ARISTÓTELES, JUGUEMOS BEISBOL


 

Va la pelota de beisbol desde el pitcher hasta el cátcher. Una escena familiar desde niños que jugamos este deporte.

Aristóteles gusta de las analogías. Luego consideraría otras dos cuestiones: 1) que la pelota podría ser lanzada y,2) ¿quién es el pitcher?

Pitcher, potencia, movimiento o devenir y, cátcher. El cuadro (casi) completo.

La pelota ha viajado desde un estado de reposo, el pitcher, hasta otro estado de reposo, el cátcher. “Todo movimiento supone un primer motor, una cosa movida en un cierto tiempo, a partir de un cierto punto y hacia cierto término.”

¿Dos estados de reposo o es uno?: “No hay más que una actualidad para ambos.”


Aristóteles dice que es un error creer que la potencia es ante todo acto.

Speussipo,uno de los filósofos de su tiempo, aseguraba que el semen es la potencia y de éste viene el hombre. Aristóteles replica que el semen viene del hombre, por lo tanto, el acto viene del acto, el hombre viene del hombre.

Otra analogía:

El niño juega en la playa formando un castillo con la arena.

En niño se convierte en constructor mediante este desarrollo que culmina con la obra.

Pero, ¿de dónde sacó el niño la idea de la construcción? A.N. Whitehead asegura que “de nada no puede venir  nada.” (La función de la razón).

De nada no sale algo: “Todo conocimiento debe apoyarse sobre un conocimiento.” Aristóteles: (Metafísica, libro noveno)

Carl Jung diría que del inconsciente colectivo. Otro que de las caricaturas que ve en la televisión o del Ricardo Corazón de León  de su  libro ilustrado para niños.

Aristóteles anota que la idea preexistía en la mente del niño, como otras cosas que expresan los niños en sus primeros cinco años de edad que dejan sorprendidos a los padres.

Así, de pronto, o de manera tan abrupta, nos vemos metidos en una cuestión sencilla pero, como esas enormes  hamburguesas, que no sabe uno por dónde dar la primera mordida.

En gran medida parece que Aristóteles está hablando de Física, donde examina con motivo de la teoría del movimiento. Pero tiene expresiones como “Es igualmente anterior bajo la relación de la sustancia”. Y recordar que para este pensador existen las sustancias sensibles, materiales, como las esencias inteligibles o eternas: “Por esencia inmaterial entiendo la forma pura.”

Aristóteles menciona lo menos que puede las Ideas de su maestro Platón y hasta las combate. Si bien el concepto parece identificarse con las Ideas platónicas  que Aristóteles llama de variadas maneras tales como, acto, forma, materia, figura, elemento…Todo ellos valores sustantivos, esenciales, ideales.

En el pitcher y en el  niño hay un ser en acto que tiene la potencia para llevar a cabo algo que culminará en acto. ¿Cómo es esto? Tenemos dos actos, el primero atemporal porque preexiste no sabemos desde cuándo.
"
Esencia inmóvil" le dice Aristóteles. Lo que no cambia pero que tiene la potencia de hacer cambios en la sustancia sensible." Esa sustancia sensible que es susceptible de mudanzas."

Algo que a Schopenhauer le gustaría mucho cuando Aristóteles llama Voluntad al ser que tiene potencia de realizarse: “La voluntad realizándose sin encontrar ningún obstáculo exterior.”
¿Aquí empieza todo?

Y el segundo acto sensible, o material, que se hace presente, u obvio, con la culminación de la obra, llega la bola al cátcher, o la culminación del castillo de la arena de la playa.

En el libro noveno de su obra citada, Aristóteles señala que “el acto es lógicamente anterior a la potencia, pero posterior en el tiempo.” Con esto nos dice que en realidad sólo hay un acto. El mismo que está antes del desarrollo.

No olvidar que la filosofía de este pensador es reiterativa en la unidad, no en la diversidad. En el individualismo, como base de la diversidad, no de donde parte la abstracción disgregadora.

Es el acto que está antes del desarrollo (sino quién iba a impulsar el desarrollo, movimiento o devenir) Y es el mismo que está al final del proceso. Para que exista la potencia  tiene que haber un ser que pueda desarrollarla, como el escritor trabajando en su novela: “Un ser tiene la potencia” dice Aristóteles.

