Se presentó
el Libro El rey del pulque, en la
Casa de las Humanidades, de la UNAM, en
Coyoacán, México, D.F. el 25 de octubre de 2012. Su autor es el Dr. Mario Ramírez Rancaño, sociólogo e
historiador. Con un auditorio lleno de
gente joven en su mayoría. En la mesa Mariana G. Pichardini, Martín Pichardo
Rico, Mario Ramírez Rancaño, Edgar Anaya y Javier Gómez Marín.
“Más
mexicano que el pulque” es el dicho popular en el país. Con eso se señala un
producto natural auténticamente mexicano, con antigüedad documentada de al
menos 8, 500 años en el valle de Tehuacán, Puebla. Los ponentes mencionaron
factores intrínsecos por los que ha pasado esta bebida a lo largo de los
siglos.
Edgar Anaya ofrece pulque a los conferencistas,en lugar del acostumbrado vaso de agua. |
Fue en
tiempos prehispánicos, y todavía hasta el primer tercio del siglo veinte, parte
de la alimentación del pueblo. Todos, como ahora la leche, lo consumían, niños,
mujeres, porque era parte de la dieta. Sobre todo porque las ciudades conservaban mucho de sus características
agrícolas.
Maíz,
nopales, frijoles y pulque, eran lo componentes básicos de la dieta del
mexicano de todas las clases sociales, con bajo porcentaje de carne de corral.
La gente era delgada. Por extraño que ahora parezca, hacia mediados del siglo
veinte no era frecuente comer pollo.
Alguien eructaba y en tono de broma decía: “Puro pollo”, haciendo gala de que
se tenía acceso a la exquisita mesa.
El Dr.Rancaño (centro) presenta su libro |
Divinizado
por su poder erótico, dador de vida, el pulque ocupó un lugar central en el
ritual de la religión de las etnias de tiempos antiguos. Estaba estrechamente
relacionado con la guerra. Numerosas diosas y dioses se les identificaba con
esta bebida. Era el vehículo por lo que el imperio en turno recibía nuevos guerreros.
De estricta observancia calendárica su consumo. Un pueblo borracho para nada
bueno servía al imperio en turno.
En tiempos del
porfiriato, finales del siglo diecinueve y principios del veinte, era una
fuente de riqueza considerable tanto para los dueños de las haciendas como para
el gobierno por conceptos del impuesto y miles de individuos trabajaban en esta
industria. Varios estados del centro de la república se señalaron en la
producción del pulque como Hidalgo, Tlaxcala y San Luis Potosí. Se dijo, en la
prestación del libro, que prácticamente en la cada calle había una pulquería.
El 40 por ciento de la carga del ferrocarril que entraba a la ciudad de México
era pulque. No es exagerado decir que parte de
la economía mexicana se debía a la industria del pulque, como ahora al
petróleo.
El ocaso del
pulque empezó con la presencia de bebidas tales como cerveza, vinos de mesa y las
bebidas fuertes de procedencia europea. A la par de la llegada
predominante, en algunas épocas, de
culturas como la española, la francesa y la norteamericana.
público asistente a la presentación del libro |
El pulque fue siendo estigmatizado. Las nuevas
clases sociales mexicanas en ascenso nada querían saber ya de esa bebida de
indios, gente borracha, propia de albañiles y cargadores. Fue más frecuente comer carnes rojas. La gente ya
no fue delgada.
Otros
factores como la expropiación de las tierras, llevadas a cabo por la revolución
triunfante de 1910, prácticamente expulsaron a los hacendados que sostenían
esta industria. Se mencionó en esta labor de productores de pulque, de de manera señalada, la familia Torres
Adalid, en la región de Apam-Otumba, en el estado de Hidalgo.
Con
sagacidad insospechada, por algunas de las compañías de los nuevos productos
espirituosos, buscaban que los campesinos, ya dueños de sus tierras, pero sin
dinero para hacerlas productivas, sembraran cebada y lúpulo para la elaboración
de la cerveza. Ellas mismas ponían los tractores para arrasar a los magueyes y
limpiar la tierra para el nuevo cultivo. Uno o dos años después dejaban de
comprar el lúpulo con el argumento que les resultaba más económico importarlo.
Así fue como los campesinos se quedaron sin sus ancestrales magueyes, sin su
pulque como alimento y como negocio. Y la industria cervecera se deshacía de la
competencia del pulque. En efecto, en la actualidad casi ha desaparecido el
pulque salvo contados y reducidos lugares de Hidalgo y Tlaxcala.
Ahora hasta
en los lugares más aportados de la campiña mexicana, en las elevadas sierras y
lo profundo de las cañadas pobladas, se toma Coca-Cola y otras marcas de
refrescos. De esa manera el pueblo ha dejado de consumir su ancestral bebida
alimenticia-embriagante. En su lugar se consumen las mencionadas bebidas endulzadas conocidas como “refrescos” que
nos ha hecho conquistar en el planeta el primer lugar de individuos con sobre
peso y en diabetes.
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