La mujer en mi vida puedo considerarla
nada más como un cuerpo o, también, como
cuerpo y persona.
Es decir, sólo como objeto físico o
como objeto físico y también psíquico. Como ser biológico que también es, y
tienen su esencia.
Si como objeto físico, puedo hacer
con ella como hago con mis calcetines cuando ya están viejos, substituirlos por
nuevos.
Si como físico y psíquico la
consideraré como a mí mismo.
Lo anterior es una de tantas maneras
(usted puede proponer otros modos o ejemplos) de considerar lo que se
conoce con las poco usuales palabras de óntico y ontológico. La cosa material y su esencia.
Podemos tener una aproximación del
animismo que los niños sienten frente a
los juguetes. No son sólo juguetes. Eso con los objetos manufacturados. Lo
natural se considera con voluntad de ser. El árbol y su esencia árbol.
Óntico, la cosa real que está en el
tiempo y en el espacio y se considera en
el cuadro de la causalidad.
En cambio, Morente dice: “Los objetos psíquicos no tienen
localización en el espacio.”
(Lecciones preliminares de filosofía)
Mis calcetines no dan problemas. Sólo
los usos y deshecho. Tampoco la mujer
como puro cuerpo, no da problemas. Estamos en los tiempos de la libertad y no
hay secuencias de neurosis. Cada quien por su lado y adiós.
Pero la mujer como persona deja de
ser un objeto desechable. Su manera será una serie de diferencias,
resistencias, relacionadas con mi modo de ver las cosas y situaciones.
“¿Qué es esto?-dice Morente. El
problema era el anuncio de que había una esencia por descubrir ahí detrás del
objeto.”
Las “discusiones” en la pareja se
consideran como manifestaciones sanas de dos naturalezas distintas. Sería
una manera dialéctica de ver el asunto,
con miras de llegar a la síntesis, es decir,
al acuerdo.
En contrario los gritos más fuertes
de uno llevan la intención de convertir óntico al otro, o a la otra, es decir,
en cosa.
Óntico es ser, pero ahora se busca que sólo
sea cosa, cualquier cosa. Stekel psiquiatra alemán del siglo
veinte, tratando de las
relaciones de pareja, cuando el conflicto llega al nivel de gritos dice:
“Despojado el ser amado de su divinidad significa el comienzo de su
depreciación y el final del amor.”(La
mujer frígida)
En la medida que se le reste al otro
el carácter ontológico se le relega al estado de desechable.
Consumir y desechar es la nueva forma de la leyenda.
Por conveniencia intrínseca, y fáctica,
tal vez no se le deseche, pero ya se le obligó a descender peldaños en la
escalera existencial, más que en la social.
Entender lo óntico y lo ontológico es
la llave para la vida. Para la vida
buena. ¿La llave?
En escalada se considera el punto de
la ascensión más dificultoso a vencer. Con las palabras de “llave” o también “cerrojo”.
Resuelto ese “paso”, ese “mal paso”, la ascensión integra será posible.
Consulte usted el diccionario de
filosofía, o el Internet, y encontrará que con frecuencia se emplean óntico y ontológico para
exhibir un entender intelectual muy complicado, y quedamos más confusos que
antes.
Los filósofos hablan para que ni siquiera los
entiendan los filósofos, no hablan para el común. De ahí que sus libros y
revistas no se vendan en las carnicerías ni puestos de periódicos.
Nos resultan extrañas esas palabras
porque no son de la literatura general. Para acabarla de enmarañar en el
discurso filosófico se apuesta a que sólo existe lo óntico, o sólo lo
ontológico, lo cual es partir al ser en la mitad. Morente se revela contra esta
concepción limitadora:
“…encontramos la misma categoría, el ser,
como primera categoría de los objetos reales y como primera categoría de los
objetos ideales. Los dos son: ahí está la unidad del ser.”
¿La esencia? “La esencia ya no es una
cosa en el mundo de las cosas reales; ya la esencia no es una realidad; ya la
esencia no está en el tiempo, ni es causada ni causante, ni es real: las
esencia son cosas ideales.” Divinidad, dice Stekel. Idealizarlas, y esto sí es
del común hablar.
Enseguida Morente pone otro ejemplo
de lo óntico y lo ontológico: “Las cosas reales son cada uno de los caballos;
pero la esencia “caballo”, eso ya no es real;
es un objeto ideal.”
En la categoría de las cosas que
Morente menciona es que los objetos físicos son reales y ocupan espacio y tiempo.
Los objetos psíquicos también
son reales pero no ocupan espacialidad. Estas
dos categorías tienen en común temporalidad.
La categoría ideal que le sigue puede evocarse con el triángulo de los geómetras o con el amor de los enamorados.
La categoría ideal que le sigue puede evocarse con el triángulo de los geómetras o con el amor de los enamorados.
“El triángulo es fuera del tiempo, en
cualquier tiempo. No empieza ser un día, en el sur de Italia cuando los
pitagóricos empezaron a pensar en geometría…Si algún día por catástrofe
milagrosa dejara de haber hombres sobre la tierra, dejaría de haber quienes
pensasen en el triángulo, pero no dejaría de haber triángulo.”
Lo mismo dice Schopenhauer cuando se refiere a la música:
"...la música, que trasciende de las Ideas y es por completo independiente del mundo fenomenal y aun le ignora en absoluto, podría subsistir, en cierto modo, aun cuando el mundo no existiese."(El mundo como voluntad y representación."
Lo mismo dice Schopenhauer cuando se refiere a la música:
"...la música, que trasciende de las Ideas y es por completo independiente del mundo fenomenal y aun le ignora en absoluto, podría subsistir, en cierto modo, aun cuando el mundo no existiese."(El mundo como voluntad y representación."
Así son esta palabras de óntico y ontológico. Palabras de
literatura especializada pero que dicen cosas comunes, muy conocidas y vividas
por todos.
MORENTE |
Manuel García Morente (Arjonilla,
Jaén, 22 de abril de 1886 – Madrid, 7 de diciembre de 1942) fue un filósofo
español y, converso católico, en sus últimos años de vida fue sacerdote. Fue un
gran divulgador, traductor de obras del pensamiento europeo, filósofo de cuño
original, y gracias a su magisterio oral y escrito se iniciaron en la
filosofía, y aún hoy día lo siguen haciendo, multitud de promociones
universitarias….En 1912 obtiene la cátedra de Ética de la Universidad de
Madrid. Su pensamiento oscila en este momento entre el kantismo —tesis doctoral
sobre La estética de Kant (1912); monografía sobre La filosofía de Kant, Una
introducción a la filosofía (1917); traducciones de la Crítica del juicio
(1914), de la Crítica de la razón práctica (1918) y de la Fundamentación de la
metafísica de las costumbres (1921) kantianas— y el bergsonismo —La filosofía
de Bergson (1917)—. Durante los años veinte inciden sobre su mente el
biologismo histórico de Spengler (tradujo la famosa Decadencia de Occidente del
citado filósofo de la historia alemán), Rickert, Simmel, y la axiología, merced
a la incorporación que se hizo de la obra de Scheler y Hartmann a través de la
Revista de Occidente. En las postrimerías de este decenio termina las
traducciones de las Investigaciones lógicas de Husserl (1929), junto con José
Gaos, y del Origen del conocimiento moral de Brentano: el método fenomenológico
será utilizado en adelante con singular destreza en su indagación
filosófica.WIKIPEDIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario