GLACIARES DE MÉXICO, ¿POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS?

 


Doblan por el ser humano. No es broma ni lugar común. Cuando los glaciares en las montañas desparecen todo en el valle entra en la precariedad.

 Esto se anunció por la ciencia  y por los poetas desde hace décadas. No se hizo caso por los que tenían   poder para  remediar la enfermedad.

 


Flanco noroeste del Pico de Orizaba, México. Se ven tres zonas de acumulación de nieve que surtían estos glaciares (A,B,C). Del cauce que desciende a la derecha de la foto surtíamos de agua a nuestro campamento.

En la foto Antonio Muñoz y Armando Altamira Areyán

 

Gente de la academia, de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue recientemente a poner, en la morrena del glaciar Ayoloco, una placa que declaraba oficialmente muerto al glaciar.

No somos aguafiestas pero llegará el día en el que, el último de nosotros, colocará una placa con el siguiente epitafio: “Por un tiempo los humanos habitamos este planeta”.

Semejante a aquellas palabras de Nietzsche, en Aurora: "Dios ha muerto, nosotros lo hemos matado", nuestra placa en la morrena puede decir: "El glaciar ha muerto, nosotros lo hemos matado"

 


A-Glaciar noroccidental del Pico de Orizaba. En otras ocasiones nos proveíamos de agua del arroyo de deshielo D. Dejaba de fluir hacia las cinco de la tarde y volvía a correr como a las diez a.m. del día siguiente. Esta vez, 2003, ya el cauce estaba seco de manera permanente. La letra E es otro cauce que era alimentado por la zona de acumulación de nieve marcado el lugar con la letra B. Ya no fluye más.

 

Entretanto traemos a la memoria  fragmento de un relato, de tono filosófico publicado por nosotros hace algunos años, en el que se considera, lo permanente y la movilidad, y que relacionamos sirviéndonos de esa ascensión que, el invierno de 1995, efectuamos en el glaciar de Ayoloco, cuando este ya daba señales de extinción pero que aún contaba con sus grietas y su zona de acumulación de nieve en lo alto.

 


A.A.A. Desciende entre los lahares del Pico de Orizaba. Al fondo lo que queda de los glaciares del flanco oeste del volcán.

Foto de 2005.

 

El  glaciar de Ayoloco, al que ascendimos varias vece en el trascurso de los años, figuraba, por la cantidad de hielo y nieve que tenía, en los programas  que los alpinistas de la ciudad de México elaboraban para desarrollar en el siguiente medio año.

 


Glaciar Noreste. Conocemos los glaciares del lado este del Pico de Orizaba. En ocasión de haber trazado la primera vuelta al volcán en la cota 4,200 m. en el invierno de 2003.Pero no hemos tenido oportunidad de llevar a cabo una observación a lo largo de varios años. Por lo que sólo suponemos que, igual que en el oeste,  la presencia de hielo también está terminándose. No tenemos el dato de la fecha en que fue tomada esta fotografía.

 Foto en la casa  del Sr, Reyes, de Tlalchichuca

Nuestro relato dice que acampamos a la orilla del glaciar Ayoloco (“en el corazón del agua”, en náhuatl). El refugio estaba esa noche ocupado en sus literas de alpinistas que subirían precisamente por el glaciar y, como nuestra permanencia comprendía varios días, tanto de subir por el glaciar como llevar a cabo varias escaladas en las rocas de sus flancos adyacentes, organizamos nuestro campamento con tiendas de campaña. Subimos la montaña  por lugares distintos y regresamos a nuestras tiendas al atardecer descendiendo por el glaciar.

Es un relato que, como se mencionó, tenía  consideraciones de tipo filosóficas que no viene al caso mencionar aquí y sólo ofrecemos lo relacionado con el glaciar. Con referencias un tanto ríspidas pero no por eso ajeno al humano:

“Alguien observa  la cáscara de naranja, que arrojamos al hielo del glaciar el primer día. Ahora está un poco más abajo, apenas unos centímetros, con respecto al “testigo” de alguien que fue a defecar en la orilla del  hielo. Entre tanto, comía naranja.

 


Refugio del glaciar Ayoloco, 4,600m.Foto de 1995.El glaciar conservaba todavía su hielo pero la zona de acumulación, en la parte superior, ya iba en retroceso.

 

Observamos desde la tienda que es una permanencia, una quietud total la del glaciar, así nos parece en una primera impresión. Pero las grietas curvadas en el centro y la cáscara de naranja, sobre el hielo, con relación al “testigo”, indican que hay un movimiento.

