Catorce escritores y un filósofo

.




Autor: Armando Altamira Gallardo
Editado por la Secretaría de Prensa del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México
Serie: Cuadernos de Comunicación Sindical, número 69
Junio del 2003
63 páginas

Contenido:

Tennessee Williams
Ernest Jünger
Miguel de Unamuno
Norman Mailer
Claudia S. Duarte C.
Dante Alighieri
Irving Wallace
Johann W. Goethe
Willie Supher
P. Johonson
Herbert Kühn
Cayo Petronio
Graham. Greene
Julián Marías


Más cultura, más humano.
Esta expresión ha desatado grandes tormentas entre los educadores y los genetistas. Unos se imaginan un bloque de cantera sobre la que se puede esculpir atendiendo la idea del escultor.  Autorretrata el escultor su fantasía en su obra. Otros consultan la constitución de la roca y con base en ello proyectan la obra. No es lo mismo esculpir en una andesita que en un vidrio volcánico.

Pero el antropoide no es una roca inerte. Si puede, él decide de qué manera se hace humano o si se queda antropoide. En las sociedades libres el individuo tiene la oportunidad de escoger su panorama cultural. Los grandes intereses detrás de la pantalla buscan extraviarlo. En cambio el antropoide, frente a un estante de libros,  él decide su lectura. Una lectura que lo remitirá a otras lecturas. Y esas otras a otras. Cuando se de cuenta ya está en el juego dialéctico de la cultura universal. El libro que saque del estante es su decisión. Hace tiempo N. Abbagnano tuvo la misma idea: “Que sea una u otra cosa depende de mí, de mi decisión. Como decidiendo de mi decido de la apariencia o de la realidad del mundo del que formo parte, así en la misma decisión decido también de la solidaridad que me liga  a los otros o de la lucha y la ruptura entre los otros y yo… Si no me comprendo a mí mismo, no comprendo a los otros ni los otros me comprenden”.

El problema es que en México se leen dos libros al año, como promedio, y en cambio se ven miles de horas de pantalla. Pocos leen muchísimo, muchísimos leen poco y la mayoría nada. Parece una batalla perdida y el individuo no podrá decidir por él. Los magos del conductismo están pensando por él desde el otro lado de la pantalla.

Los 14 relatos que ofrezco persiguen la esperanza de lograr el hábito de la lectura. Son  sinopsis de reconocidas obras de la literatura universal. No compartimos el criterio de esconder el desenlace de cada una de ellas. Sería absurdo creer que dos cuartillas puedan quitar el encanto de las mil páginas de La Divina Comedia, por ejemplo.

Esa idea de fomentar la lectura libre, entre los trabajadores universitarios y sus familias (estamos hablando de más de cien mil implicados: treinta mil por cuatro), fue la que siempre abrigó el espíritu emprendedor de Alberto Pulido Aranda, secretario de Prensa del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien fue el creador de esta serie de Cuadernos de Comunicación Sindical. Como entre los trabajadores no se acostumbran los homenajes, le ofrezco desde aquí un reconocimiento por su revolucionaria intención en el terreno de la cultura.

 Es oficialmente aceptado por las autoridades educativas y por las gubernamentales del país, que enéxico se leen pocos libros de interés general. Se manejan cifras de uno o dos ejemplares por individuo, como promedio al año. Entre tanto, algunas publicaciones especializadas informan que en Europa estos promedios de lectura son, en algunos países, de hasta 30 libros por persona, y en los menos 24.

A esta inquietante realidad mexicana corresponde el plan que hemos desarrollado para la presente publicación. Esto es, ofrecer la reseña de varios libros, todos ellos trabajos literarios como son novela, historia y algunos de filosofía.

Hemos procurado siempre una síntesis que no rebasaran las dos cuartillas para cada uno de estos trabajos. La idea es que el lector tenga una idea completa, pero a la vez lo más breve que nos fue posible.

Nuestra esperanza es que se pudiera despertar el interés en el lector y éste empezara, a su vez, la lectura completa de algunas de las obras aquí relatadas.


Tennessee Williams

Una gata sobre el tejado caliente

Alcohólico y, quizá homosexual, el personaje Brick Pollit es probablemente el alter ego de Tennessee Williams, autor de la obra. Esta novela, más bien un libreto para la escena de teatro, mereció dos premios: el Pulitzer y el de la Crítica. Trata un asunto familiar que hace medio siglo (se publicó en 1955) causó mucho alboroto en la sociedad norteamericana pero que, salvo el innegable mérito del escritor, ahora pasaría como uno de tantos vulgares guiones de la televisión comercial mexicana.

Una familia entra en una inusitada actividad de intriga, envidias y patadas en las espinillas porque el padre, dueño de una considerable fortuna y nada menos que de una plantación cuya extensión mide 28 acres del mejor terreno en el delta del Misisipi, está a punto de morir de cáncer, ¡Y no ha hecho el testamento!

Son dos hermanos Gooper y Brick y sus respectivas esposas, Mae y Margaret. Es gente que no se anda por las ramas sacándose la lengua. El jaque mate por delante: Gooper y Mae tienen cinco hijos y otro que está por nacer. Además Gooper es abogado. Brick, en cambio, es alcohólico. Otrora un gran deportista pero que ahora es por completo indiferente a todo, incluida su esposa Margaret con la que ni siquiera se acuesta. Margaret, además, no tiene hijos. El alcoholismo de Brick hace que duerman separados y una cierta incapacidad en la biología de ella no le permiten concebir. En un momento ella le dice a Brick: “No estoy viviendo contigo. Ocupamos la misma jaula”. No hay duda de quiénes son los que van a aparecer en el testamento. El padre se inclina por Brick pero no ve claro, Alcohólico, tal vez homosexual, y sin hijos…

Es cuando se revela el carácter y la voluntad de Margaret. La vida la ha colocado en la posición más difícil. Exactamente como se encontraría una gata a la que hubieran arrojado sobre un techo de láminas metálica que estuviera muy caliente: “Me siento todo el rato como una gata sobre el tejado de zinc caliente”, dice.

Y cuando el otro matrimonio echa las campanas al vuelo, poniendo por delante su fertilidad, y por otro lado la esterilidad de Margaret, ésta anuncia que está embarazada. No le creen pero ella sigue sosteniendo su verdad. Finalmente hace que el otro matrimonio entre en duda y vea que ha sido derrotado. La herencia se irá para con Brick, el hijo favorito y que ahora, finalmente, va a tener descendencia.

No es cierto que Margaret vaya a tener un hijo pero se propone concebirlo para esa noche. Ha ido a ver al ginecólogo y le dice que es su día fértil. Le esconde las botellas de licor a Brick al tiempo que le dice: te las devolveré hasta que haya pasado esta noche. Cuando esté embarazada los dos nos emborracharemos celebrando mi embarazo. Y como Margaret es bella, está buena y tiene un temperamento de esos que, proponiéndoselo no deja escapar ningún espermatozoides el otro acepta. Un alcohólico es capaz hasta de acostarse con su mujer con tal de recuperar su botella de licor. Por lo demás, una de sus frases de Margaret es que “El fuego no se apaga si no nos enfrentamos a él”.

En realidad la herencia para Margaret está en segundos planos. Lo que la hace tomar esa decisión es el gran amor que siente por su marido, aunque sea un alcohólico y tal vez homosexual. Pero hay algo más de fondo. Quizá su esterilidad se deba a cierto sentimiento de inferioridad de Margaret frente a Brick. Pero cuando se da cuenta que, el otrora fuerte atleta ahora es un ser no tan fuerte, le dice: “Solía pensar que eras más fuerte que yo y no quería que me dominaras. Pero ahora, desde que das a la bebida… soy más fuerte que tu y puedo amarte auténticamente”. Para ella todo está en función de amarlo, no de dominarlo. Y en toda la obra no se encuentra una sola mención que ese amor sea una inclinación masoquista por parte de Margaret.

Si sale a relucir lo que algunos sociólogos han escrito de los norteamericanos en el sentido que en esa sociedad la mujer es la que dice y los hombres los que hacen. La obra termina con estas palabras de Margaret hacia su querido marido: “Ah, vosotros los débiles, vosotros débiles y hermosos… Los que abandonáis… Los que queréis es alguien… que se encargue de vosotros… dulcemente, dulcemente, ¡con amor! y … yo te quiero de verdad, Brick, ¡te quiero!”

