Reencontrados
veinte años después, me pregunto cómo pude convivir con semejantes amigos.
Nos dice
Yuma, mi amigo de escalar montañas. Se le ocurrió que hiciéramos un vivaque en el Corredor Superior, del
flanco oeste del Pecho de la Iztaccihuatl, en los 4,800 m.s.n.m. Hemos tallado
duro en la nieve y el hielo del fondo de la roca, y hacer una plataforma suficiente para la tienda, en la que estamos
tres metidos hasta las orejas en nuestras bolsas de dormir, para soportar el
frío de la madrugada.
Pudimos
haber acampado más abajo pero ahora hay mucho vandalismo, contra los
alpinistas, en los bosques del pueblo de San Rafael, Estado de México.
Yuma nos cuenta que, el 26 de febrero, 25 encapuchados
asaltaron, con armas de fuego, en Nexcoalango, el paraje muy conocido por los montañistas,
por ser un lugar de acampar, a 60 alpinistas, violaron a tres mujeres,
golpearon a varios, incluido un niño, y les quitaron a todos las botas para
dificultarles el regreso. Se llevaron sus celulares, carteras, dinero, relojes,
cámaras, equipo de montaña y les amarraron de pies y manos con las agujetas.
Esta noticia salió publicada en el diario El Universal, el 5 de marzo, del año 687, de la fundación de México-Tenochtitlán.
Bueno,
exclamó Toci, con la escases de oxigeno a de estas altitudes, y los 15 grados
bajo cero, no es muy fácil hacer la cuenta del año de su publicación.
De cien conocidos
de convivencia, frecuente- dice Yuma-, podría volver a reunirme, como antes,
acaso con tres.
Tiene claro, sin embargo, que ese era su mundo.
Nos pasábamos horas hasta de la madrugada desternillándonos de risa de los chistes que contaba aquel o de las cuestiones que exponía el otro. Cómo podíamos reírnos, hasta casi orinarnos en los pantalones, de semejantes bobadas? O nos parecían las ideas más formidables que contaban los de más allá.
La semana
pasada Yuma tiró doscientos libros a la basura.
Son basura,
dijo. No exponen ideas de calidad.
¿Cómo sabes que es basura?-le pregunto Toci,
la muchacha que escala de manera profesional en Los Andes o en cualquier
montaña del mundo.
Fíjate en
la manera que piensa la mayoría del pueblo de aquel país sin nombre. Sus
modos de vivir los han sacado de estos libros. Estos libros han sido su guía.
Ese pueblo de aquel país sin nombre está
sumido en la ignorancia cultural, en la
corrupción, en la miseria económica y en la desnutrición.
¿Qué leen,qué escriben, esos países?
Ilustración de Max.
Durante años
pasaste leyendo esos libros que ahora tiras, le digo.
Es verdad, ese era mi mundo, pero ya no lo es.
No hay nada nuevo en esto.
Hasta los filósofos se refieren a sus “escritos de
juventud”, de los que la mayoría de ellos no quiere volver a saber nada. Sólo
me he quedado con una docena de autores, por así decirlo.
¿Por qué no leíste esos desde un principio?
Porque no
había leído los que acabo de arrojara a la basura. No tenía criterios de
contraste o dialécticos. Las editoriales, la televisión y los diarios, tienen
tal poder de persuasión que cualquier cosa te hacen creer que se trata de obras
maestras de la literatura tanto local como universal.
Citó a Fidelino
de Figueiredo en su obra La lucha por la
expresión:
“El vulgo
aun hoy confía mucho en el sentido común
o en el consenso universal. Sobre todo para la solución de los problemas
morales de cada día, los cuales sólo tienden a defender posiciones, intereses y
comodidades pacíficas.”
¿Pero qué
criterio empleas para decir que estos libros ya no te sirven y aquellos sí?,
volvió a preguntar Toci.
Ya se los
dije: el nivel de vida del pueblo. No
son criterios subjetivos ni abstractos a
los que me refiero. Hay pueblos en este planeta que tienen un buen nivel de
cultura y de vida en general. Sus gobiernos invierten un considerable
porcentaje de su presupuesto en la educación desde el nivel elemental hasta
universidades, investigación y difusión de la cultura.
El nivel de inseguridad en sus calles es de
bajo perfil, digamos, y se puede estudiar, trabajar, vivir, convivir,
divertirse, alimentar al cuerpo y al espíritu… No llegaron a ese estado de
cosas por generación espontánea. ¿Qué leyeron,
qué escribieron, qué hicieron? Ese es el punto.
Agrega otra cosa.
Alguien le pidió a Aristipo, filósofo griego fundador de la escuela cirenaica, que se hiciera cargo de la
instrucción de su hijo para lo cual, desde luego, estaba dispuesto a pagar.
Destaco esto último porque en esos lejanos días dominaba la idea entre
filósofos, Sócrates incluido, o sobre todo Sócrates, de no
cobrar por su labor de enseñar, ya fuera la instrucción
personalizada o la comunitaria.
Este episodio que sucedió hace casi veinticinco
siglos, tiene que ver, y de manera importante, con el estado que guardan en la
actualidad, del siglo veintiuno, los presupuestos para las universidades públicas de
muchos países. Algunos países consideran
que esos presupuestos son un gasto cuando debería considéreseles una inversión.
En otras palabras, son precaristas sus pueblos por ser miserables con los
presupuestos para educación. Por más materia gris que haya en esos países condenan a sus pueblos a ir a la zaga de las regiones que más invierten en educación. Son
exportadores de fuerza empírica, no intelectual.
Tomado de El País, de España,28 de junio 2014
Ilustración de Max.
Los países
precaristas ¿qué leen, qué escriben y que hacen? No tenemos que recurrir a
sendos trabajos de sociología para saber si por la calle que caminas pasó el
barrendero o no.
¿Y qué ha
sido de tus viejos amigos?, pregunté
Noventa y siete siguen reuniéndose, como antes…Siguen contándose las mismas bromas y las mismas cuestiones y, al parecer, son felices como entonces…
ARISTIPO |
“Arístipo (435 a. C. - 350 a. C.) fue un filósofo griego fundador de la escuela cirenaicagriega que identificaba el bien con el placer. Nació en Cirene en 435 a. C. Atraído por la fama de Sócrates, fue a encontrarle y se hizo su discípulo. Muerto el maestro, se volvió a su patria, donde en los últimos años de su vida enseñó filosofía para subvenir a su sustento. Fue el fundador de laescuela cirenaica, propugnadora del Hedonismo.”Wikipedia
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