LOS FILÓSOFOS
GRIEGOS
W.K C. Guthrie
Fondo de
Cultura Económica, México, 1980
El mito es un viejo y largo camino hacia libertad.
Es gracias
al mito por lo que la cultura occidental tiene el gran tesoro de la fantasía y
la cultura indoamericana cree y vive en la magia. Los poetas pueden soñar y los
novelistas construir mundos increíbles, incluidos los del pensamiento práctico.
Y jamás, en
ninguna época, ha faltado algún romántico atrevido que quiera hacer realidad
esas locas fantasías. Llegar a las estrellas montado en un armazón de acero, surcar
los mares en una frágil balsa o cruzar las doradas dunas del desierto que se
levantan al amanecer.
Tipos así eran los que se trepaban en un
jamelgo y se iban a buscar locas aventuras en algún lugar de la Mancha. O dos
niños, Tom y Huckleberry, se aventuraban en la casona abandonada y, pala al
hombro, se daban a la tarea de buscar tesoros escondidos...
Creer en el
mito es poner el pie para que no se cierre la puerta que nos dejará encerrados en
un mundo donde los átomos, y sus maquinas, no pueden hacer juicios subjetivos.
La oración
de los indios norteamericanos, danzando en círculo con pasitos hacia la derecha y luego hacia la izquierda,
en derredor de la hoguera para no perder de vista el fuego sagrado. La veladora
que prende el cristiano ya sea en la magnífica catedral o en el jacalón rústico
de una capilla perdida en la sierra. El huichol que desde su mítica Virikuta
persigue en sus correrías oníricas al Dios Venado y lo encuentra en el peyote.
La Danza Circular del Espiritu, de los Harapaghos (tomado del libro Indios Americanos de Oliver La Farge) |
Hölderlin, Bukouski,
Gutiérrez Nájera, Juan Carlos Dávalos…
Es cuando
Guthrie escribe:
“El valor
del mito reside en que nos abre camino a esas regiones, gracias a los poetas y
a otros hombres de genio religioso. Tomamos en cuenta el mito, no porque creamos
que es literalmente cierto, sino como medio para dar la explicación posible de verdades que hemos de admitir son demasiado misteriosas para que tengan
demostración exacta.”
Estar listo
para bregar en el mundo de la ciudad industrial donde impera la razón práctica,
la producción, bucear entre el patológico consumismo, la rutina de checar
tarjeta todos los días en la oficina, aportar una tecla en Internet y
comunicarse en la misma fracción de segundo con Tokio, Buenos Aires o Siberia, estirar
el miserable sueldo mínimo para que alcance en la quincena, ir penetrando en la
mecánica de las placas tectónicas, cuidar que no te roben la cartera en el
metro, observar que la empatía propia no
baje hasta niveles esquizofrénicos…Es la clave del misterio para una asepsia
que lleve al equilibrio nervioso.
Nada nuevo,
por cierto. Hace casi veinticinco siglos Platón hablaba de la filosofía de la
cualidad y Heráclito, más que Parménides, de la filosofía de la cantidad. Y
estoicos y agnósticos andaban, agarrados
del chongo, en un encantador pleito dialéctico que un poco después Aristóteles
llegaría a una especie de síntesis con su famoso término medio. La necesidad
del humano de ambas cosas.
De la locura y de la razón. Si se prefiere, de la razón trascendental y de la razón común.
En alguna ocasión Norman Mailer dijo algo semejante: "No me gusta llamarme a mí mismo un místico. Por otra parte, es evidente que no me clasificaría como racionalista.No soy del todo infeliz viviendo en alguna tierra de nadie entre ambas denominaciones."
De la locura y de la razón. Si se prefiere, de la razón trascendental y de la razón común.
En alguna ocasión Norman Mailer dijo algo semejante: "No me gusta llamarme a mí mismo un místico. Por otra parte, es evidente que no me clasificaría como racionalista.No soy del todo infeliz viviendo en alguna tierra de nadie entre ambas denominaciones."
Era como la
confirmación de una sentencia. A lo largo de esos siglos se ha visto que actuar
en contrario, vivir en la abstracción, como sangrientamente con frecuencia se
ha hecho, es lo que asegura una buena clientela al psiquiatra.
Especializarse es lo suyo de las ciencias exactas y de la Humanidades, pero no así abstraerse de la cultura general.
Especializarse es lo suyo de las ciencias exactas y de la Humanidades, pero no así abstraerse de la cultura general.
Y Wahl, el gran filósofo marsellés reitera (en El camino del filosofo) que ese equilibrio es necesario para vivir en la libertad:
“...bajo el punto de vista científico, parecen nuestras acciones como determinadas, pero bajo el punto de vista metafísico y moral, pueden y tienen que ser
libres, luego son libres.”
William
Keith Chambers Guthrie (1 de agosto de 1906 - 17 de mayo de 1981) fue un filólogo
clásico escocés, conocido
sobre todo por su Historia
de la filosofía griega (History
of Greek Philosophy), publicada en seis volúmenes entre 1962 y 1981. Aunque
de origen escocés tanto por parte de padre como de madre, Guthrie nació y se
crio en Londres, donde su
padre, Charles James Guthrie, practicaba su profesión en el Westminster Bank. Como filósofo, Guthrie,
siguiendo la tradición de Cornford, creía que los filósofos antiguos se han de
leer e interpretar en su propio trasfondo histórico, y no engranándolos en el
contexto de todo el canon de la filosofía tanto antigua como moderna, como fue
práctica entre ulteriores generaciones de filósofos clásicos.
Obras de
Guthrie Traducciones al español
Guthrie, William
Keith Chambers (1992/1999). Historia de la Filosofía Griega.
Madrid: Editorial Gredos. ISBN 978-84-249-0947-5.
2.
Volumen
II: La tradición presocrática desde Parménides a Demócrito. 1994. ISBN 978-84-249-1032-7.
Guthrie, William Keith Chambers (2012). Historia
de la Filosofía Griega. Reedición en tres volúmenes. Madrid: Editorial
Gredos.
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