiera se le cortaba el cordón
umbilical, a modo de que tuviera idea a
dónde había llegado para que prepara su ánimo en ser esforzado. Podemos
imaginar al niño todavía sin lavar y pendiendo de los brazos de la partera escuchando
la primera indicación de su vida:
“Te ha enviado acá nuestro padre humanísimo, que está en todo
lugar, criador y hacedor; has venido a este mundo donde nuestros parientes
viven en trabajos y fatigas, donde hay calor destemplado y fríos y aires, donde
no hay placer ni contento, que es un lugar de trabajos y fatigas y
necesidades.” (Fray Bernardino de Sahagún,
Historia General de las cosas de la Nueva España, libro sexto, capítulo
XXX).
Este niño había nacido
en una etnia hegemónica, lo que ahora sería “país de punta” o de “primer mundo”
y cubría, a pie, el equivalente a media Europa. De ahí el discurso tendiente a
prevenir que ese individuo, hombre o mujer, rodeado de comodidades materiales
y herederos de la gran cultura milenaria olmeca-cuicuilca, se creyera el
consentido de los dioses y resultara sólo un lamentable blandengue.
Para conseguir el progreso moral Epicteto de Hierápolis, romano, (50-138 d J.C.) recomendaba: "Ejercitarse el hombre para la acción, para que cumpla su deber, para que se porte como verdadero hijo, padre, ciudadano, etc."
Para conseguir el progreso moral Epicteto de Hierápolis, romano, (50-138 d J.C.) recomendaba: "Ejercitarse el hombre para la acción, para que cumpla su deber, para que se porte como verdadero hijo, padre, ciudadano, etc."
Luego Wahl nos dirá que este mundo no es irracional. Al
menos no lo es del todo.
Bajar a la cancha, y ponerse a jugar, es mejor que estar
sentado en la gradas del estadio como espectador. De esta manera se tendrá una
población en el sano ejercicio del hacer, no
en el pernicioso del sólo ver.
Esto lo escribió Will Durant desde 1929 en
Filosofía, cultura y vida (para el año siguiente ya se había publicado la
tercera edición de la obra).
El capítulo se titula “Nuestra utopía”. De varias utopías que
se dicen en esa parte del libro de Durant, los miembros del Comité de Reconstrucción
proponen cómo debe funcionar el gobierno,
a manera que su pueblo goce de salud corporal y mental mediante el ejercicio
físico y cultural.
De caso contrario, es decir, de no hacerlo, aparecerán las
telarañas por todos los rincones de la casa y un día las arañas saldrán de su escondite…
Es sólo una utopía, al estilo de como hizo Platón en su República,
cuando alguien le preguntó qué modo de
llevar las cosas recomendaría para el caso de fundar una ciudad.
La idea de Durant es dejar de ser espectador para pasar a ser
actor. Hacerse actor.
La realización de su
potencial vital, mediante su razón práctica, Glenn Ford lo dijo a su manera en
la película El vaquero: “Un hombre no
es hombre hasta que es un vaquero”.
Como oír en la hora de tomar una taza de café que alguien lee
La guerra y la paz, de Tolstoi, en
lugar de ponerse a leer el libro directamente.
“Los libros, bien utilizados, son la mejor de las cosas;
abusando de ellos, son lo peor.” Lo dijo Emerson en un discurso pronunciado, el
31 de agosto de 1837 ante la Sociedad PHI Beta Kappa, en Cambridge.
Como ver cómodamente, desde el sillón de la sala de nuestra casa,
una película de alpinismo, en lugar de agarrar la mochila y en la realidad
empezar a escalar la montaña.
El asunto de fondo es que como espectador todo queda en
potencia, y no se echa a andar para realizar la idea. No se pasa de la
ensoñación, de la bella fantasía, a la realización. ”A la realidad de la
realización”.
En el pensar todo es perfección, como me porto con mi novia. El
hacer, en cambio, es, como en el matrimonio, todo lo humano real.
En la utópica asamblea del Comité de Reconstrucción, Durant,
por medio de uno de los personajes, propone: “Recomendamos que sea condenada, publica y constantemente la asistencia pasiva
a los juegos deportivos y que se den a todos los ciudadanos facilidades para
que participen en ellos.”
Durant no propone medidas punitivas contra la libertad de la
gente ni en contra los intereses de los empresarios, sólo busca la medida
terapéutica del asunto.
Por su parte Aristóteles (para que se vea desde cuando viene
esta necesidad para el individuo y para el Estado) en su libro De ánima, ofrece una visión dialéctica
que “puentea” alma con cuerpo, como un fin a lo que lo material espira:
“El cuerpo debe ser la materia para el alma, mientras que
ésta es como la forma o el acto con
respecto al cuerpo. De aquí que Aristóteles, al definir el alma, hable de ella
como la entelequia o el acto, la actualización, del cuerpo que posee la vida en
potencia…no se refiere a algo que haya sido desposeído de alma sino al que la posee. El alma es, pues, la
realización del cuerpo, su actualización, y es inseparable de él.” (Copleston, Historia de la filosofía, tomo 1,
capítulo XXX).
La posición dialéctica la señala Wahl cuando dice: “Pero como
el mundo no es completamente irracional, puede el individuo sacar de él una
razón y darle una razón de ser, todo a la vez.”
J.WAHL |
Jean Wahl nació en
Marsella, en 1888. Falleció en París en
1974. Filósofo francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia
(1945) para enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado,
sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía
de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos,
Filosofías pluralistas de Inglaterra y
América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).
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