Plotino, el último de los filósofos paganos

Nació en 205 y murió en 279 después de Cristo, fue uno de lo últimos neoplatónicos paganos. Junto con Amonio Sacas, había sido el fundador de La escuela neoplatónica. Se dice que soñó con fundar en Campania un sitio destinado a que viviera en él una comunidad exclusivamente de filósofos. En memoria de Platón a ese Lugar le llamarían “Platonopolis”. Como en ese tiempo era emperador Galieno, el cual junto con su mujer Salonina, admiraban al filósofo, la realización del proyecto de Plotino se veía con muchas probabilidades de ser realizado. Sin embargo el emperador murió en breve. Y como desde entonces la gente de estado no ve con buenos ojos a los filósofos, el proyecto se combatió y acabó por ser olvidado.
 
Plotino
Ptotino se aparta de Los estoicos de Zenon que obedecen solamente a la razón. Anhelan ser indiferentes al placer y al dolor. Nietzsche viviendo conscientemente su enfermedad terminal, Lawrence de Arabia en aquel episodio, del film del mismo nombre, de encender un cerillo y ponerlo directamente en la mano, son dos ejemplos de lo anterior. También Plotino se encuentra lejos, en un principio, de los pitagóricos que llegan a imaginar que los astros pueden regir Las vidas y Los destinos de tos humanos. Si bien, en el siglo I de nuestra era se dio un movimiento de acercamiento entre pitagóricos que aceptaban la inmortalidad del alma y la transmigración de las almas (idea que venía de Platón), con los neoplatónicos. Procedían estos de una línea de pensamiento directa de Sócrates, Platón y Aristóteles. Entre otras cosas, Plotino acepta, como muchos filósofos de la escuela de Sócrates, La esfericidad de La Tierra.

En 1923 la Universidad Nacional de México, (todavía no era autónoma) publicó una obra de las Enéadas de Plotino, que es propiamente el ideario de este filósofo, y relatadas por el filósofo judío Porfirio (Plotino era griego nacido en Egipto). Al final el trabajo de la Universidad hace un estudio del neoplatonismo por Eduardo Zeller. Más reciente La editorial Siglo XXI publicó la Historia de la Filosofía con más de 10 volúmenes. El volumen número 3 comprende un estudio del neoplatonismo por Jean Trouillard.

Plotino es importante porque aparece como el último gran filósofo que produjo el mundo griego de la antigüedad. Para el cristianismo, su existencia fue de tal modo esencial, que, como dice Eucken, exceptuando a San Agustín, ningún pensador ha influido tanto en el movimiento cristiano como Plotino. A diferencia de Bergson, que creía que la conciencia está caracterizada por su duración creadora, Plotino asegura que el movimiento es circular, siempre presente. “El equilibrio del círculo expresa muy bien el del espíritu, porque, sea cual sea la expansión del radio, jamás se separa de su centro generador. Y su fin no es otro que su principio” (J.T.).

Desde luego Plotino aboga por un pensamiento universal y destierra los sectarismos. En su tesis sólo hay fecundidad en la conjunción de principios antitéticos o contrarios. Es una condición para la vida equilibrada y asegura que si no hay luz, no hay tampoco sombra”. Aquí Plotino nos recuerda el justo medio aristotélico, que no debe confundirse con la mediocridad.

Zeller nos relata el fin del neoplatonismo pagano: “pero ya en el imperio romano vuelto cristiano, la filosofía no podía conservar por más tiempo una posición independiente de la Iglesia victoriosa. El año 529 Justiniano prohibió por un edicto que en Atenas se enseñara filosofía.. .Poco después de mediado el siglo VI se extinguieron los últimos platónicos que no habían pasado a la Iglesia cristiana”.

 Durante los primeros trescientos años los seguidores de Cristo habían sido despiadadamente perseguidos y masacrados en los circos romanos. Ahora se tomaban la revancha en esa longitud donde los intelectuales se hacen la guerra.

Sin duda que en su tiempo fue una verdadera tragedia que, ¡precisamente en Atenas, se prohibiera enseñar filosofía! Por lo demás, exactamente por eso mismo, el cristianismo lleva en su seno todo el tesoro de la filosofía griega (véase, por ejemplo, esa fusión o sincretismo del “Dios Desconocido” de los griegos con el “a Dios nadie lo ha visto de los cristianos). Al prohibir que se filosofara, la Iglesia se hizo heredera y responsable de tan grande tesoro cultural ofrecido por los griegos.

Lo mismo sucedió en México cuando se prohibió la religión mesoamericana (recuérdese la figura altamente sincrética de la Virgen de Guadalupe, católica, que se funde con la adoradísima Diosa Coatlicue-Tonantzin, de la religión de Tezcatlipoca). No hay religión en el mundo que sea tan “mexicana” como el cristianismo católico. Así como no hay religión que sea más “griega” que el cristianismo romano. Empezando porque el Nuevo Testamento ni se escribió en arameo, que era el que hablaba Jesús, ni en hebreo, lengua de Jerusalén, sino en griego, que era la lengua dominante de ese tiempo, en aquella región del Cercano Oriente.

 Pero no sólo por lo anterior el catolicismo cristiano tiene mucho de griego. Los grandes maestros de la filosofía griega de la antigüedad: Maestros ambulantes de sabiduría” dice Antonio Gómez Robledo, entre ellos Plotino, habían elaborado abundantes temas que, andando el tiempo, chocarían con las enseñanzas que irían predicando por aquel mundo los sencillos pescadores de Galilea. Pero más tarde se irían fundiendo unas y otras. Así fue como empezó un deslumbrante sincretismo ideológico. Por eso se puede hablar de filósofos neoplatónicos de antes y de después de Cristo.


“Plotino nació en el 204 ó el 205 en la ciudad egipcia Licópolis, hoy Assiut. En el 232 entró en el círculo de Ammonio Saccas (o Sakkas) en Alejandría, de quien también fueron discípulos Orígenes, Longino y Erenio. Se dice de él que recogía niños huérfanos y les daba educación. Su discípulo Porfirio, autor de su biografía Vida de Plotino y de la sistematización y publicación de su obra central Enéadas, refiere que en los seis años que estuvo con él tuvo hasta 4 uniones místicas.
Desde el 254 comienza a poner sus obras por escrito. Sus tratados son en total 54 y están ordenados en seis grupos de nueve, resultado de lo cual reciben el nombre de Enéadas. Se considera como uno de los Tratados más sólidos de la Antigüedad, junto a los de Platón y los de Aristóteles. Murió aquejado de una dolorosa enfermedad (lepra) en el 270 d.C. a los 66 años.
Definido como Neoplatónico místico, Plotino realiza una nueva fundamentación de la metafísica clásica, tomando caminos más ligados a la mística de raigambre pitagórica y platónica que al camino seguido por Aristóteles.
Habría que partir de la idea de que la filosofía de Plotino es una suerte de Cosmogonía unida a una Física. La forma teórica que asume su discurso es la metafísica. En ese sentido es heredero de Aristóteles y, sobre todo, de Platón” Wikipedia

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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