Las Monjas de Chico Hidalgo



Esta es la región de importancia alpina que encierra insospechadas posibilidades para el escalador.
De sus numerosas agujas y paredes rocosas están escaladas sólo el uno por ciento.
Su altura sobre el nivel del mar se encuentra en los tres mil metros.



















Las Agujas,entre la tormenta, en el camino a Las Monjas
8 agosto 2010



 El Macizo de Las Monjas, visto desde el(sur)  Balcón de Las Goteras.











 Hay varios valles acondicionados para acampar. Con puestos de vigilancia policiaca en tres puntos (ver planos): Forestal, Carboneras y Chico, es en la actualidad, sin lugara dudas, el lugar más seguro para turistas, familias y montañistas.


Un kilómetros hacia el oeste, a partir del valle de las Ventanas, siguiendo la carretera, está  la zona de acampar El Cedral, del  poblado de Estanzuela.Amplio, con una laguna (represa) como tema central y con vigilancia permanente las 24 horas. Frecuentado por familias.Su ubicación permite a los escaladores instalar sus tiendas y partir de ahí a los diversos lugares grupos rocosos y regresar por la tarde al campamento.Lo mismo para los atletas o corredores.




El ambiente nefasto en el que han caido otros rumbos visitados tradicionalmente por los montañistas, como Telapón, Monte Tlaloc, Nevado de Toluca, La Malinche, Popocatepetl, Iztaccihuatl, Ajusco,San Miguel (Desierto de los Leones), por nombrar sólo algunos, donde la gente es asaltada y hasta asesinada, ha orientado esta inseguridad hacia la Sierra de Pachuca a la gente.


En el Valle de Las Ventanas se localiza un confortable albergue, bien construido y en la actualidad administrado por gente de montaña que enseña técnica alpina, conoce numerosas rutas de escalada y orienta a los visitantes. Cada fin de semana es visitado el lugar, ademas de la gente de montaña, por familias, grupos  scout y escolares. En sus proximidades hay un espacio para acampar en tiendas, si se prefiere.




Para caminar, trotar o correr, está el formidable circuito Forestal-Carboneras- Chico- Ventanas.




1 La Bandera -2 El Espejo- 3 La Rosendo de la Peña-4 El Dedo-5 El Crestón-


Las Monjas entre la tormenta. Vistas desde el sureste
 8 agosto 2010









Ofrecemos dos escaladas de esta región como son la pared norte de  Las Goteras y la norte de La Blanca. Ambas subidas por primera vez por Raúl Revilla (foto).

En pocos lugares alpinos se encuentra un circuito como el que aquí ofrecemos.Para montañistas en el ejercicio de caminar o bien para corredores. Se inicia según el gusto. Del valle de Las Ventanas (o del pueblo El  Chico- Carboneras- Forestal-Ventanas-Chico) Nosotros acostumbramos empezar en la Forestal- Carboneras- Chico-Ventanas). La altitud del recorrido  oscila entre los 3 mil y los 2,300m.




































1 Las Ventanas- 2 Macizo de Las Brujas-3 Las Goteras-4 La Colorada-5 Los Panales-6 El Balcón de Zaratustra.




El mosquetón fue construido artesanalmente por Revilla en un tiempo que se carecía en el país de implementos para la escala "artificial".Notese que en lugar de resorte para cerrar tenía una especie de grapa.
Esta vista de Las Goteras está tomada de la cumbre de La Colorada.









Raúl Revilla, de Pachuca, Hidalgo. Trazó la primera de esta aguja, en los años cincuentas del siglo veinte.





La Blanca. Su vía de acceso es por el norte (izquierda, parte sombreada).Foto derecha: el escalador
se encuentra al inicio de la ruta de subida,directa, hasta el árbol que se ve en la cima.
Raúl Revilla llevó a cabo su primera, en la década de los cuarenta del siglo veinte.




la línea roja indica la vía de ascenso

 






























En el lado noroeste del macizo de las Monjas se ubica el Circo del Crestón. Contiene  varias vías de escaladas como se muestra en el dibujo. Se llega  a este lugar desde el Valle de las Ventanas.
Otra manera, muy directa y cercana, es de la carretera Chico-Capula.

















El bello paisaje de la Sierra de Pachuca siempre estará ahí, para el humano sensible que sepa ir a su encuentro.


Los nombres de sus ilustres personajes de la Academia, de sus políticos  en general, los militares y sus comerciantes,  que llenaron una época, acabarán borrándose de la memoria de los pueblos.
flanco norte del Macizo de las Monjas,en el camino Chico-Capula.La de la grieta del centro es El Espejo, la de la extrema derecha la Rosendo de la Peña.


Ese paisaje, árido del oeste, verde cercano del norte y su   lejanía azul, se conservará igual para las generaciones de montañistas, y demás gente, que están por venir en los tiempos inmensurables.


Ahora que las ciudades han crecido tanto, y Pachuca no es la excepción, algunas patologías han aparecido atrofiando tanto los sistemas fisiológicos como los estados emocionales del hombre y la mujer: sedentarismo y estrés, para sólo mencionar un  ejemplo de cada caso.


Nada como vagar por los bosques y los valles para eludir, en lo posible, la peligrosa practica de la “polifarmacia”, como la ciencia médica ha señalado a la práctica de ingerir pastillas, sobre todo en la gente de edad avanzada. Y, ya por esto, nada más, vale la pena agarrar la mochila y empezar a ascender en dirección a los bosques y valles altos.


Los habitantes de la ciudad de Pachuca ocupan, geográficamente, un sitio privilegiado como pocos lugares. Bastan quince minutos, de caminar, a partir del Reloj, o a lo más una hora, para  pisar ya  los primeros lugares  de la ladera montañosa.


En el extremos sur de ese mismo Valle (Cuenca) de México, en la ciudad del mismo nombre, es necesario hacer un torturante viaje en trasporte para alcanzar los primeros bosque, ya sea hacia el Ajusco, en el sur, Los Dinamos de Contreras, en el oeste y más, mucho más, para las montañas del este.


Ir a los bosques montañosos llena, sobre todo, una necesidad más elevada que el mero ejercicio físico. Emerson, enamorado de la naturaleza, dice: “ La naturaleza llena una necesidad más imperiosa del hombre, es decir, el amor a la Belleza…La naturaleza es medicinal y restaura el tiempo y la inteligencia cuando se encuentran cansados por el trabajo o la compañía.”





1 comentario:

  1. Hola Armando, antes que nada, mi reconocimiento por tan interesante blog! Encuentro muy interesantes los temas; El montañismo, el cual se ha vuelto mi estilo de vida desde edad muy temprana. La Filosofía; de la que me he convertido en un aficionado a lo largo del camino. etc...
    Gracias por compartir tus puntos de vista y conocimientos.
    Por otro lado me gustaría saber si todavía existe el refugio, entre los frailes y el Chico? Saludos

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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