No hay final feliz en esta obra. Se trata de un mundo familiar que se pudre día con día. Sólo Margaret, con su gran voluntad, su enorme amor por el marido y su anhelo de tener un hijo puede revertir todo. Pero en tanto no lo logre, esta gran mujer se encontrará como una gata sobre el tejado de zinc caliente…

Ernest Jûnger

Conversaciones con Ernest Jûnger

Jünger llevó una vida durante la segunda guerra mundial que no debió ser ajena a muchos alemanes que se encontraron en su posición. Era parte de las fuerzas de ocupación en Francia y, según sus confesiones a la prensa (yo las encontré en un trabajo de Julien Hervier que le hizo una entrevista cuando Jünger tenía noventa años de edad. El trabajo se llama Conversaciones con Ernest Jünger), desde ese puesto ayudaba a gente de diversas nacionalidades, incluidos judíos. Tal vez podríamos pensar en lo que la literatura de aventura ha dado en llamar “doble espía”. O bien de alguien que al terminar las hostilidades declara no haber estado de acuerdo con la causa a la que en realidad había servido con entusiasmo.

Su espíritu de aventura lo llevó a alistarse tempranamente en la Legión Extranjera antes de 1914. Su padre logró sustraerlo de esa situación y lo regresó a casa. Para consolarlo le prometió que formaría parte de una expedición alpina al Kilimanjaro en África, pero en breve estalló la primera guerra mundial en la que pelearía los años que durara el conflicto. Fue herido catorce veces y al final le otorgaron la medalla ‘Al mérito”, que era la más alta distinción alemana. El caos económico y el desorden de la sociedad, llevado a cabo por los partidos políticos, hicieron de Alemania (todos decían querer salvarla) poco menos que la tierra de nadie. Jünger participó al lado de los cuerpos francos de filiación paramilitar que, metralleta en mano, enfrentaban a los anarquistas y socialistas de todo matiz. Irónicamente él se confesada más tarde como un “anarquista”. Como parte de los Cascos de Acero trataba de poner orden en todas partes: “De ese año datan sus primeros artículos de periodista político en El Estandarte, suplemento extremista de la revista de los “Cascos de Acero’ la más importante liga alemana de ex combatientes”. Por esa época escribe un manual de táctica de guerra.

En la segunda guerra mundial es parte del ejército de ocupación en Francia en donde es llevado a formar parte del Estado Mayor alemán. Sus conocidos le reprocharán haberse identificado con la subversión interna cuando las cosas empezaron a ir mal. Sus amigos del Estado Mayor lo envían al frente del Cáucaso para sondear las reacciones de los oficiales ante una eventual violencia contra Hitler”. Se preparaba ala sazón el atentado que llevaría a cabo más tarde el conde Stauffenberg.

Ateo o cripotocristiano, le da por leer la Biblia en medio de la guerra para poder sobrellevar la situación bélica que al parecer ha llegado a incomodarle o aterrarle.

No obstante su declarada posición antinazi posterior, sus conocidos lo señalarán al final de haber trabajado con empeño en la segunda guerra mundial: “Después de la capitulación alemana, a pesar de su claro repudio al nazismo, choca con la hostilidad de aquellos que lo acusan de haber sido su precursor”. Durante las guerras habló el lenguaje de éstas. En la segunda pos guerra habló el lenguaje de la paz. Y de haber sido un decidido defensor de su nación más tarde lo vemos como decidido protagonista del concepto de nación y defensor de un orden internacional sin fronteras.

La historia de Jünger fue en realidad la de miles de alemanes. Se vieron envueltos por fuerzas poderosas y encontradas. Pero a él se le conoce por su incursión en el campo de la literatura Dice que leía mucho Y que escribía sus proyectos de novelas aun en las trincheras de la primera guerra mundial entre ataque y ataque. Es natural que sus trabajos reflejen el ambiente de conflicto que entonces prevalecía en Europa. Su primer libro publicado fue Tempestad de Acero que de inmediato tuvo un general reconocimiento. Durante la ocupación de Francia se reunía, con permiso de sus superiores en tertulias literarias con escritores franceses y de otras nacionalidades.

La vida de Ernst jünger fue versátil, basada en su participación en las dos grandes guerras se podría escribir de él que fue un alemán a la altura de los tiempos. Pero, ¿de los tiempos de quiénes? Los diversos bandos lo consideraron como uno de ellos. Por lo mismo no faltaron quienes lo señala como uno que en realidad pertenecía al bando contrarío.

Miguel de Unamuno

Dos madres

Miguel de Unamuno es un filósofo y no le da vueltas al tema que trata en esta novela. El hombre que tenga que ver con dos mujeres a la vez va a ser triturado como un haz de hierbas entre dos engranes de acero. Si insiste en permanecer en esa situación perecerá literalmente, O al menos en lo que corresponde en su panorama de libertad. Este se irá reduciendo. Hay libre albedrío (no libertad jurídica) para entrar el laberinto. Pero una vez dentro hay que obedecer las reglas del laberinto. Piénsese en la vida matrimonial de Tolstoi, por ejemplo. Para huir de ella tuvo que huir de su casa cuando era ya anciano y se encontraba muy minado de su salud.

La tesis es que el mundo, la ciudad, la sociedad, es en realidad el campus de la mujer. El hombre hará berrinches y gritará. Creerá que domina la situación. Pero no pasará de ser un niño tironeado por dos mujeres. .Un hijo jaloneado por dos madres. Juan, el personaje de este relato, ve a las dos mujeres como mujeres. Pero ellas lo ven como si fuera su hijo. Al menos eso va a hacer Raquel, la mujer que no puede tener hijos: “ ven; ven, Juan, ven!;Hijo mío Hijo mío! ¿Para qué quiero más hijo que tú? ¿No eres mi hijo?”.

Esta idea la tomó Unamuno del episodio bíblico de las dos mujeres que aseguraba frente a Salomón ser cada una la madre de un mismo niño. De aquí el título de este trabajo de Unamuno: “Dos madres” Sólo que en la Biblia el niño tenía un defensor que lo protegía con su sabiduría. Fuera de ese ámbito el hombre que se cree dominador perecerá. Así sucedió a don Juan el personaje varón de este relato.

Juan vive con Raquel, una mujer viuda pero él quiere a Berta, una muchacha soltera. No sabe que Berta está enamorada de Raquel: “De quien estaba Berta perdidamente enamorada era de Raquel. Raquel era su ídolo”.

Esta novela de Unamuno es corta en términos de cuartillas, más bien se trata de un cuento largo. Sin embargo tiene varios temas que uno solo de ellos le da materia para un trabajo extenso. Da la impresión que en esta obra al autor le faltó tiempo y espacio para un mejor desarrollo de los asuntos insinuados. Parecería que es más bien como un prontuario en el que se anuncia una multiplicidad de temas.

Por ejemplo el mencionado lesbianismo. Ocupa dos renglones y no se le toca más. Al final este lesbianismo se va a trastocar en una especie de enmarañado amor maternal.

Mediante un hábil proceder, Raquel se las ingenia para quedarse con la fortuna de su compañero Juan. No le interesa el dinero por sí, sino por la capacidad de intriga que éste le permite. Se las ingenia y al final tiene bajo su control las vidas de Juan, de Berta, con la que se ha casado Juan, y a la niña que tienen Berta y Juan. Pero tampoco los quiere destrozar con este control tan astutamente Conseguido. Lo que quiere Raquel, la mujer estéril es tener tres hijos: Juan, Berta y Raquejita la hija de estos.

Incapaz de encontrar la salida del laberinto, Juan muere. Juan huyó de las dos, y algo más. ¿Cómo fue ello? Sólo se supo que, habiendo salido en excursión hacia la sierra, en automóvil, lo volvieron a su casa moribundo y se murió en ella sin recobrar el conocimiento”. Sus amigos de paseo no saben si fue accidente y se salió del automóvil y cayó al barranco. O deliberadamente saltó hacia el abismo. Igual saltó Ana Karenina hacia las ruedas del tren. Ana Karenina es la antítesis Una mujer entre dos hombres. Lo mismo pasará con Madame Bovary de Flaubert.

Berta quiere recuperar a su hijita y safarse de Raquel y toda esa situación pero, le dice Raquel “Con qué dinero vas a criar y a educar a Raquel”, Berta termina aceptándolo. Pero Raquel no olvida su papel de mujer estéril - madre y le dice que ella, Berta, necesita casarse Si lo hace, le dará una dote para que la entregue a su nuevo marido: “Si te vuelves a casar te dotaré Piénsalo No se está bien de viuda”

Norman Mailer

Los desnudos y los muertos

Los norteamericanos siempre creyeron que los japoneses contaban con fuerzas suficientes para defender la isla Anopopei, en el Pacífico. Después se darían cuenta que en realidad el enemigo había estado mal aprovisionado, que su armamento era insuficiente y que su resistencia había sido ejemplar.

Sin embargo el general Wilson Cummings, encargado del ejercito en aquel lugar, tuvo que considerar varios planes para poder lanzar la ofensiva final. Encontró que era necesario enviar a una patrulla a inspeccionar el terreno que quedaba en la retaguardia del enemigo. Se trataba de una isla pero cuya extensión era de setenta kilómetros. Por lo mismo se hacía necesario tener información de la topografía y de las reservas reales con que contaban los “japos”.

