“País odioso y lleno de odio”.
Así se expresa Graham Greene de México cuando se encuentra en
la Villahermosa, Tabasco (“el estado sin Dios”), de Garrido Canabal, en los
años veinte del siglo pasado.
Se dirige a la zona
arqueológica de Palenque a través de la selva de Chiapas en un tiempo de
caminos pésimos, senderos casi invisibles y viajes en precarias avionetas que
descienden en algún claro entre la selva.
Las autoridades lo ven con desconfianza y en muchas partes la gente le dice "gringo", de la manera menos amistosa posible.
Las autoridades lo ven con desconfianza y en muchas partes la gente le dice "gringo", de la manera menos amistosa posible.
Es un retrato sin
retoque que nos hace a los mexicanos repudiar este libro del escritor inglés.
No son los mejores
tiempos para México. Por una parte la persecución religiosa que ha derivado en
una confrontación armada por el cierre y
la destrucción de medio millar de templos católicos. Luego la
expropiación petrolera que ha sacado de México
a varios países centroeuropeos.
Y apenas tres décadas atrás la revolución contra Huerta
había conocido las grandes batallas del norte del país.
La economía está en el suelo. Falta de una infraestructura industrial, la miseria no tiene límite, al menos en el campo, más que la muerte por hambre. Abundan las enfermedades "rápidas", derivadas del hambre, como la tuberculosis, y las "lentas", en el área cognoscitiva.Y en la ciudad, a pocas calles de los suntuosos palacios del porfiriato, las “ciudades perdidas” gimen bajo la desolación sin esperanza:
La economía está en el suelo. Falta de una infraestructura industrial, la miseria no tiene límite, al menos en el campo, más que la muerte por hambre. Abundan las enfermedades "rápidas", derivadas del hambre, como la tuberculosis, y las "lentas", en el área cognoscitiva.Y en la ciudad, a pocas calles de los suntuosos palacios del porfiriato, las “ciudades perdidas” gimen bajo la desolación sin esperanza:
“En México, fuera de las grandes ciudades, el nivel de vida
es asombrosamente bajo, pero aquí el nivel parecía más bajo aun.
Algo que a Greene le
revuelve el estómago es la frase predilecta de los políticos mexicanos de
entonces que, aun parados sobre los escombros, decían: “el país está
tranquilo.”
"El país está tranquilo" |
“Caminos sin moral” pudo haber puesto Greene al título de su libro.
Entendida la moral como la idea bergsoniana cohesionadora de la sociedad
mediante el derecho, la economía, la religión y la política.
En cada vuelta del camino el escritor inglés va describiendo
una fuerte ausencia de todo eso. También pudo titular a su libro: “Entropía”.
Palabra que evoca sólo un estado de cosas: desorganización. Pero una
desorganización de tal magnitud que coloca al país en la antesala de la
disolución como Estado.
Para reencontrar el camino, entre todo ese eclecticismo
disolvente, se necesitó el concurso de un plenipotenciario enviado por
Washington y un Nuncio Apostólico venido del Vaticano.
Para entonces Greene había estado en varios países cuyo modo
de vida dejaba mucho que desear, como África pero, dice del México no que leyó
ni el México que le contaron, sino del México que “camino con sus pies y vio con sus ojos”:
“Ninguna esperanza en ninguna parte; nunca estuve en un país
donde uno tenga más conciencia, en todo momento, del odio. Aquí la amistad es a
flor de piel. Un gesto de protección.”
Describe el saludo, tan común y afectuoso, que se hace en
México extendiendo la mano hacia el otro y se pregunta: “¿qué es sino el ademán
de abrazar al otro para impedirle que saque la pistola?” Expresión curiosa si
se le toma literalmente como él la dijo
pero exacta en el nivel de la metáfora.
Con frecuencia, Greene sufre intensamente en México el síndrome del refugiado (aunque él era un
turista, no un refugiado) y exclama
lleno de nostalgia: “¡Nunca como ahora extrañé tanto a Inglaterra!”
Y, sin embargo, también con frecuencia, de ese “país odioso y
lleno de odio” siente que taladra sus defensas, sin él admitirlo. Y México va
penetrando en su cerebro para pasar a formar parte de su alma.
Como él, México es un país católico pero no le gusta su catolicismo de superficie, susceptible de abrigar fanatismo en ausencia de un catolicismo ilustrado, enterado.
Como él, México es un país católico pero no le gusta su catolicismo de superficie, susceptible de abrigar fanatismo en ausencia de un catolicismo ilustrado, enterado.
Como sucedió con Malcon Lowry, D.H.Lawrence y otros tantos ingleses. En
Real del Monte, Hidalgo, las tumbas de los ingleses están orientadas hacia su
amada Inglaterra. Pero también en ellos
México pasó a formar parte de su alma y se quedaron en México. Y México hizo
suyas esa tumbas y a sus descendientes. Es probable que ellos, al también saludar de
mano, recuerden, entre convencidos e
incrédulos, las palabras de Greene: para impedir que el otro saque la pistola.
La metamorfosis de Greene tiene expresiones reveladoras como estas:
“Supongo que después de vivir bastante tiempo en México uno
empieza a escribir como la señorita Frances Toor:” La cocina mexicana seduce
tanto la vista como el paladar.”
De un templo, probablemente la Catedral de la Ciudad de
México, que llama Palacio Episcopal:
“No obstante este palacio en ruinas y su capilla eran tan
hermosos como cualquiera construcción de la Edad Media.”
De los odiados mexicanos:
“Era como si esta gente no necesitara de la lujuria, sus
nervios eran más tranquilos.”
“Es curioso cómo el lugar más tétrico empieza después de
veinticuatro horas a parecernos nuestro hogar.”
“En esta aldea mísera y sin vida, uno tenía la sensación de
volver al hogar.”
Es complicado explicar cómo un país, que le pareció tan
odioso, le interesó tanto y le exigió un considerable trabajo intelectual
escribirlo y publicarlo.
Todo el que ha publicado libros sabe de lo que estamos
hablando. Es como subir una montaña con pesada mochila, pero que rebasada la
cota cuatro mil pesa el doble…
En todo caso Greene recuerda a aquellos filósofos que dedican
sesenta años de su vida estudiando a Platón, desde una posición crítica, y el
lector se dice sino será una señal de
inconfesado reconocimiento, más que otra cosa.
En el fondo escribe Greene una gran oportunidad para México, si se sabe
ver y aprovechar. La idea que propone toda la literatura de este escritor
inglés, católico, está perfectamente enmarcada en el modelo cristiano, igual
que su novela Brighton rock:
empezar el ascenso partiendo desde la
absoluta quiebra moral (del derecho, la economía, la religión y la política).No
desde la solipsista autosuficiencia de los fariseos sino del derrumbe
existencial de la mujer pecadora que es salvada por Jesús, a condición de:
“¡Vete y no peques más!”
México, ese país tan vilipendiado por Greene, ha pasado a formar parte de su ser. De
regreso a Inglaterra, escribe:
“Soñé que había vuelto de México a Bringhton, por un día, y
que luego tenía que partir inmediatamente para Veracruz. Como si México fuera
algo que no podía desprender de mí, un estado mental.”
Greene |
“Henry Graham Greene (Berkhamsted, Hertfordshire, 2 de
octubre de 1904 – Vevey, Suiza, 3 de abril de 1991) fue un escritor, guionista
y crítico británico, cuya obra explora la confusión del hombre moderno y trata
asuntos política o moralmente ambiguos en un trasfondo contemporáneo. Fue
galardonado con la Orden de Mérito del Reino Unido.”WIKIPEDIA
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