La filosofía
es una guía en el camino de la vida, y también puede ayudar cuando ese camino
se ha perdido.
Así le pasó a Boecio.
Poderosos
malandrines se coordinaron para culpar a Boecio de algo que no había hecho. La honradez
y eficacia conque Boecio se desempeñaba, aun siendo muy joven, en sus altos
cargos junto al rey Teodorico, suscitó la envidia de los otros que no pararon
hasta enviarlo al cadalso.
En nuestra
vida todos encontramos a esos “otros”.
Procedía de
una familia cuyos miembros ocuparon, en
la Roma del siglo quinto, los más altos cargos, entre los que se cuentan tres reyes y dos papas, el segundo de
estos fue San Gregorio Magno.
Ese mundo
suyo, tan increíble de poder terrenal y también en el terreno intelectual, en
el que él mismo se había desempeñado con tanto éxito, pero ahora ya recluido en
su celda y a punto de ser enviado a la horca, le hizo pensar vivamente en los
altibajos con los que podemos encontrarnos en la vida.
Tremendamente
abatido en su estado de ánimo, como podemos imaginar, encontró consolación en
la filosofía. Con la que desde joven se había familiarizado. Inventó, o tal
vez, en el intenso estado febril por la proximidad de su muerte, se le concedió
ver realmente entrar en su celda a la Filosofía en forma de mujer de la que escuchó
reflexiones que tuvieron el poder de consolarlo.
Los mortales
del común, sobre todo si vemos mucha televisión, no podemos creer esto pero,
recuérdese que Dante también
en forma de mujer pudo ver a la Teología.
Escribió Boecio
reflexiones que tal vez al trabajador del salario mínimo de nuestro siglo,
ajeno al poder y al dinero, no le digan más que lugares comunes, como sacados
de un libro de autoayuda.
Pero es el
caso que este día, del mes de septiembre, del año 2015, miles de individuos, hombres y mujeres, están siendo elevados a los más altos cargos
de dirección en sus respectivos países. Al tiempo que otros miles también,
están dejando sus cargos, por las buenas o por las malas.
Lejos ya de los sugestivos presupuestos, institucionales o empresariales, de los halagos de los mil “amigos” y del estatus social que ha sufrido un
despiadado coscorrón. Creemos que estos
son los que apreciarán la filosofía de Boecio en toda su intensidad.
Al que podemos imaginar como un Sinhué verdadero. Es posible que Milka Waltari se haya inspirado en la vida de Boecio para escribir se bella novela.
Al que podemos imaginar como un Sinhué verdadero. Es posible que Milka Waltari se haya inspirado en la vida de Boecio para escribir se bella novela.
Tal vez
parecerá increíble que Boecio se pusiera
a escribir su filosofía a punto de ser
ahorcado. Recordamos a Werner Jaeger que escribió, en un año, sentenciado ya de
muerte por el mal que padecía, un bello libro de filosofía que publicó el Fondo
de Cultura Económica, México, en 1974, titulado
El cristianismo primitivo y Paideia griega.
Pensaba agregarlo a su monumental obra de la cultura griega, algo así como un capítulo que él creía le hacía falta a su Paideia. El brazo, la mano, el cuerpo todo, ya a punto de desfallecer, seguía moviéndose por su enorme voluntad. Igual pasó con Federico Schiller. Así debió suceder con Boecio.
Pensaba agregarlo a su monumental obra de la cultura griega, algo así como un capítulo que él creía le hacía falta a su Paideia. El brazo, la mano, el cuerpo todo, ya a punto de desfallecer, seguía moviéndose por su enorme voluntad. Igual pasó con Federico Schiller. Así debió suceder con Boecio.
En el
capítulo segundo, o segundo libro, de su obra La
consolación de la filosofía, Boecio dice que la sociedad que encontramos al nacer
está hecha de tal manera que es la que nos va a llevar para allá o para acá: “Si
por casos navegas no irías a donde quisieras, más a donde te echen los
vientos.”
La otra es
que si decidimos entrar en el juego, hay que seguir las reglas del juego. Ni el
soberano del imperio más poderoso del planeta escapa a esa regla: “Este es
nuestro poder: siempre jugamos un juego. Una rueda presurosa volvemos al
derredor. Abatimos lo subido, subimos lo desechado. Sube en ella, si quieres;
más con esta condición: que si las ordenaciones de nuestro juego mandaren que desciendas,
no te afrentes.”
Y para los
especiales que sienten que la Fortuna es su comadre, les recomienda que mejor
consulten con la almohada. “…ten corazón, no desmayes, y pues vives en el mundo,
que es reino común a todos, no quieras privilegiarte.”
Llegamos al
mundo como una página en blanco donde se pueden escribir los más bellos poemas
y las más didácticas novelas. Pero pronto nos damos cuenta que todos corren ya
en la pista de los mil carriles y la meta es la filosofía del bien estar económico.
La Filosofía consuela a Boecio en su último día. |
Hay que
formar parte del reducido grupo de los
vencedores que primero llegará a la meta. En la brega por adelantar a otros nos
olvidamos, si es que alguna vez estuvimos conscientes de ello, que hay otra
meta, y es la que nos va a permitir por
las noches, sin necesidad de somníferos,
sueños apacibles:
“…digan mortales,
la felicidad que está metida dentro de ustedes, ¿por qué la buscan fuera.”
Aquí Boecio
va a coincidir con Jean Wahl, filósofo marsellés del siglo veinte, cuando éste
dice: “…es nuestra presencia necesaria para que aparezcan las cualidades, y una
vez más vemos que lo que hace posible la causalidad es el encuentro de los
mundos externo e interno, de los cuales el externo es el mundo de las cantidades,
pero un mundo que se reviste de las cualidades en el interno.”
Para los
atletas que este día van a correr en el Maratón de la filosofía del bienestar económico,
les invita a que mejor corran en el otro Maratón, en el de los sueños felices:
“No podrá
ser sumo bien lo que se puede quitar, porque le tiene ventaja lo que no puede tirarse. Luego queda manifiesto que los
bienes transitorios no dan bienaventuranza.”
William
James, filósofo moderno norteamericano, se refiere a esos dos modos de pensar de manera suscita:
“La opinión opuesta al misticismo, en filosofía, se llama racionalismo”
Esta
reticencia de Boecio, a la filosofía del bienestar económico, como única meta en la vida,se repite a
lo largo de su obra. Tiene el fundamento
en que ese bienestar material se adquiere en la medida que se aleja de la
solidaridad:
“Y si uno poseyese todo el dinero del mundo, todos los otros que viven tendrían pobreza de ello.”
“Y si uno poseyese todo el dinero del mundo, todos los otros que viven tendrían pobreza de ello.”
“Anicio
Manlio Torcuato Severino Boecio (en latín: Anicius Manlius Severinus Boëthius)
(Roma, c. 480 – Pavía, 524/525) fue un filósofo romano. Provenía de una
importante y antigua familia romana, la gens Anicia, que dio dos emperadores y
tres Papas. Fue hijo de Flavio Manlio Boecio. Empezó estudios de retórica y
filosofía, conocimientos que amplió en Atenas. Se casó con Rusticiana, hija del
senador Símaco (senador y cónsul en el año 485).Wikipedia
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