MONADOLOGÍA
Leibniz
Leibniz es uno de los pensadores que niegan la existencia del caos tanto
material como el caos espiritual.
La razón suficiente para que esta
vida tenga lugar, su inicio y su ascenso final, es la armonía. Una armonía que
él la concibe como preestablecida. Hay de donde escoger. Preestablecida si es un individuo de fe religiosa. O fe
fenoménica si es laico, herencia,
genoma, etc.
Hace referencia a la fe animal que nos acerca a las cosas materiales. Y a la
fe religiosa que nos conecta con el cielo. Reafirma la creencia mencionada en
la filosofía de las entelequias, que es una manera de llamar al alma de cada
individuo:”Todo cuerpo tiene una entelequia principal que es el alma”. Pero no
la menciona nada más porque sí. La entelequia, el alma, es una pieza importante
en la armonía del universo espiritual.
Y agrega más puntualmente que la
confusión que encontramos es sólo una cierta incapacidad de discernimiento,
sobre todo para los juicios predictibles:”no hay nada inculto, estéril y muerto en el universo; el caos y la confusión son
sólo aparentes; como si se mira un estanque a cierta distancia, desde la cual se
vislumbra un movimiento confuso y, por
decirlo así, un revoltijo de peces, sin llegar a discernir los peces mismos.”
Observar al Popocatepetl en plena
actividad volcánica parecerá una situación caótica. Sin embargo el académico
sabe que, en un 95 por ciento se
desarrolla conforme a las reglas de la vulcanología. Y el otro 5 por ciento,
que ignora, es cuando explotará o que
no explotará, tampoco pertenece al caos sin control. Se trata de un factor que
en la actualidad todavía se desconoce con exactitud pero que también pertenece
a la armonía a la que se refiere
Leibniz. Es decir, a las leyes de le fenomenología.
Así
sucede con las cosas que nos parecen inexplicables porque la intuición
que poseemos no puede penetrar más allá de cierto límite sin caer en la
charlatanería comercial.
“Eso sólo el cielo lo sabe” dijo el
mismo Jesús cuando le preguntaron cuándo se terminaría el mundo. No dijo nadie
lo sabe. Dijo que con la percepción o el a
priori, con lo que estamos armados, no podemos tener una visión más amplia
del tiempo.
Lo sabríamos como aquella serie de
televisión en la que a cierto individuo
le llegaba a su casa el diario con las noticias, no de lo pasado, sino de lo que iba a suceder el día siguiente. Con
esa aparente fantasía el cine estaba aplicando la intuición o el a priori. Lo que falta de esa
predictibilidad es a lo que llamamos lo aleatorio, lo inasible, el caos.
Lo normal es la normalidad, no al revés. La
filosofía del caos es una intención anarquizante que niega la causalidad, la
tradición y la armonía de la vida. Aun en las actividades de más riesgo, como
es el alpinismo, o la minería en el subsuelo o la guerra o la tauromaquia o el
limpiar ventanas en los elevados edificios, lo que rige es la causa y el efecto. Es lo que conocemos
como técnica. Y aun en el más elemental empirismo lo que habla es la
fenomenología.
Por eso percibimos el movimiento desde la inmovilidad,
el hambre desde la satisfacción, el frío desde el calor, la soledad patológica
desde la sana asociación. De ahí que nos
sorprenda lo imprevisto, lo inesperado.
Creer en el caos desde la armonía pero, si se cree en la armonía, es negar
la posibilidad del caos. Para los que sólo creen en la lógica de los átomos es
una armonía establecida hasta el infinito que en lo físico nos recuerda a los
fractales.
Pero como no podemos tener acceso a esa otra
manera de armonía es por lo que en literatura se introduce la solución de deus ex machina.
Solamente Alicia, a través de su espejo, pudo decir: “¡Ho, me acuerdo muy bien de lo ocurrido en las próximas semanas!”.