Y esta es la historia de esa pequeña partida de soldados norteamericanos que, con disciplina y miedo, se internan en la selva llena de enemigos de los que en realidad desconocen todo su potencial. Tienen ocasionales encuentros con los ocupantes a tos que les hacen alguna baja y ellos mismos tampoco salen ilesos. El balance final será de un muerto por cada lado.

Cuando estaban con el grueso del ejercito su actitud se limitaba a rutinas y hacían lo menos que podían. O se la pasaban buscando el pretexto para que los declararan incapacitados y de esa manera fueran trasladados a otro lugar o regresados a Estados Unidos. Pero una vez que se han desprendido del grueso de las fuerzas, y deben actuar solos, empiezan a hacerse una serie de reflexiones que hasta entonces no habían considerado: “ Que coño es eso del alma?” Nunca va a alcanzar Mailer los niveles de descripción de Faulkner cuando se trata de plasmar la conducta de los soldados norteamericanos de esa contienda, pero desde luego que se va a situar muy por arriba de una infinidad de escritores de ese país que abordaron el mismo género literario.

Otro del pelotón tiene el pensamiento que muchos soldados norteamericanos, en el frente, debieron tener: nosotros peleando por defender los valores de nuestra civilización, la patria, la economía y nuestro hogar, y nuestras esposas y novias...

Goldstein, el judío, sueña con regresar a Estados Unidos y emprender un negocio. Entre tanto, no puede evitar hacer algunas reflexiones, respecto de los judíos, como ésta: “Somos un pueblo perseguido, rodeado de opresores.. .siempre vamos de desgracia en desgracia.. .sin ser queridos y en tierra extraña”. El autor se sirve de uno de sus personajes para hacer algunas consideraciones respecto de la naturaleza de los judíos. La reflexión que Goldstein se hace es que: “un judío es un judío porque sufre. Todos los judíos sufren...De este modo perduramos”

Mailer describe el estado de ánimo de los soldados del pelotón de esta manera: “Una hormiga que caminara en línea recta habría avanzado con la misma velocidad: No pensaban en ceder ni en continuar. Y cuando al fin deciden regresa sin haber terminado su misión, y consiguen llegar de nuevo donde está el ejercito se percatan que la isla ha sido tomada completamente por sus compatriotas Pero nadie se da cuenta que han regresado. Simplemente se les había olvidado la existencia de aquel puñado de valientes.

Hay un soldado, Martínez que es mexicano. Entre otras cosas, Mailer es uno de los escritores norteamericanos que no pone al mexicano como un macho vale madre, pistola al cinto estilo Pedro Infante y botella de tequila en la mano, violador de mujeres y asesino de niños y ancianos. No. Martínez es tan cobarde, valioso, mediocre y heroico, como el resto de los soldados.

Esta novela fue publicada en Estados Unidos en 1948, apenas tres años de haber terminado la guerra. El autor tenía entonces veintiséis años de edad. Tras graduarse en Harvard y alistarse en el ejercito había estado entre las tropas que ocuparon Japón después de la derrota. La crítica calificó este trabajo como “la más grande novela de guerra escrita en este siglo”. Norman Mailer fue comparado con Hemingway y con Tolstoi. En varias ocasiones ha recibido el premio pulitzer en atención a su labor de novelista.

Claudia S. Duarte C.


El hábito en la sociedad humana

Cuando la vida se ha enredado de tal modo que diera la impresión que ese país ha tomado el camino de la disolución, parece que es tiempo de asomarse al comportamiento del individuo y del grupo al que Pertenece. Es decir a Sus hábitos de existencia. La vida del individuo humano en sociedad está estructurada en la perspectiva del bien común. Esto requiere cierto comportamiento rutinario que, a su vez, se deriva de los hábitos desarrollados. Los hábitos exigen, para su formación, cierta disciplina en dos terrenos que son el intelectual y el moral.

Las notas que siguen fueron tomadas, textualmente, de un trabajo llevado a cabo por Claudia Salomé Duarte Calixto titulado: Las órdenes normativas a la luz de la filosofía del derecho. Fue desarrollado como tesis para obtener el título de licenciada en Derecho, con la asesoría del Dr. Eduardo Alfonso Guerrero Martínez, de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, el cual obtuvo en el verano del año 2002.

El valor protegido por las normas jurídicas es el bien común, y éste Presupone la existencia de una sociedad (...) El bien común es el orden y la paz: ningún hombre quiere vivir en una sociedad para ser en ella la victima de los caprichos de los demás; la seguridad se deriva del orden y la paz, pero aportando la ayuda y protección que los individuos esperan de los demás mediante la unión social (…) Mientras que la moral se haya integrada por preceptos individuales, las reglas del trato constituyen un módulo colectivo de conducta.

Para la filosofía aristotélica-tomista, el hábito es una segunda naturaleza, algo que se añade a la potencia y que la perfecciona en su operación. El hábito se reconoce en una potencia y tiene tres características principales: 1) la firmeza en la acción, orientada a los actos en un determinado rumbo, 2) La claridad en la acción, que permite hacer las cosas fácil y hábilmente, sin titubeos, y 3) El placer que se experimenta al actuar, y esa actividad resulta agradable, fácil y natural.

El espíritu que origina a los convencionalismos sociales es el de la civilidad, cortesía, buenos modales, urbanidad, etc., que puede consistir en formas de saludar, de vestir, de comer en la mesa, de hablar, etc. Cuando estos convencionalismos se enraízan en la generalidad y se prolongan durante largo tiempo, reciben el nombre de costumbres. En toda costumbre, no sólo en la jurídica, hay la repetición de la acción regulada, la práctica o fórmula conforme a la cual se hace una cosa, o queda resuelta una dificultad, esta fórmula se repite por imitación porque se considera la solución adecuada para resolver problemas que nuevamente se plantean en condiciones parecidas (…)

Dante Alighieri

La divina comedia

La divina comedia ha quedado circunscrita a los salones de estudio. La expresión “dantesco” es muy familiar. Sin embargo, a diferencia de la enorme influencia que este gran poema tuvo en las literaturas europeas, en nuestro medio cultural no se deja sentir la misma opinión. En el país se leen pocos libros por persona al año por lo que, es de suponer, se prefieren trabajos menos complicados.

También se debe a que la obra tiene un enorme contenido metafísico. Al menos ese es el ambiente en que se desarrollan los acontecimientos de este trabajo. Es una visión épica que Dante tiene del más allá. Así, el contenido de La divina comedia se vuelve menos comprensible en la medida que la sociedad se aleja de los temas teológicos. En la edad media lo religioso llenaba todo el panorama y el tema era de lo más accesible. Pero en nuestros tiempos, en los cuales todo tiende a ser laico y secular, Dante es realmente una cuestión extraordinaria. El mismo Dante se refiere a este asunto ya muy avanzada la obra cuando, en el canto II del Paraíso, advierte: “no os internéis en el piélago, porque quizá perdiéndome yo, quedaréis también perdidos”. Y la nota explicativa correspondiente, que es la número mil cuatrocientos setenta y dos, dice que el apóstrofe lo dirige Dante a los lectores de su poema que le siguen sin más preparación que de las ciencias humanas.

También dificulta su lectura porque es una de las obras que contiene una cantidad enorme de notas explicativas, lo cual rompe la ilación del relato en el lector con una frecuencia casi absurda. Por lo demás esta cantidad de notas marca el carácter de la obra. Es un poema que ha trascendido a través de los años desde el día en que fue publica por vez primeras en el siglo catorce
No obstante lo anterior, a La divina comedia le sucedió lo que al Apocalipsis de San Juan en el Nuevo Testamento. Ambos trabajos fueron escritos para su tiempo con una intención política y utilitaria de entonces. Transcurridos los siglos las personas a las que Dante se refiere pasaron y las circunstancias políticas también cambiaron. Por lo den si no fuera por las abundantes notas explicativas tanto del Apocalipsis como de La divina comedia, de seguro que muy poca cosa entenderíamos de esas dos obras literarias Esos trabajos nos parecerían como dos grandes galimatías A las que, por cierto, cada quien les daría la interpretación que más le pareciera pero que desde luego no correspondería a la idea original de los autores y de sus tiempo.

Se trata de un viaje imaginario de los poetas Virgilio y Dante a través del infierno, el purgatorio y el paraíso. Se supone que Dante, guiado por Virgilio al principio, y por Beatriz más tarde, hizo su viaje al infierno en el año mil trescientos. Después pasaría al purgatorio y finalmente al paraíso. En este lugar es en el que Dante conoce a la bella Beatriz: “Aquel sol que fue el primero que abrazó de amor mi corazón”. Y queda cautiva de ella. No hay que olvidar que Beatriz es una metáfora de la teología. Una nota explicativa del canto II dice: Beatriz, que fue en el mundo mi primer amor. No olvidemos que es símbolo de la teología”.