"En el origen de todas las cosas está  la actividad, el acto puro.Esta acción es al propio tiempo sustancia, Dios."(libro duodécimo)

No se entendería sino vemos que es acto supratemporal, eterno, y a la vez sensible o material.  Aristóteles, reiteramos, dice que para ayudarnos nosotros mismos a entender estas cuestiones, “debemos a veces contentarnos con analogías”.

En su estudio introductor de la Metafísica, Francisco Larroyo anota de Aristóteles, la analogía del polluelo, al decir que una cosa susceptible de transformarse en otra se halla en potencia y una vez trasformada se encuentra en acto: “El huevo se convierte en polluelo y éste en ave. El polluelo respecto del huevo se encuentra en acto, por su parte, el polluelo es una ave en potencia, esto es, capaz de convertirse en plumífero.”

En el último acto, el que corresponde a la causalidad, a lo material, podemos seguir el desarrollo lógico ya anotado de un ser que tiene una idea en potencia para desarrollar y, su culminación.

 Como el rollo de la película de John Wayne que vemos en el cine: en una sucesión simultánea de primero un cuadrito del celuloide y después otro cuadrito.

En el acto metafísico, en cambio, sería como si tuviéramos todo el rollo extendido ante nuestros ojos y de un solo vistazo viéramos todo el proceso, en el que no habría principio ni fin sino todo de una sola vez. Esto es,  un mismo acto al principio del (la pelota en el aire) movimiento y cuando llega al cátcher.

Aristóteles parece renuente a las abstracciones del tiempo físico, ese que mencionamos de la película de un cuadrito  y luego otro cuadrito. En su lugar se pronuncia por fundir el proceso (de acto, potencia, devenir, efecto  y acto) en un solo acto, cuando declara que el acto supremo es movimiento: “el movimiento parece ser el acto por excelencia.”

Podemos complicarla un poco más, para insomnes que ya se cansaron de ver el televisor:

El Ser, el pitcher, que fue el que puso todo en movimiento, está referido al No-Ser, que a su vez está referido al  Ser:

"Todo proviene del Ser; pero, sin duda, del ser en potencia, es decir, del no-ser, en acto." 

Los que leen la Biblia lo entenderán mejor: “La tierra estaba desierta y sin nada, y las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas.”(Génesis 1,1)

Aristóteles lo dice así: “…el no-ser es el fondo de lo que deviene, o llega a ser en el sentido propio de esta expresión.”

Algunos pensadores en la antigüedad, como Heráclito, contemporáneos de Sócrates, admiten solamente el devenir, el movimiento, la pelota, que va por el aire, con lo que se niega toda noción del Acto, del Ser. Nadie sabe de dónde salió la pelota y nadie sabe a dónde irá a parar.

Para otros, entre ellos Aristóteles, todo debe tener un principio, un pitcher, y un final, el cátcher:

"Se caminaría hasta el infinito, si lo que viene a ser fuese...es preciso pues parar."

Teniendo presente que el pitcher no es una abstracción, ni el cátcher tampoco es otra abstracción. Toda la jugada es unidad, un todo. Y en esto está incluido el equipo completo del club. Y desde luego el equipo contrario, con lo que se tiene completo el temas de los contrarios.

De ahí que la excelencia de la cultura occidental sea el Devenir, así entendido, y Jean Wahl lo rescata de Hegel: “Según Hegel Devenir es la síntesis del Ser.”

Los contrarios, la belleza de la cultura occidental, son el Romanticismo y el Laicismo positivo. En otras palabras, fe y razón. Pero, como los equipos en el campo de beisbol, todos hacen el conjunto, por más que unos y otros se saquen la lengua.

Esto, que parece todo un lío de la episteme, del conocimiento filosófico de instituto, es, en cambio, naturalmente muy sencillo.

Puede comprobarlo usted mismo la próxima vez que vaya de vacaciones al mar y vea a su hijo  en la playa construyendo  un castillo.

O en el próximo partido de beisbol vea  al pitcher lanzando la pelota.

 
ARISTÓTELES

“Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristotélēs) (384 a. C.-322 a. C.)1 2 fue un polímata: filósofo, lógico y científico de laAntigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.”WIKIPEDIA

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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