 


Izquierda. Glaciar de Ayoloco, 1975.En la parte superior del glaciar. Nótese la abundancia de nieve y al fondo varias grietas.

En la foto, primer plano Dr. Paul Krutak,geólogo, y el Dr.Enrique Martínez,biólogo.

La foto de la derecha corresponde al Pico cimero sur del mismo glaciar. Escalado por primera vez por Ubaldo Martínez y escaladores del club alpino Quetzales, México.

Fotos de Armando Altamira

De la velocidad acelerada, dice  uno de nosotros, que tenían las partículas del agua antes de congelarse en los corrientes de aire frío, y caer a la aparente inmovilidad del glaciar, no hay dos aguas sino sólo diferentes velocidades hasta llegar a la permanencia total... ¿Se llega a la quietud total? Cuando este tema de la permanencia, o del movimiento, es atraído por los filósofos…”

Y algo para no creer. Conocimos los relatos de viejos de Amecameca que en los tiempos pasados, pero hasta  principios del siglo veinte, cuando no había en el país los refrigeradores, en bestias subían a cortar hielo que, protegido en costales con sal, bajaban al pueblo para el negocio de las paletas y las nieves. No iban más allá del límite del bosque, lo cual nos da una idea de las amplias áreas cubiertas por la nieve y el hielo hasta, que descendían al   menos, a  los 4 mil.

 


Roca Los Yautepemes, en primer lugar, noroeste de la Cabeza de la Iztaccihuatl. Notase la abundancia de nieve en esta cota de los 4 mil. En el pie de figura de la publicación se habla todavía de “nieves eternas”.

Foto tomada de la revista Roca y Nieve, Pág. 16, año 1935 editada en la ciudad de México.

Desde finales del siglo pasado observamos este deterioro de los glaciares del Pico de Orizaba y lo publicamos como parte de una reseña de ascensión.  Pero ya para entonces los oídos  se habían cerrado y no escuchaban. Las tierras de los valles subyacentes de ese flanco oeste de la montaña ya no recibían la humedad necesaria para el cultivo como antaño.

Los campesinos, empobrecidos de todas estas áreas subyacentes de los volcanes, de México y Centroamérica, empezaban a pensar en formar parte de las caravanas de emigrantes ilegales  hacia los  Estados Unidos…Aprieta el globo de hule y el chipote aparecerá en alguna otra parte…

En tanto escribimos esta nota, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, dijo este domingo,25 de abril del 2021, que su gobierno se centrará en ayudar a los agricultores centroamericanos afectados por el cambio climático, en un esfuerzo por abordar una de las causas fundamentales de la migración.

Advertíamos entonces, como una de las consecuencias de la desaparición de los glaciares, que la profesión de guías de montaña estaba seriamente amenazada. Miles de individuos y sus familias, en el planeta, dependen económicamente de este modo de vivir trabajando conduciendo clientes a las montañas.

 El comercio, asimismo,  depende en buena medida de este tipo de economía, los fabricantes de artículos de montaña, el trasporte para la base de las montañas, los restaurantes en las zonas alpinas, etc.



"Este glaciar también ha muerto,nosotros lo hemos asesinado".

La actividad propia de este volcán y la irresponsabilidad humana acabaron con estas grandes grietas del Glaciar Norte del Popocatépetl,en los 5 mil m.

En la foto Julio Becerril

Foto de Armando Altamira invierno, de 1960

 

“No quieras saber nunca por quién doblan las campanas: ¡están doblando por ti!”

 parte del  poema de Jhon Donne

 

“En el marco del Día Internacional de la Tierra (de 2021), especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) declararon la desaparición del glaciar Ayoloco, uno de los mayores generadores de agua dulce, ubicado en la cumbre del volcán Iztaccíhuatl, y aseguraron que de no tomar acciones que inhiban su desintegración, el resto de glaciares mexicanos desaparecerán en las próximas décadas.

La placa que colocaron en la morrena del glaciar dice:

“A las generaciones futuras: Aquí existió el glaciar Ayoloco y retrocedió hasta desaparecer en 2018. En las próximas décadas los glaciares mexicanos desaparecerán irremediablemente. Esta placa es para dejar constancia de que sabíamos lo que estaba sucediendo y lo que era necesario hacer. Solo ustedes sabrán si lo hicimos”.

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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