En este primer viaje los poetas conocen y se encuentran con diferentes personas: por ejemplo, Platón y Aristóteles están en el limbo, lugar que pertenece al purgatorio; Virgilio, el guía de Dante, ya es muerto, va en espíritu; el único mortal en todo el recorrido es Dante. Desde luego es una obra llena de enseñazas en contra del egoísmo, como los siguientes ejemplos: “En el cielo no se dice mío, sino nuestro”, o esta otra: “El rumor del mundo no es más que un soplo que tan pronto viene de un lado como de otro, y cambia de nombres por lo mismo que cambia de sitios”.

Pero hay más de fondo en esto de Dante y La divina comedia. Debido a acontecimientos políticos de su tiempo, hubo en la ciudad del poeta conflictos armados. Dante se encontraba identificado con el bando contrario a la Iglesia. Perdida la partida, el poeta tuvo que huir por un tiempo al extranjero. A eso se debe que entre los personajes que colocaría en su extenso poema como habitantes del infierno, se encuentran varios papas. De esta manera cuestiona la vida del cristianismo. Es uno de los primeros grandes episodios documentados en que aparece por primera vez en la literatura el laicismo como arma punitiva contra la iglesia. Se recordará que el laicismo es el gran vehículo del que se servirá el renacimiento más adelante como expresión del humanismo. Empezará como un laicismo meramente no religioso, pero no antirreligioso que después sería la tónica de las expresiones políticas Por eso es que en La divina comedia, dicha, o escrita en plena edad media, Dante va a ser el modelo temprano de Lutero que tardará casi dos siglos en llegar.
Dante nos parece como el eslabón perdido entre el Eneas de Virgilio y el Dante (como viajero del submundo) de Dante. Nacido en el último siglo antes de Cristo, Virgilio escribirá dentro del paganismo su Eneida. En esta gran obra Eneas, el personaje principal de la caída de Troya, se introduce en una enorme cueva que, poco a poco va configurando al submundo habitado por muertos que Eneas conoció en vida. De tal manera hay una línea directa, literaria e histórica, entre Virgilio, Dante y Lucero.

Irving Wallace

Las esposas mormonas de UTA

Este relato pertenece al género de la novela histórica y trata de la esposa número 27, de uno de los presidentes de la Iglesia Mormona, a mediados del siglo diecinueve. Se llamó Ann Eliza. La celebridad que alcanzó esta mujer y la mención reiterada de la iglesia, relacionada con este caso, se debe, sobre todas las cosas, no a ella en sí y ni siquiera a la iglesia misma, que tiene su importancia propia como cualquier otra institución religiosa la puede tener.

Es el sentimiento que despierta la sola mención del matrimonio múltiple que convierte el terna en un asunto polémico de interés exagerado. Igual acontece con la Iglesia Católica cuando se habla del celibato no cumplido de algunos de sus sacerdotes o del tutile gamuchi (intercambio de esposas) entre los yaquis o los varios grupos religiosos que, con esta última característica, se dan a conocer de vez en cuando en Estados Unidos.

Tanto el cine como la prensa escrita ven estos aspectos como filones seguros de taquilla y en tres horas la mitad del planeta ya está hablando de ellos. Sobre todo si son inducidos por una buena mercadotecnia. Pero advierte que tratándose de la poligamia todo mundo le entra a “desglosar” el tema y sin límite de tiempo. Si se tratara de la poliandria o del tuteli gamuchi mencionado, que son los mismos en el fondo. La Plática apenas duraría dos minutos. La poligamia es un tema sabroso para hombres no la poliandria.

El cristianismo en sus orígenes fue perseguido en el Cercano Oriente y después en Europa, durante sus primeros trescientos años, debido a que no era la religión oficial del Imperio Romano. El mormonismo fue perseguido en Estados Unidos no porque fuera una creencia diferente al cristianismo religión predominante ante entonces en ese país, si no porque vivió y defendió el postulado del matrimonio polígamo.

José Smith, fundador del mormonismo, había recibido la revelación de que en la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Ultimo Día, debía institucionalizarse el matrimonio múltiple. “Múltiple”, como se ha dicho: varias o muchas mujeres para un solo hombre, nunca al revés. Esta idea se arraigó mucho en la mentalidad mormona. Años más tarde, Brigham H. Robert, historiador mormón, escribió: “ Según el fiscal del distrito de los Estados Unidos en el territorio de Utah), 100,000, de una población de 144,000, practicaban o creían en la poligamia.”

Brigham Young, segundo presidente y guía de la Iglesia Mormona llegó a tener 27 esposas y 56 hijos. Precisamente Ann Eliza había sido la número 27. Por una serie de situaciones tanto familiares como de carácter personal esta mujer abandonó a su ilustre marido y a su iglesia en la que había nacido. Fue una acontecimiento por completo increíble en su tiempo, mediados del siglo diecinueve. Durante más de diez años se dedicó a dar conferencias por todo el país en las que abogaba porque se acabara el matrimonio polígamo y buscaba el fin mismo de la Iglesia Mormona. Contaba cosas horribles de los “santos” mormones. Acabó demandando el divorcio de su distinguido esposo.

Entonces el gobierno de Estados Unidos se vio en vuelto en situaciones de jurisprudencia que ni se esperaba. Todos condenaban el matrimonio polígamo como una cosa absurda y aberrante. Los mormones contraatacaban, refiriéndose a la práctica del adulterio de los no mormones: “Entonces el delito no consiste en tener muchas amantes, si no en casarse con ellas”, decían. Y si el gobierno ponía al margen de la ley el matrimonio polígamo (se entendía de manera tácita pero ahora se veía que era necesario hacerlo de manera explícita) entonces había que prohibir también lo que por hecho y costumbres ya se había aceptado con algunas tribus indias norteamericanas cuyos hombres también tenían varias esposas. Nadie en el gobierno quería entra en esa dinámica, pero tampoco podía quedarse así.

Y cuando un juez federal, furioso antimormón, aprobó el divorcio de Ann Eliza, y condenó al Profeta, su esposo, Brigham Young, a pagar pensión a su esposa número 27, los primeros que protestaron fueron los de Washington pues de esa manera el juez estaba legalizando la poligamia. Una cosa era el “matrimonio celestial” que ante la ley ponía a todas las esposas múltiples mormonas en el nivel de concubinas, y otra cosa era darles categoría de legitimidad y que era lo que en realidad querían los mormones.

Después de votar el Congreso varias leyes que prohibían el matrimonio múltiple, pero a las que nadie en Utah hacía caso, se aprobó otra ley, que ahora si definitivamente parecía poneele un hasta aquí al matrimonio plural y se llamó “Ley Edmund-Tucker, en marzo de 1887.

De todos modos, como dice Irving Wallace el autor de este trabajo literario, el matrimonio celeste siguió practicándose de una y mi maneras:” En 1959, un alto funcionario de la Iglesia Mormona admitió ante este escritor que había 2,000 polígamos en Salt Lake City. Un fiscal relacionado con la administración de la ciudad dio la cifra de 5,000 polígamos-“

Ann Eliza, la heroína histórica de la novela de Wallace, en su vida se caso tres veces y tres veces se cambió de religión primero fue mormona, luego metodista y después estuvo militando en Ciencia Cristiana. Obtuvo mucho dinero de sus conferencias, de sus acciones en la Bolsa de Valores y de sus divorcios. A los ochenta y seis años de edad vivía completamente sola, en la extrema pobreza casi en la indigencia Y, de haber sido una de las mujeres célebres en su tiempo ninguno de los que investigaron su vida supo qué pasó con ella al final. Simplemente desapareció. Supongo que vivió sola entre la multitud sus últimos años.

Johann W. Goethe

En la vida real Goethe se dejaba ir de cabeza por el amor de una mujer al parecer sin importar que ésta fuera soltera o casada. Durante medio siglo procuró mantener nexos sentimentales con Charlotte von Stein, esposa de un oficial de la corte de Weimar, Alemania. Se dice que esta mujer no era bella y además que carecía de salud y tenía siete hijos. En cambio, poseía una inteligencia desarrollada y educación refinada. Durante cincuenta años Goethe le escribió de manera constante relatándole las acciones y pensamientos de su vida. En medio siglo de recibir cartas Charlotte seguramente tuvo para llenar varios volúmenes y ser publicada como literatura epistolar, como Anáis Nin hizo con las cartas que fue recibiendo de Henry Miller Es probable que ya se haya llevado a cabo esa publicación aunque, la verdad, no lo sé.

Esa situación en “triángulo”, que vivió en carne propia, y durante tanto tiempo, es la que va a reproducir en su novela “Penas del joven Werther”. Carlota Buff será la mujer idolatrada del personaje central Wether y Alberto se llama el marido de ésta. En los días en que Alberto es apenas su novio, Werther la conoce y se prende de ella. Pero a tal punto que no le importa que el

Otro, con el que eventualmente desarrolla alguna amistad, sea su novio y después llegue a casarse.

