LA DISCIPLINA DE KANT


Era un hombre muy bajito de estatura, tan delgado y en general minado de salud, pecho hundido, hombro derecho más alto, y además de familia muy humilde, que no podría llegar a vivir mucho, nos contó Harry.

Y, sin embargo, vivió 80 años y fue autor de una obra filosófica que se cuenta entre las tres más grande filosofías  que ha producido la humanidad. Su primer libro, que editó a los 57 años de edad,  y sería  una de sus obras  más conocidas, comentadas, estudiadas y criticadas, de la literatura filosófica, lleva por título    Crítica de la razón pura.

Harry tenía la intención de contarnos algo de Kant que se conoce como los juicios analíticos y juicios sintéticos.

Los analíticos son verdaderos, universales y necesarios, validos en todo lugar y tiempo, dijo. Se les señala como una tautología porque el predicado dice lo que ya está en el sujeto. No tienen su origen en la experiencia, y por eso son llamados juicios  “a priori”.

¿Y los sintéticos?

Son los avalados por la experiencia, por la percepción sensible, aquí y en un tiempo. Están limitados por la percepción sensible. Son los juicios “a posteriori”, productos de la experiencia.

Sin darse cuenta abandonó a los juicios y siguió con la vida del filósofo.

Estamos  vivaqueando entre las cumbres graníticas del Macizo Las Goteras, cerca de la pared norte del mismo nombre, al sur del pueblo minero de Chico, Hidalgo, México.

Son las cuatro de la mañana y el termómetro ha caído siete grados bajo cero. La superapocaliptica tempestad de relámpagos y truenos ha cesado. Pero la pleamar del Golfo sigue empujando los fuertes vientos contra nuestras montañas.
GRUPO LAS GOTERAS
Campamento de invierno

Y, sin embargo, la débil llamita de la vela, que ilumina el interior de la tienda de campaña, ni siquiera se mueve. En el centro Harry ha encendido su pequeñísima estufa alemana  de alcohol líquido (plegada cabe en la bolsa de la camisa).Calienta agua para el café. Después asará salchichas sin importarle llenar de grasa volátil el recinto. “En la montaña hay que comer cuando tienes hambre, no como en la ciudad que comemos cuando nos lo indica el horario de la fabrica”, dice.

  Al menos no acabamos rostizados por el rayo. Contra todo lo demás atmosférico podemos defendernos.

Las cuatro de la mañana y tú hablando de los  juicios kantianos. 

Yuma dijo, desde  su sleeping, y del fondo de la tienda, en un juego de palabras,  que las cuatro de la mañana, y esa lucesita de la vela, podrían alterar nuestros ritmos circadianos, más que la comprensión de los juicios kantianos.



No. En realidad quería comentar la enorme fuerza de voluntad de Kant, su disciplina. Todas las deficiencias que en su vida estuvieron en su contra las enfrentó con éxito a base de disciplina. Se cree que fue la disciplina protestante, pietista, de su familia, su sentido ético personal y su condición fisiológica, que lo llevaron a esa manera de pensar y  vivir.

Lo que quiero decir es que esa autodisciplina es conveniente para los que practicamos el alpinismo.

 El caso es que se dice que Kant tenía hábitos programados e invariables  que observó rigurosamente toda su vida. Tanto que era, para los habitantes de  Königsberg, el pueblo en que nació, entonces de Prusia, una especie de reloj cuando lo veían  pasar camino de la universidad a donde impartía sus clases como profesor de filosofía.

Sus hábitos incluían una hora de caminar, como ejercicio, todos los días. En cierta ocasión, que por estar escribiendo, algo que le llevó más tiempo de lo contemplado, no pudo caminar su cuota de siempre. Puso remedio para que tal contingencia no se repitiera. Colocó un trozo de tela a varios metros de   la  mesa   donde escribía y, de vez en cuando, se paraba y caminaba hasta la tela y regresaba a seguir escribiendo…


Esa disciplina podría servirnos de modelo y adaptarla para nuestra practica del alpinismo. De paso tendríamos a raya a la diabetes, los  triglicéridos y cuarenta y tres enfermedades mortales más de nuestro tiempo…
LAS GOTERAS  ENTRE LA TORMENTA

¿De paso? ¡Tendría que ser sobre todo! El sobrepeso ya es una pandemia y tú sales conque de paso.

Kiva, la escaladora de nuestro grupo, y que también conocía la vida de Kant, comentó que en ese sentido  prefería a Aristóteles. Se ajusta más al modelo católico. Ni total dejadez ni total rigidez.

Explícate, pidió Yuma, que daba cuenta del café humeante que Harry le había pasado.

A Kant le pasó lo que  a Nietzsche, dijo Kiva. Aunque por causas diferentes. Se cree que por el tremendo esfuerzo de voluntad para consigo mismo y para dar a luz su portentosa filosofía, pasó también sus últimos años en la oscuridad mental y en la incapacidad fisiológica...
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich

Cuando Kiva vio que Harry se encaminaba en dirección de comentar la complejidad que significa la fusión de los contrarios, por así decir, cuando los juicios sintéticos(a posteriori) adquieren carácter de juicios analíticos,(a priori) se apresuró a darle un giro a la plática y trajo a Alexis Carrel en nuestro auxilio. Coincidente con lo que Kant vivía en su disciplina.

Lo que interesa para la práctica del alpinismo, dijo la muchacha, es que el hábito pueda facilitar las adaptaciones fisiológicas de nuestro cuerpo con ese ir y venir del valle a las montañas y de las montañas al valle. Kant entendía bien las necesidades de combinar la actividad intelectual con el ejercicio del cuerpo, repito, todos los días.

Alexis Carrel lo repetiría también siglo y medio más tarde desde el terreno de la medicina, en su libro La incógnita del hombre:

“El organismo aprende a resistir el frío y a soportar con facilidad las intemperies. Cuando los montañeros bajan a la llanura, el número de sus glóbulos hemáticos retornan a la normalidad. Pero la adaptación del tórax, del corazón y de los vasos a una atmósfera enrarecida, a los efectos del frío, a los esfuerzos realizados en la ascensión diaria de las montañas, deja para siempre su huella (positiva) en el cuerpo.” “

KANT

 “Immanuel Kant (ɪˈmaːnu̯eːl ˈkant) (Königsberg, Prusia, 22 de abril de1724  Königsberg, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo prusiano de la Ilustración. Es el primero y más importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.” Wikipedia












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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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