En democracia
cualquiera puede dejar el arado o el
taller o su tienda de abarrotes y llegar a presidente de la república.
Pero tendrá
que marcharse en breve sino quiere ser derribado por el pueblo que no gusta de
las permanencias prolongadas.
Sólo que el
hijo del pueblo, el otrora convencido republicano, se enamora muy pronto del
poder y después ya no quiere irse.
Entretanto
aparecen los experimentos que cuestan mucha sangre al pueblo, dinero y, sobre
todo, mucha libertad. Una tribu política
quiere desplazar a otra, un sistema filosófico la emprende contra todas
las otras filosofías. Es la vieja película de la humanidad.
Se rompe así
la cadena de la democracia y tarde o temprano habrá que empezar de cero para
reestablecer esa amada democracia. Durant:
“La cordura
del individuo se basa en la continuidad de su
memoria, la del grupo en la continuidad de la tradición; en ambos casos,
la rotura de la cadena implica reacciones neuróticas y disturbios que hacen peligrar
la vida.”
El ejercicio
dialéctico está en la médula de la democracia. Argumentar, oír, escuchar,
disentir, consensar o, como se decía todavía para terminar el siglo pasado,
siguiendo a Hegel, sintetizar.
Por otra
parte las aristocracias modernas andan en la dulce vida, como se llamaba en
tiempos remotos al hedonismo. Se han vuelto blandengues.
Es un grupo
reducido, de la clase media, que saca adelante los avances de la ciencia
y trata de conservar, y si puede hacer avanzar, el mundo de los valores
vitales.
Durant es
implacable con nuestros aristócratas: “Los aristócratas modernos se pierden en
hedonismos despreocupados y diletantes, bulliciosos, cómodos, en que los privilegios
del momento son gozados plenamente y las responsabilidades dejadas de lado e
ignoradas. El concepto estrecho que tiene de la herencia, y la orgullosa limitación
numérica de las que pudieran tomar por esposas y el ambiente mimado en que se desenvuelven,
les lleva a la degeneración; sus figuras son delicadas físicamente y flojas moralmente y en un siglo descienden
de la genialidad a la mediocridad.”
En la aristocracia añeja, valga la expresión,
sólo caben los aristócratas. Sus filtros no permiten que lleguen los hijos del
pueblo. Estos “ni siquiera saben comer con cubiertos”. Y cuando lo intentan el
pollo se les sale del plato.
Hay otra
aristocracia, dice Durant, a la que se puede llegar a la cúspide desde el
barrio marginal y es, en ese sentido, más demócrata que la más demócrata de las
democracias. Es el Papado.
En el Papado,
igualmente, pocos renuncian. El caso más reciente es el de Benedicto XVI (
2005-2013).
Como en las
democracias, aquí también hay que marcharse. Y en breve. Se llega a ella en
edad avanzada y el fin no puede estar muy lejos ¡y la estructura queda!
El promedio
es de siete años ( del año 30 hasta la fecha, entre 266 papas). Jorge Mario
Bergoglio tomó posesión el 7 de abril de 2013)
En el mundo
del siglo no se quiere ya a los viejos, se nombran jóvenes, estos no se van, se
hace la tremolina y al final hasta la estructura se cuartea. Y tan cuarteada queda
que mejor hay que cambiarle las siglas.
El actual
Papa, Francisco, salió desde los barrios argentinos y ha declarado
recientemente a los medios que su estancia ahí será breve. Hasta ahora nadie
sabe decir si está pensando en su avanzada edad o también en renunciar.
Y otra vez
esa singular fórmula de gobierno, terrenal y espiritual, aristocrática y
democrática, que de cerca o de lejos, ha conocido la humanidad, sigue en pie. Durant
lo dice de esta manera:
“¿…qué
distancia hay entre la duración de los Habsburgos y la cadena interminable del Papado?
Los monarcas más ilustres de Europa han sido los papas y la regente más
importante del mundo ha sido la Iglesia. Y en ésta la herencia no cuenta para
nada. Cualquier hombre puede elevar su trayectoria desde el arado al Vaticano. El
gobierno más fuerte de la historia ha sido esta democracia aristocrática. Quizá
algún día seamos lo suficientemente avisados como para decidirnos por un
Gobierno de ese estilo.” (
Will Durant, Filosofía ,cultura y vida, II tomo, 1960,Buenos Aires)
“William
James Durant (5 de noviembre de 1885 - 7 de noviembre de 1981) fue un filósofo,
escritor e historiador estadounidense de los siglos XIX y XX. Conocido ante
todo por su obra The Story of Civilization (Historia de la Civilización)
narrada conjuntamente con su esposa Ariel. Nació en North Adams, Massachusetts.
Sus padres Joseph Durant, y Mary Allard, emigrantes franco-canadienses,
formaron parte de la emigración de Quebec a los Estados Unidos.En 1900 comenzó
su educación con los Jesuitas en la Saint Peter's Academy. Más adelante,
continuó en el Saint Peter College en Jersey City, Nueva Jersey. En 1905 adoptó
la ideología Socialista. Graduado en 1907, trabajó como periodista para el New
York Evening Journal de Arthur Brisbane.”
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