El sigue, como sien el mundo sólo existieran Carlota y Werther Carlota lo tiene como amigo y, de tanto en tanto, llega a interesarse en algún momento por Werther Pero es pasajero el interés y sabe que su vida y su destino están junto con su marido. Es todo.

Werther no para ahí, Y da la impresión que su exaltado lirismo sigue un plan muy de la época en Europa y es el de suicidarse. Tiene una predisposición al suicidio y abundan las expresiones a ese respecto: “Cada vez se habitua más a estos funestos pensamientos que llegaron a ser familiares al extremo”. Nada tan romántico en esos días como suicida por una mujer. Su romanticismo es tal que manda pedir prestadas las pistolas que sabe que el esposo de Carlota tiene guardadas en un mueble de su casa, y esto para que Carlota lo sepa y tenga una noticia previa de lo que él piensa hacer Al final logra suicidarse

Por orden del administrador lo sepultan a las once de la noche. El cadáver es conducido al panteón y enterrado por los jornaleros y, como fue un suicidio, ni siquiera el sacerdote asiste al entierro. Quién sabe cuantas veces haya pasado por la mente de Goethe mismo la idea del suicidio que después proyecta en su personaje Werther. Un pensamiento del escritor alemán es “le atribuimos todo al personaje cuanto tenemos y le encontramos, además cierto atractivo ideal. Entonces este hombre feliz es perfecto, es la creación de nuestra fantasía.”

El trabajo está escrito desde la tercera persona del autor del libro. Werther se dirige a su amigo Guillermo. Tiene la técnica de La novela epistolar. Pero, al ser sólo Werther el que escribe, y Guillermo jamás contesta, lo más probable es que Guillermo sea en realidad un diario y no una persona. De esta manera Goethe hace las veces de Dios, o creador, que puede llevar para acá o para allá a sus personajes. No se involucra con sus pasiones ni con sus destinos. Sólo observa a Werther que escribe a “Guillermo”.

En ocasiones hay la certeza que Guillermo le contesta pero pudiera ser que el estado de ánimo tan exaltado en que se encuentra Werther, lo hiciera llevar el soliloquio hasta el extremo de establecer una especie de diálogo con un amigo imaginario.” Agradezco, querido Guillermo, que tu amistad haya entendido tan bien lo que yo quería decir. Tenes tazón, lo mejor que puedo hacer es irme. Pero la invitación que me haces para que regrese a tu lado no corresponde mucho a mi pensamiento” (…)

Esta es la novela que hizo de Goethe una celebridad. Después vendría su “Fausto”. El trabajo del joven Werther fue publicado en 1774. Las condiciones sociales, culturales y políticas por las que pasaba Europa hicieron de esta novela un éxito increíble para nuestros tiempos del siglo xxi. Frente a toda su sencillez temática y de técnica literaria se ha dicho que este libro es una metáfora. Se comenta de ella que a través de este trabajo se cuestiona el modelo básico de subjetividad del siglo dieciocho o bien que, a través de su novela, Goethe hace un comentario penetrante de la introspección efusiva de la conciencia de ese siglo (…) Eso dicen los comentaristas. La verdad es que nadie sabe si Goethe sólo se propuso hacer una composición lírica de un sencillo amor tan apasionado como funesto para su protagonista principal Werther.

Willie Supher

Tecnología, terror de los artistas

¿El poeta sigue escribiendo a mano con la pluma de ave, con tal de evitar esa cosa horrible llena de datos pero falta de imaginación que se llama “computadora?. Desde luego que no y los hay que llegan a las cafeterías y, en tanto les sirven su taza de café hirviendo, sacan su “lap top” y empiezan a escribir dejándose llevar improvisadamente por la inspiración. Pero la pregunta, que contiene la vieja polémica entre el arte y la tecnología, encierra ella sola la esencia y contenido del libro “Literatura y tecnología, de Willie Supher. Esta obra tuvo su primera edición en inglés en 1968, la segunda en 1971 y la primera en español fue de 1974 contó con el inusitado tiraje en México de 10 mil ejemplares.
Tiene cuestiones tan valederas y a la vez tan desconcertantes en su sencillez, o en su complejidad. Como aquel prejuicio de algunos intelectuales, y no pocos científicos, a mediados del siglo pasado de negarse a toda costa a tener televisión en su casa. Ver, analizar y creer o no creer, es lo que se estaban negando a si mismos. Pero en cambio eran lectores asiduos de periódicos...Y de intelectuales cancerberos en defensa de la masa desapercibida, se convertían en intelectuales anacoretas. Casi solos, de arréglenselas como puedan. ¿Cómo enterarse del asesinato que en la actualidad hacen algunos canales televisivos a la educación del pueblo, mediante sus programas de la banalidad superflua y ociosa, si no los ven? Y ver que la banalidad misma, si no se abusa de ella, tiene su lado educativo como contraste al señalarnos la calidad de la cultura.

Hemos dicho banalidad, no vulgaridad. Esta última, como forma de existencia que prevalece en las colonias populares de las ciudades, es vista por algunos poetas como un arrecife lleno de vida y colorido en donde se pueden extraer ricas experiencias en el lenguaje, la rutina de todos los días, los estereotipos de la clase social de más arriba, pero también de improvisación aleccionadora. La improvisación es ese caro anhelo de los artistas que alzan las manos en señas defensivas contra la disciplina sistemática del científico y del técnico y les lleva a decir: mejor artesanía que arte, mejor el jazz que la partitura sinfónica.

Era la época en que al mundo veía corrientes del pensamiento libertario, freudiano, marxista y nietzscheano. Y hasta llegaron a formularse preguntas tales como si las máquinas llegarían a dominar a los humanos. La literatura de entonces logró algunas obras de calidad en ese género. Y se fue extendiendo el tema hasta hacer un alto y ver hacia la novela y cuestionar su desarrollo clásico. Así fue como aparecieron las “novelas difíciles”. Y se desacreditaban los clásicos como Dickens, Flauben, Cronin...”Desempeñar papeles románticos implica una inmediatez existencial y la sensibilidad romántica es incoherente”, se cita en la obra referida. Eran noveleas tan difíciles que cuando, después de 500 páginas, uno creía que estaba leyendo algo así como la cuádruple raíz del principio de razón suficiente, le salían con que no, que el asunto era sobre las chicas nocturnas de la Colonia Obrera.

“Literatura y tecnología” nos habla de la sabrosa polémica que llenó toda una época entre arte y tecnología “El artista tenía una relación con la realidad bastante diferente de la del científico, una relación de amor y aceptación, en vez de precaución, sentido práctico u odio”. Pero sobre todo nos deja entrever la posición de los intelectuales de entonces. O se les había secado la mollera y no tenían más temas que ese, o bien eran sinceros en su ingenuidad respecto de que, un medio de comunicación, podría llegar a dominar al humano. Algo así como si las tuercas, los aceites y los engranes pudieran más que el intelecto, la libido y la neurosis del humano.

Hablaba de su miedo antropológico. Como si el hombre de las cavernas tuviera miedo de las pinturas que dejaba en sus paredes. O hacían como el indígena que creyera que al tomársele la fotografía se le robaba su alma. Era el fetichismo en pleno siglo veinte.

El mundo de la ciencia y la tecnología necesita la práctica de la acumulación de datos y para ello se requiere disciplina. Se creía que esta rutina limitaba el espíritu artístico. Y ahí tenemos a Nietzsche, José Ingenieros y a Samuel Ramos hablando pestes contra el hombre rutinario. Y de ser rutinario a ser mediocre no hay más allá de dos centímetros. Y entonces era cuando abundaban las citas de Nietzsche, Marx y Freud. Quién sabe si ellos estarían de acuerdo de todo lo que se dijo que ellos habían dicho: si el contexto era el indicado...

Desde luego se trataba de discusiones por demás encantadoras y didácticas pero, como sucede siempre, esto se daba en círculos intelectuales por demás reducidos. El 99 por ciento de la población del mundo ni idea tenía que era el personaje central de la polémica. Al igual que en la actualidad los indios ni se imaginan la gran revolución que los criollos, los ladinos y los mestizos hemos levantado en torno de ellos. Antes que nos los acabemos por completo querernos que sepan los importantes que son para nosotros...

Todo va a dar a! tema o realidad de lo poco que en este país se lee de libros. Este libro de “Literatura y tecnología” es seguro que sea una de tantas ediciones de calidad que hizo el Fondo de Cultura Económica en los años setentas, pero de los que se hayan vendido acaso apenas unas docenas de ejemplares

P. Jonson

El laicismo en la universidad

Laicismo es una palabra familiar a los trabajadores de la Universidad Nacional. La van a escuchar por lo menos durante 30 años. Si bien, hay casos en que falta precisión del concepto. En rigor, laicismo no es una meta en si. Más bien se trata de un camino para llegar a un fin. Este fin es el Humanismo.

