R. M. Zingg y los huicholes

Al autor de esta obra de investigación antropológica, Los huicholes,  le hubiera gustado haber nacido huichol: “Si se me hubiera brindado la posibilidad de escoger, en el momento de mi nacimiento, entre la opción de ser norteamericano o huichol, habría elegido esta segunda forma de vida, a pesar de que no conozco ninguna otra en la que me hubiese gustado nacer”.



R.M.Zingg quiere entender el modo de vida de esta etnia que durante siglos ha permanecido apartada de la cultura occidental. Se mete entre los pueblos de la Sierra de Nayarit y por algún tiempo convive con ellos. Él resultado es un extenso trabajo que escribe siguiendo los pasos de otros alemanes como son Konrad T. y Carl Lumholtz.

El omnipresente dios-venado de las convivencias oníricas


Los huicholes son una de las pocas tribus, al noroeste con respecto a la ciudad de México y al centro oeste del país, que sobrevivieron a la guerra de exterminio llevada a cabo por Nuño de Guzmán durante la sangrienta guerra de conquista de Jalisco. Y después continuada  por los  gobiernos mexicanos de la Reforma, el Porfiriato y la Revolución de 1910,  para despojarlos  de sus mejores tierras “y para blanquear un poco la piel de los mexicanos”.


 Todos ellos hicieron la guerra vesánica contra los huicholes. Y este genocidio sigue.  En marzo de 2011 han declarado los huicholes, ante la Cámara de Diputados, y en la comunidad de la Universidad Nacional Autónoma de México, que sus tierras están siendo invadidas por el narcotráfico.

Somos dados a llorar por los genocidios de otras partes pero cerramos los ojos ante el genocidio que está sucediendo, desde hace siglos, frente  a nuestra narices.

"La tortura, desaparición forzada, ejecución extrajudicial y eliminación de comunidades enteras es parte de nuestra historia." dijo Rigoberta Menchú Tum, Premio Nobel de la Paz 1992, en su conferencia magistral ofrecida en la Coordinación de Humanidades de la UNAM (Gaceta UNAM del 20 de octubre  de 2016.

 Sobrevivieron los huicholes  a la conquista espiritual de Roma traida por los españoles y han sobrevivido al asedio de los afanosos lectores de la Biblia de los cristianismos liberales procedentes del norte del continente.

 Pero los huicholes no andan buscando Dios extranjero,están muy a gusto con sus dioses. La existencia de Virikuta no es más ni  menos real que los otros mitos del pecado original,el Nirvana,el Quinto Sol o el Wallala.

Zaratustra, de Nietzsche, dice que: "Todo pueblo tiene su lenguaje del bien y del mal,que el vecino no comprende. Se ha inventado ese lenguaje para sus costumbres y sus leyes."

" México tiene necesidad de sus culturas ancestrales", dijo el Papa Francisco el 13 de febrero del 2016 en México.

 Lo demás,como dijo Nietzsche mismo en Aurora, lo demás es puro  periodismo.

 Lo que quieren los huicholes,y lo han dicho recientemente, (2012) en México y en Canadá, es que los intereses mineros saquen sus manos de su sagrado Virikuta y los dejen vivir en paz. Ellos no se meten  con los católicos ni con los protestantes ni con los laicos.cada quien su modo de vivir, cada quien su modo de creer.

 Con motivo del Día Mundial de la Diversidad Cultural, Ana Bella Pérez Castro, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de Méxicco, djo que "México es un país pluricultural,conformado por 68 pueblos  indigenas.A diario, sus  más de 15 millones de integrantes reciben expresiones de rechazo por ser considerados inferiores por su especto fisico, idioma,vestimenta y tradiciones...En distintas épocas,con estos argumentos,se les arrebatan  sus tierras,en aras de la productividad y la competitividad,como sucede con selvas y bosques."(Gaceta UNAM,20 de mayo de 2013, Pág.15).





Un proceso semejante relata Louise Erdrich, novelista norteamericana ( con antepasados de la tribu ojibwe) al hablar de la desaparición de un idioma indio: " la desaparición de un idioma  es como un trozo de complejidad histórica que desaparece,una verdad,una criatura.Algo muy similar ocurre con la Naturaleza que perdemos a cada hora por nuestra rapacidad a la hora de obtener recursos energéticos (diario El País,de España, 08.06.13)


 fósiles."
Representación antropomorfa del Sol  Huichol. Artesania huichola, en relieve,de  10 cm x 10 cm.  confeccionada a base de pequeñas cuantas de plastico, montada en madera. Los brazos largos señalan hacia los cuatro puntpos cardinales, con la línea ecuatorial al centro en sentido horizontal. Los  cuatro salientes interemdios son los solsticios de verano e invierno, límites de la trayectoria solar (norte-sur) durante el año.  foto de mayo del 2011.




Música de la mitología huichola


L a obra de Zingg, producto de años de trabajo, una vez que estuvo impresa fue enviada de Alemania hacia Norteamérica. En alta mar el barco en el que trasportaban la edición fue hundido por un submarino inglés y toda se perdió. De alguna manera, de este libro en la edición original, se conservan sólo cuatro ejemplares en el mundo. De una de estas copias, de Fernando Benítez, el Instituto Nacional  Indigenista de México hizo, en 1982, un tiraje de 2 mil ejemplares. 

“Son muchos los antropólogos, sociólogos-dice la presentación de esta edición-, amantes de la mezcalina; peregrinos de la Tierra Mágica  del Peyote que han convivido con los huicholes. Pocos son, sin embargo, aquellos que han conocido el secreto de los shamanes, Zingg fue uno de ellos”.

El aguila bicéfala de los huicholes.La cruz (una roja y otra verde)señalando los cuatro puntos cardinales,los solsticios de iinvierno(21 de dic. y verano 21 de junio) y la línea equinoccial 21 sep. -21 marzo). El conjunto del rombo central indica la posición de las cuatro "esquinas del cielo" señaladas  por el Sol en los solsticios y del punto central al pasar el Sol por el cenit. La greca de la izquierda repite el concepto mitológico.


Una de las anotaciones que hace Zingg es que: “El templo y sus funcionarios son importantes para la organización social huichol y constituyen elementos clave para entender la psicología social de la tribu. Ello se debe a que desempeñan  funciones esenciales para el acondicionamiento  o adaptación del individuo a su cultura, es decir, al esquema de creencias y comportamientos aprobados por el grupo”.

Altas autoridades de los huicholes exponen, ante la comunidad de la UNAM, el peligro en el que se encuentran en la actualidad (foto de marzo de 2011).


La lectura practica que podemos sacar, de esta manera de vivir de los huicholes, es la sanción ritualizada, religiosa,  que hace la comunidad de la ingesta de alucinógenos. Ella  tiene la experiencia y sabe dónde parar, antes que sus jovenes revienten sus neuronas y vayan a dar al manicomio, como sucede con frecuencia con la droga laicizada, individualizada de la ciudad.

En palabras de José Ortega y Gasset decimos que los huicholes es "un activo estar". Andan por todas partes, van y vienen, trabajan, venden sus artesanías llenas simbolismos, estudian.

Se les mira como un grupo en el pretérito porque no han se han dejado tocar por el eclecticismo disolvente de la ciudad y su acelerada carrera por el tener.

El avatar venado, con el que representan al Ser, rige todos los quehaceres de la comunidad. Virikuta es lugar que prefigura lo espiritual, como Roma para los católicos o la Meca para lo árabes.

Se pondera en las ciudades las actitudes políticas, que sobradamente circulan por las calles, en tanto las tesis filosóficas están a buen resguardo en los cetros universitarios. Son las condiciones para que se de la disolvencia, en nombre de eclecticismo.

 La frase completa de Ortega, que viene bien para los huicholes, es "Un constante hacerse así mismo, un constante actuar."(de su obra ¿Qué es filosofía?)


Notese la profusión de símbolos en su ropa





 La vida de los huicholes, como grupo, es un eterno presente que cumple, de manera progresiva, con el único fin de viajar a Virikuta, al encuentro con el Dios Venado, el de sus antepasados y de sus nietos. En otras palabras, viven: "en un campo potencial de la experiencia activa."
(Expresión de F. Copleston)

Recuerdan los huicholes, a semejanza de las cincuenta etnias del territorio mexicano,que el concepto de filosofía perenne es algo en desarrollo,no una cuestión estática y acabada.

Esquema de la mitología huichola

Parte central del Calendario Azteca








El continente indio no murió. De la Tierra de Fuego hasta Alaska el totemismo sigue vivo.  Y más fuerte que antes, del siglo dieciséis, por las pruebas de disolución a las que ha sido sometido, tales como la conquista espiritual, la moderna tecnología de guerra y los virus patógenos para los que no se tenían inmunidad, la tribu sigue.

Henry Bergson, como pocos pensadores occidentales, supo ver en el totemismo una enorme fuerza de integración social. Y, sometido aprueba, el totemismo impide la desintegración del grupo. La tribu vive una filosofía perenne en desarrollo, no una cuestión estática.

Por razones históricas, y necesidades del mercado de trabajo, hay una amplia convivencia con el modelo de la ciudad industrial occidental. Sus hijos juegan ahora en la fábrica, lo mismo que en la política, la cultura y la academia. Y aun en la religión impuesta del catolicismo romano, a la que consideran la gran síntesis de la filosofía con la teología.

El pensamiento occidental juega a absorber el pensamiento indio para desaparecerlo, el pensamiento indio juega a absorber la cultura occidental para enriquecer la suya  propia.

El tótem, como Coatlicue, la diosa azteca, no sólo es un destino espiritual. Coatlicue hunde sus raíces en la tierra. Como la Scarlett O´Hara de Margaret Mitchell cuando exclama: “La tierra en que se vive  y de la que vive es como una madre. Es lo único que justifica que se trabaje, se luche y se muere por ella.”

Las tribus indias americanas siguen encontrando al Absoluto por medio de la danza mágica y la representación del tótem.


Bergson escribió en Las dos fuentes de la moral y de la religión: “La religión tribal es vista en primer lugar como una reacción defensiva contra el disolvente poder de la inteligencia. Abandonada a sí misma la inteligencia aconsejaría primariamente el egoísmo, la naturaleza, vigilante, crea una salvaguarda con las costumbres sagradas.”








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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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