Solamente Alicia, a través de su espejo, pudo decir: “¡Ho, me acuerdo muy bien de lo ocurrido en las próximas semanas!”.
¿Hay caos? Los anarquistas de jóvenes ponían dinamita
frente a los edificios del gobierno, de viejos luchan ya por un contrato
colectivo y de ancianos se acogen a los programas de apoyo para la tercera edad…
El “caos”, entre comillas, es una normalidad en el terreno de la
metafísica, donde por fe existen los
milagros y la generación espontánea, pero se hace el embrollo cuando se le quiere
traer al terreno de las matemáticas. Las cuerdas, los clavos y los mosquetones
para escalar hablan de una técnica dentro de la normalidad, no de un caos.
Con esa técnica se aborda la verticalidad y el extraplomo de la montaña que de otra manera parecería el alpinismo una actividad azarosa, imprevista, impredecible, aleatoria. Aun el casco para proteger la cabeza es una medida contra el desprendimiento de una roca que llegara desde arriba o bien prevenir una caída.
Con esa técnica se aborda la verticalidad y el extraplomo de la montaña que de otra manera parecería el alpinismo una actividad azarosa, imprevista, impredecible, aleatoria. Aun el casco para proteger la cabeza es una medida contra el desprendimiento de una roca que llegara desde arriba o bien prevenir una caída.
Creer que el caos es el que rige nuestras vidas, finaliza Leibniz, es sólo un intento más contra la vida en armonía. Toda revolución, toda guerra, por mundial que sea, con el tiempo buscará volver a la armonía terapéutica.
Leibniz |
“Gottfried Wilhelm Leibniz, a veces von Leibniz1 (Leipzig, 1 de julio de 1646 - Hannover, 14 de noviembre de 1716) fue un filósofo, lógico, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán. Fue uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII, y se le reconoce como "El último genio universal". Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica, filosofía de la religión, así como a la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia.”
Parecería que la idea de la armonía de Leibniz tuviera que ver con el devenir y su instrumento la dialéctica. El caos al que se refiere es esa idea que más se parece al "ratón loco" de la feria que da vueltas inesperadas de noventa grados.
Se podría decir que Leibniz es un hombre religioso y por eso piensa así.Sin embargo Leibniz declara textualmente en su obra que todo debe ser explicado mediante el razonamiento lógico de la filosofía.
Es de notar que otros dos filósofos, estos de la antigüedad,tenidos por lógicos o atomistas, coinciden con él en cuanto a la inmutabilidad del todo y a la cortedad del humano para inferir lo desconocido, con lo que se alejan de la idea del caos. Estamos hablando de Parménides y Pitágoras.
Parménides defiende la idea de la inmutabilidad: " Pármenides dice que el ser es eternamente continuo,imperecedero,indivisible,sin fin ni comienzo"(Ramón Xirau, Introducción a la historia de la filosofía).
En Pitágoras volvemos a encontrar lo que recuerda la teoría de los fractales, pero aplicada al humano. W.K. Guthrie,en Los filósofos griegos,nos dice: "Así como el universo es un kosmos, es decir, un todo ordenado,pensaba Pitágoras que cada hombre es un kosmos en miniatura.Somos organismos que reproducen los principios estructurales del macrocosmo,y estudiando esos principios estructurales,desarrollamos y estimulamos en nosotros mismos los elementos de la forma y del orden.El filósofo que estudia el kosmos se hace kosmios-ordenado-en su propia alma."
Jean Wahl
(en su valiosa obra El camino del
filósofo, conocida en
español como Introducción a la filosofía, citando a Spinoza, dice.
“todo está ordenado, siendo sólo nuestra ignorancia lo que crea la
apariencia del desorden.”
español como Introducción a la filosofía, citando a Spinoza, dice.
“todo está ordenado, siendo sólo nuestra ignorancia lo que crea la
apariencia del desorden.”
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