Humanismo es donde el individuo puede vivir con toda libertad de pensamiento en el universo de las ideas y las artes tales como la filosofía, el teatro, la literatura... En nuestros días resulta hasta desconcertante estar escuchando a cada rato la palabra “laicismo”. Si hay libertad en la práctica del Humanismo, ¿para qué estar repitiendo que se es libre?

Esto era necesario hace siete siglos, cuando en Europa se pensaba casi de una sola manera y era según el modelo cristiano. Se buscó entonces un sustento ideológico que no fuera pura teología. Podría incluir la teología, pero también otras disciplinas culturales. Y lo que se encontró fue que faltaba mucho trabajo original en ese sentido. Mil años de teología habían producido po cos filósofos.

No hay que malentender. En todos los siglos de la Edad Media hubo filósofos en muchos países europeos y también en los árabes, pero eran más los teólogos. En las universidades medievales existieron las cátedras de las llamadas ciencias humanistas pero por lo visto era el tiempo que se necesitaba más de ello. Fue cuando se volvió la vista a la filosofía de los griegos antiguos, su teatro, su tragedia, la escultura. La expresión “occidental” se compone de tres elementos esenciales que son lo griego, lo romano y lo religioso judeocristiano. Todo eso con su gran substrato de ciencia y tecnología recogida de todas las partes que habían sido conquistadas en el tiempo de los grandes imperios de la antigüedad y lo que más tarde ellos mismos, los europeos, inventaron y descubrieron.

Si había más cristianismo es que estaba faltando cierta nivelación de los otros elementos. Es lo que en líneas generales se conoce como “Renacimiento”. Ahora bien, es tesis limitada creer que el laicismo es el producto de la rivalidad entre el Pontífice y el Rey situación que hizo crisis en el siglo catorce en Europa. El Humanismo es mucho más que un pleito entre jerarcas. Es el anhelo de libertad de pensamiento y de manera de vivir.

Si bien, el movimiento humanístico se dio en las capas pudientes de la sociedad europea de entonces. Por eso a ese Humanismo se le clasificará siglos más tarde como “humanismo burgués”. ¿Hay un humanismo proletario? Ignoramos que alguien haya desarrollado alguna investigación en este sentido. Esperamos que nadie vaya a cometer la barbaridad de creer que lo que las masas ven en la actualidad en la televisión sea alguna especie de Humanismo. Pero si, el no creyente de las áreas populares de las ciudades, al estar alejado de la vida y la cultura de la Iglesia, pero al que también le faltan los fundamentos filosóficos de la antigüedad, quizá pueda llamársele “humanista de espejo o de reflejo”, porque va a reproducir los esquemas que la clase de arriba les haga llegar, pero con la limitación y distorsión que a ella convenga.

Los señores feudales de la Edad Media, en los que se podían localizar áreas de conocimiento, ya para entonces se estaban trasformando en lo que más tarde se conocería como “burgueses”, capitalistas y banqueros. Señores feudales que absorbían la cultura que hombres acuciosos corno Dante, Petrarca y Boccaccio, entre otros, habían rescatado de los conventos guardados hasta entonces por los frailes: “La recuperación de los clásicos latinos siguió adelante gracias a la labor, entre otros grupos, de Poggio Bracciolini, buscador infatigable de textos en las bibliotecas monásticas de todo Europa, que sacó a la luz nuevas obras de Cicerón, Quintiliano y otros autores...Tres manuscritos en concreto, conservados en la Biblioteca Vaticana, manifiestan su pasión (de Petrarca) por el arte de la escritura” (Paul Jonson “El Renacimiento” Ed. Grijalbo Mondadori, Barcelona, 2001). Pero los señores feudales no sólo absorbían cultura si no que también la producían, y en grande, de una manera u otra, ya fuera directamente o bien como mecenas.

Cabe la aclaración porque, cuando se habla de trasformaciones en el campo de las ideas, hay la tendencia a generalizar lo que en el origen sólo fue de grupos reducidos. La gran base social, es decir el pueblo estándar, por desgracia, poco tuvo que ver, al menos en sus comienzos, en este movimiento debido a sus limita dos recursos económicos y de preparación académica. Sigue sucediendo. En nuestros días las conferencias de personajes de la cultura y la ciencia se dan en los auditorios, entre tanto los trabajadores y obreros en general, oficinistas, etc, se encuentran afanados en otras áreas lejanas.

Como sea, el laicismo en sus orígenes es no religioso, y de ninguna manera anti religioso. El laicismo se ocupa de fortalecer los valores del Humanismo. Necesita paz y libertad para desarrollar sus ideas. En el caso de la Universidad Nacional, Humanismo es sinónimo de autonomía frente a las ideas religiosas en general. Aunque eso no impide que en ella se estudien las religiones. Después vendría en Europa el laicismo agresivo (anti religioso) que sería agarrado como instrumento de expresión política.

En el caso de la Universidad Nacional, cuando se dice “educación laica”, se está expresando un anhelo humanista en el campo de las ideas. Pero no se está diciendo que la UNAM sea enemiga de alguien. Está a la defensiva, eso sí, de que las iglesias no metan mano en su institucionalidad. Y también de que al Estado y alguno de. sus gobiernos pudiera ocurrírsele influir en algún sentido.

Hay una preparatoria, o mejor dicho, un plantel de la Preparatoria Nacional, que se llama Justo Sierra, un auditorio que se llama Narciso Bassols (y en el que con frecuencia sesiona el Consejo General de Representantes del STUNAM), el escudo de la Universidad Nacional es idea de José Vasconcelos. A lo largo y ancho de la Universidad Nacional hay salas con enormes pinturas de Fray Alonso de la Veracruz, de Felipe II, de Fray Juan de Zumárraga, de José María Luis Mora, un busto de Benito Juárez en la Biblioteca Nacional (en el edificio de la Hemeroteca Nacional, Zona Cultura, sur de Ciudad Universitaria de Maximiliano de Hapsburgo (…) ¿Quiénes fueron, qué dijeron, qué hicieron? ¿Qué tuvieron ellos que ver con el tema que estamos tratando, que es el laicismo? Todos ellos han escrito respecto de los fines que persigue la universidad y de sus cómos o sus maneras.

El trabajador universitario, entonces, necesita profundizar en el tema del laicismo y distinguir entre estos dos tipos de laicismo que hemos mencionado. Aquí se encontrará con el origen laico religioso de la Universidad Real y Pontificia que empezó en el siglo dieciséis, poco después de la conquista. También, andando el tiempo, con la gran labor del liberal Don Justo Sierra, y la no menos importante del católico José Vasconcelos.

Normalmente la Universidad Nacional vive en la larga espera Darwiniana, aprendiendo de la sociedad, enseñando, adaptándose y proponiendo. Pero nadie puede evitar que el catastrofismo, tan defendido por Cuvier, se haga presente en algún momento. Un meteoro puede volver a caer y ahora aplastar los esqueletos de los dinosaurios. O bien en la explanada de Las Islas, de Ciudad Universitaria, podría explotar otro Krakatoa y transformar radicalmente el campus. Todo eso ha sucedido varias veces en la universidad a lo largo de los siglos.

Mucha de esta información, respecto de la aplicación del laicismo en la UNAM, se encuentra en la famosa polémica de altura que protagonizaron Vicente Lombardo Toledano y José Vasconcelos. O en la carta renuncia que hiciera Ezequiel A. Chávez ante el Presidente de la República Lázaro Cárdenas, o en el discurso que Narciso Bassols, a la sazón Secretario de Educación Pública, pronunciara ante la Cámara de Diputa dos, etcétera.

Herbert Kühn


La cueva de Altamira y el eterno retorno

En 1868 se descubre la cueva de Altamira, en una somera colina en Santillana del Mar, España. Tiene pinturas de enorme calidad artística, de la época glacial, con una antigüedad de hasta 40 000-30 000 años. Leído así, esto parece no decir algo especial. Pero, si se le observa Con detenimiento, se encontrarán contradicciones que los científicos del siglo XIX no sabían cómo abordar.

La lectura literal de la Biblia dice que el principio de la vida, al menos la antropomorfa, tiene unos 6 mi años, ¿De dónde salieron esos 40 mil años?

Por otra parte, el gradualismo de la teoría de Darwin dice que primero está lo sencillo y después de una larga peregrinación, lo evolucionado. ¿De dónde salieron esas pinturas propias del impresionismo del siglo diecinueve?: “Y la base de esta teoría es el concepto de que lo primero tiene que ser lo más sencillo, y todo lo avanzado, lo complejo, ha de ser posterior” (Herbert Kühn, El arte de la época glacial). Según esta teoría de Darwin, los dibujos deberían ser como los de un niño recién dejada la lactancia.

A la sazón, el impresionismo es una corriente artística que libra su más fiera batalla para afianzarse como lo más avanzado entre el mundo artístico de Francia. Son los mismos rasgos, igual movimiento, idénticos colores, las luces, las sombras que quedan en el primer plano o por detrás de la figura {...} “Precisamente a los darwinistas, corno entonces se llamaba a los defensores de la evolución, del desarrollo, no podía convencerlos la perfección artística de las figuras de Altamira”.

Pronto se encuentra la solución: las pinturas son falsas. Los impresionistas se metieron a la cueva y empezaron a pintada. Alguien quiere vernos la cara de tontos a los especialistas. Así se declaraba en el Congreso de Antropología y Prehistoria, realizado el 11 de marzo de 1862 en Berlín. Y por varias décadas, la cueva es satanizada y se hace lo posible por olvidarla. ¡Lástima! Se hubiera tratado de la más portentosa cueva en términos de hallazgos encontrados en su interior y con la calidad ya anotada! ¡Más aun que la de otra formidable cueva, que luego se descubrirá, llamada “Lascaux” “De todas las grutas ornamentadas, la de Altamira es la más extraña y la más impresionante”.

Pero eso no es todo. En torno de la cueva hay dos tragedias humanas. El dueño de los terrenos donde se ubica la cueva. Marcelino Sautuola, que ha comunicado la presencia de las pinturas a los hombres de ciencia, ha pasado como un mentiroso. El Congreso que sentencio que las pinturas eran apócrifas, lo declaró tácitamente como un embustero. Lo que esto pesó a lo largo de toda su vida (murió 20 años después del descubrimiento) lo encontramos en que sus ultimas palabras fueron pronunciadas para decir que las pinturas eran autenticas, que él no era ningún mentiroso.

Edouardo Hlarlé, fue tal vez el principal impugnador de la veracidad de las pinturas de Altamira. Era ingeniero de puentes y caminos. Como se encontraba con frecuencia figurillas labradas y tiestos con pinturas antiguas, en los terrenos que removía en el campo, llegó a ser un gran aficionado a la antropología. De esta manera influyó en hombres de ciencia que tampoco creían en la antigüedad tan remota de las pinturas.

En las décadas siguientes otras cuevas fueron descubiertas en la región de los altos Pirineos. En su interior se encontraron pinturas que correspondían al estilo de las de Altamira. La autenticidad de ésta estaba fuera de duda, pero había sido tan satanizada en aquel Congreso de Berlín que nadie se atrevía a mencionarla.

El abad Jesús Carballo, que después sería el encargado oficial de la cueva de Altamira y director del Museo Prehistórico de Santander, le repetiría en cierta ocasión a Herbert Kühn, el autor de este libro al que nos estamos refiriendo, las palabras que Edouardo Harlé le comunicara: “Querido amigo, ha pasado un cuarto de siglo desde mi equivocación de 1880, y no puede olvidarla; continuamente me asalta el recuerdo de lo que hice. Es como una mancha sobre mí y sobre mi carrera científica. Y esa mancha es imborrable”

Tampoco Harlé fue del todo responsable. El culpable fue el espíritu de la época. Hay descubrimientos que se adelantan a su tiempo y no se les comprende. Así es la ciencia. Uno de los requisitos del método científico es la duda, y el que le sigue es la comprobación. Y todo esto requiere tiempo. Además que la ciencia necesita desarrollar sus herramientas de trabajo. No hay que olvidar que sería hasta 1949 cuando E Libby haría el descubrimiento del isótopo llamado C 14.
Como sea, lo sorprendente aquí es que fueron los hombres de ciencia los que se opusieron en un principio “Son los investigadores mismos, no son cualesquiera ignorantes los que se alzan contra este descubrimiento, Y eso es grave, lo que será difícil de comprender a las generaciones siguientes’’

Pero los antropólogos no son los úricos metidos en este ‘‘espíritu de la época’’. Lo está toda la sociedad. Los pensadores debaten fuertes cuestiones tales como que la historia es lineal o es circular. En geología esto está fuera de dudas. Mientras arriba las montañas se hacen viejas, allá abajo ya están dadas las condiciones para volver otra vez al principio (…) Casi un siglo más tarde el filósofo español. Julián Marías sostiene que nada se repite “Por negativo que sea el presente, por logrado que haya sido un momento del pretérito jamás éste volverá a vivir” (“La justicia social y otras justicias”, Colección Austral, Espasa-Calpe, Madrid, 1974). Pero una obra muy conocida de Nietzsehe hasta se llama “El eterno retorno”, Y, al menos en lo que se refiere a las pinturas de la cueva de Altamira, hubo un retorno después de 30 mil años. Este fue el estilo en pintura llamado impresionismo.

Cayo Petronio

Leyenda del hombre lobo

Kant, Schopenhauer, Bakunin, Marx, Nietzsche [ .} por orden de aparición. Representantes del pensamiento secular. De ahí, mil variantes del razonamiento práctico. Y, sin embargo, esa misma cultura, la occidental, cree en el Hombre Lobo.

Recientemente Jack Nicholson protagonizó el filme Lobo. Se mueve en el mundo moderno de Estados Unidos. Actuación que corresponde a este destacado artista. Recordemos la gran variedad de filmes que se han filmado y exhibido con este tema desde hace mucho tiempo. Algunos que se podían ver, otros de plano eran un churro. Hasta el cine mexicano le ha entrado al tema. Aquí, por salud mental, de plano nos guardamos los comentarios.

Pero no se trata de ninguna puntada que haya inventado la industria cinematográfica. Como sí ésta pudiera inventar algo que no vaya más allá del empobrecimiento cultural de las masas. Ya en El Satiricón, de Petronio, aparece el tema del hombre lobo con todos los elementos de las películas mencionadas. Sería más preciso decir que el trabajo de Petronio ha servido de base a la industria cinematográfica. Petronio, se recordará, fue contemporáneo de Nerón, el famoso emperador romano. Estamos hablando, entonces, de 2 mil años atrás. Se trata de un relato acabado. Tiene todos los aspectos de cosa verdadera. Esto hace pensar que el origen de tal leyenda se pierde en la historia. Y no sería exagerado creer que arranca del mismo panorama paleontológico. Luego sería parte de La Caverna, de Platón.

Petronio, elegante poeta del estoicismo, ofrece el siguiente relato: dos amigos se dirigen a través del campo a la casa de una familia conocida. El camino los lleva a tener que atravesar por un cementerio. Uno de ellos se detiene un poco. Cuando el otro voltea ve que su compañero “formó un círculo de orina en derredor de su ropa y al instante se convirtió en lobo. No os creáis que os gasto una broma; yo no diría una mentira por todo el oro del mundo (…) Cuando se hubo trasformado en lobo empezó a aullar y desapreció del bosque”. Más adelante llega al lugar que ambos se dirigían, le dicen que un lobo había atacado la noche anterior a los animales del corral de la casa, alguien lo enfrenta y el amigo apareció herido, el médico lo atiende y el otro concluye que se trata de la trasformación que él había presenciado.

Como se ve, el asunto es parecido a nuestra creencia del nagual. Es decir, un humano que se trasforma en fiera. El principio y la finalidad de ambas metamorfosis difieren, pero los rasgos generales del asunto son parecidas. Nuestros humanos-naguales (hombres y mujeres) aún existen en las montañas próximas al Distrito Federal. Se dice que tienen una trasformación mediante un intenso proceso mental hasta alcanzar los mundos de la metafísica. Su finalidad es tratar de remediar algún entuerto que padece la gente. En el caso del Hombre Lobo, de los occidentales, se trata de una trasformación bestial que tiende a seguir instintos animales sin otro fin que matar y devorar, como corresponde a un lobo. Si hay alegoría, sería recordar el submundo instintivo que llevamos a cuestas. En especial cuando hay luna llena. Y de hecho no nos costaría mucho trabajo aceptar que ya no es necesaria la metamorfosis aquella de que salgan pelos hasta cubrirnos el cuerpo. Las ciudades están llenas de cada ejemplar (…)

Cuando Nicholson siente que la mordida que le dio aquel lobo, en la carretera empieza a trasformarlo, acude a la ciencia médica. Esta acaba por remitirlo con una especie de chamán blanco. Doctor y toda la cosa pero que pronto se ve que tampoco va a poder hacer algo por aliviarlo. Ante la incredibilidad y desconcierto del mordido, el doctor ofrece una frase interesante: Hace apenas 25 mil años que dejamos la jungla”. Muy científicos, muy racionalistas, muy espirituales, pero el paquete antropológico supervive en alguna parte de nuestro ser. Apenas hace 5 mil años se inventó la rueda, la ciudad más antigua no tiene más de 10 mil años, antes, la edad de piedra y, entre tanto, la selva (...]

La película “Lobo” tiene un final feliz pero original. No es como el monstruo Frankstein que se pierde en la soledad ártica exigiendo a su creador, el doctor Frankstein, que le haga una compañera como él. Tampoco es Drácula que vive solo en sus fríos castillos balcánicos a través de los siglos. Nicholson ya no puede volver a su forma antropoide y adquiere definitivamente el aspecto y la naturaleza de lobo. Pero tras él va una güera, hermosa y decidida, que lo ama y que buscó a través del contacto sexual con el Hombre Lobo, volverse loba. Y como el instinto y el amor van más allá de muchas cosas, ella también se interna en el bosque buscando a su lobo Nicholson.

Graham Greene

Lo que te quería comentar es un trabajo de Graham Greene en el que Querry es un arquitecto inglés al que le fastidia la fama profesional que ha alcanzado en Europa. Harto, esa es la palabra que utiliza, se larga a China. “Esas mismas personas que arruinaban mis iglesias eran las más entusiastas, después, para elogiar mis construcciones. Los libros que escribieron sobre mi obra, las piadosas motivaciones que me atribuyeron (…) Bastaron para hartarme del tablero de dibujo”. Por algún detalle de última hora en las salidas del aeropuerto no alcanza boleto. Bien, dice, que sea a cualquier otra par te. ¿África? ¡Está bien, a África!

De esa manera va a dar a cualquier lugar del continente negro. Sólo que ese “cualquier lugar” es un lazareto edificado y atendido por sacerdotes y monjas. Irónico porque él es ateo. No obstante, acaba por sentirse a gusto en aquel lugar de dolor, austero y apartado. Trata de ser útil y les diseña algunas construcciones que están por edificarse para los leprosos. Cerca hay una plantación de palmeras que atiende André Rycker y su esposa Marie, a los que visita en una ocasión.

Los padres del lazareto se dan cuenta que Querry anda huyendo de algo. ¿Tal vez de algún lío de mujeres? Casi hasta el final se darán cuenta que anda huyendo de la fama. Pero no es fácil que Querry logre tal propósito. Parkinson es un periodista que, como todos ellos, anda en busca de noticias. No tarda en descubrirlo y fabricarle una historia haciéndolo pasar como un hombre de ciencia que ha ido al lazareto para ayudar en esa misión inhumana a los sacerdotes (…) Lo pone casi como un santo. ¡Un ateo santo! Desde luego Querry se molesta por lo que dice de él y porque lo ha vuelto a hacer famoso, o porque lo ha sacado de su anonimato.

Entre tanto, Marie no soporta a su esposo Rycker e intenta una especie de huida de la plantación de palmeras. Aprovecha que Querry va al pueblo cercano al lazareto en su auto y le pide que la lleve hasta ese lugar. Esa tarde, y esa anoche intiman un poco, bajo los efectos del vino, sin llegar ni a menores ni a mayores.

Marie acaba de darse cuenta que está embarazada. Desde luego es de su marido Rycker pero miente y dice que es de Querry Usted sabe que no es verdad, le dice éste. Entonces ella le da una ingeniosa aunque sincera explicación. Sucedió la vez que usted nos visitó en la plantación de palmeras. Cuando estaba con mi marido pensé en usted. Lo hice con tal intensidad hasta lograr humedecer mi vagina: “Si no hubiera pensado todo el tiempo en usted, habría estado completamente seca, y en esos casos los niños no vienen tan fácilmente. En cierto modo, es hijo suyo”. Al final ella regresará a Inglaterra sola y con su embarazo.

Entre tanto Rycker cree que el niño es de Querry, como Marie le ha dicho, lo busca borracho y furioso. Lleva una pistola y cuando lo encuentra le da dos balazos. Querry muere. Los sacerdotes lo enterraron en el panteón de ellos, no obstante haber sido Querry un ateo llegaron a quererlo y lo respetaron hasta después de su muerte y deciden no poner cruz en su tumba.

En Un caso acabado, como en La montaña mágica de Thomas Mann, unos cuantos personajes dialogan en torno de los temas de la cultura occidental: teología, filosofía, arquitectura, el dolor humano (…) Alguien le dice al otro cuando opina que la religión es una mera superstición: “ qué importa? Si vivo por algo, es por la superstición. Hubo otra, totalmente faltante de pruebas, y Copérnico la sustentaba, según la cual la tierra giraba alrededor del sol. Sin esa superstición, ahora no podríamos disparar cohetes a la luna, tenemos que apostar por nuestras propias supersticiones. Como Pascal apostó por la suya”.

El que no respeta la memoria de Querry es Parkinson, el periodista. Contra todo deseo que Querry tenía de vivir olvidado por el mundo estando en el lazareto, él vuelve a escribir sobre la “Muerte de un científico santo”.

A la postre, sin embargo, Querry logró lo que andaba buscando. Descansar en un lugar desconocido y lejano de Europa.

Julián Marías

La justicia social y otras justicias

Este filósofo, “una de las cabezas pensantes españolas de mayor prestigio y universalidad”, nació en Valladolid en 1914. Vivió en Madrid gran parte de su existencia, en donde se doctoró en filosofía en 1951. Esto quiere decir que vivió muy de cerca el drama que protagonizaron entre sí las izquierdas de la Segunda República Española: socialistas, anarquistas y comunistas.

Y se ve que le ha dado vueltas al asunto durante muchos años. ¿Cómo desarrollar un trabajo político sin que el partido dirija las acciones políticas del individuo?“Los partidos me parecen una condición esencial para la legitimidad, la concordia y la vida civilizada. ¿Cómo, entonces, siento repugnancia a pertenecer a cualquiera de ellos?” (Ed. Espasa- Calpe, S. A. Colección Austral, Madrid, 1979).
Sus cuestionamientos son de calidad. Julián Marías es una filósofo de verdad. Trae el paquete de los filósofos de todos los tiempos. Pero su visión fresca hace que se aparte del terreno árido especulativo, y aborde cuestiones de los tiempos recientes y con enfoques para el estándar.

Cree dar con la solución que, en realidad, otros ya habían pensado. Es el mismo anhelo de los filósofos que quieren que el individuo sea tan suficientemente filósofo que nadie pueda decirle nada y que él, en cambio, pueda decirle a la sociedad. Como si la humanidad naciera magistral y no existiera el aprendizaje a base de prueba y error. ¡Porque aun la reminiscencia necesita de un período de recordación!

A estas alturas de los tiempos Julián Marías no puede rechazar, ni quiere, la presencia y la acción de los partidos. Sin embargo, considera que la mayoría de los votantes deberían no pertenecer a ningún partido político. Aunque sí ir a votar.

Es decir, actuarían como una superconciencia política que le daría el triunfo a alguno de ellos, pero sin pertenecer al mismo. De esta manera el individuo seguiría libre de todo programa, o control estatutario, y de toda obligación (tal vez algo de esto sucedió en México el 4 de julio del 2000). Los afiliados harían la obra negra respecto de la organización y la propaganda, poner urnas y vigilarlas, contarlos votos y, en último caso, poner el pecho para defender el voto.

Los no afiliados nada más votarían: “Los afiliados deben ser los que organizan el mecanismo electoral en todas sus fases, los que velen por los derechos del partido, los que asumen las funciones políticas, optan a los cargos electivos, ejercen el Poder en caso de triunfo electoral, trazan las líneas de la oposición cuando no alcanzado la victoria. Un partido nacional bien organizado reclama muchos esfuerzos, y no puede funcionar más que con un considerable número de miembros repartidos por el país”.

En ocasiones parece que estamos leyendo a George Orwell con su metáfora de la granja. Hay un determinismo de la historia, el eterno retorno, al que el autor se opone en la escala macro, pero en lo inmediato hay dificultades para descifrar la libertad del individuo en el panorama de un sistema parlamentario.

El individuo debería ser libre por sobre todas las reglas y a la vez dictar las reglas por medio de su voto individual, universal y secreto (…) ¿Esto es la esclavitud o sólo la mitad de la democracia? ¿La libertad o el panorama de la casi dictadura? Esta superconciencia política no quiere aprender, no quiere escuchar. Quiere dictar, quiere enseñar. Y a la vez ve a la sociedad actual como una granja en el que las gallinas pueden ir y venir por todos lados pepenando y copulando. Empero (…) la granja tiene un dueño, o dueños (la Cámara de Legisladores que legislan lo que otros legisladores, cercanos o lejanos, les permiten que legislen), que dice cómo tienen que ser las cosas.

Y el autor, por más que le busca lleno de la mejor intención y armado con las mejores luces de la esperanza y la academia, parece desencantado cuando escribe al final, respecto de este tema y refiriéndose a los dueños de la granja: Son esos mismos señores los que, libremente, por un acto de decisión, imponen el determinismo”.

En suma, el trabajo citado de Julián Marías, en este capítulo concreto, nos vuelve a enfrentar con un enigma. El que a las izquierdas de la Segunda República Española no les fue dado resolver, cuando se encontraban bajo los fuegos cruzados entre la Montseny, la Pasionaria, Franco, Stalin y Mussolini.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores