Conciencia, percepción,
Intuición, ficción y ensayismo, es lo que hacemos todos, todos los días, en
nuestras charlas aun en las más vulgares
o inocuas.
Es lo que
hacían, en el siglo diecinueve, las personas que escribían en sus diarios
personales, principalmente las mujeres. Algunas empezaron por un diario casero
y terminaron de grandes novelistas como Madame Stäel, George Sand…
En los
hombres era más frecuente la práctica epistolar. Unas cartas iban y otras
venían. Lo que ahora es un correo (moderno) electrónico o un e-mail. Goethe, Flaubert, se la pasaban escribiendo cartas. Tanto
que en literatura se convirtió en “género epistolar”.
G. SANTAYANA |
Los
compadres del frontón, las mujeres almorzando en Tiffanys¨s, o las charlas
menos callejeras, siempre echan mano, de una manera o de otra, de la conciencia
(sinónimo del yo), de la percepción (síntesis de las emociones) y de la
intuición (conocimiento).
Percibo el
mundo desde que tengo conciencia de mi yo. Sólo así puedo desplegar toda
actividad intelectual de la percepción. Percepción sensible y percepción
intelectual. J. G. Fichte le concede a la percepción ( en Introducciones
a la teoría de la ciencia) una
importancia capital: “La intuición intelectual es la única posición sólida para
toda filosofía. Partiendo de ella puede explicarse todo lo que se presenta en
la conciencia.”
Juan Valera
escribió su bella obra, Pepita Jiménez, a base de cartas de los tres personajes
masculinos de ficción que se enviaban
cartas entre sí. Henry Miller es el autor de una obra que se formó a base de
cartas que enviaba desde Europa a Anaïs Nin.
Las cartas
se fueron convirtiendo en reseñas, en cuentos y en novelas. Al estilo de
algunas obras filosóficas que empiezan
por una conferencia y después se les fue ampliando…
Leibniz, desde su siglo diecisiete, recomendaba el arte de leer novelas como ejercicio vivencial,
en su Nuevo Tratado sobre el
entendimiento humano: “el que haya leído más novelas ingeniosas, ese, digo,
tendrá más conocimientos que otro cualquiera, aun cuando no haya una palabra de
verdad en lo que se le haya descrito o narrado; pues la costumbre que tiene de
representarse muchas concepciones o ideas expresas y actuales, le hace más apto
para concebir lo que se le presenta, y de seguro será más instruido y más capaz
que otro que no haya visto, ni leído, ni oído nada, siempre que esas historias y
representaciones no tome por verdadero lo que no lo es, y que dichas
impresiones no le impidan discernir, lo real, de lo imaginario, o lo existente
de lo posible.”
Por más que
Sancho Panza le decía a su amo que eran
molinos de viento y no gigantes…Eres un mentecato que no entiende cosas de
caballería, recibía por toda contestación. Había leído muchas novelas
ingeniosas pero a tal grado que ya no discernía la realidad vulgar.
La academia, la Iglesia y la autoridad civil
no lo abandonaron en su lecho de muerte. De alguna manera entendieron estas
instituciones que ahora Quijano cabalgaba en la región de las esencias. Un
poeta porque vivía “historias fingidas”. Tan reales porque él les daba realidad
aunque no era una realidad vulgar.
Muchos
necesitan decir cosas porque el pensamiento no se detiene. Y no se detiene
porque, dice Fidelino de Figueiredo, el pensamiento es una función vital, como
el sistema digestivo o el respiratorio…
Cuando la
psiquíatra comunicó a la industria que el pensamiento no se detiene, que busca
expresarse, y que no podemos permanecer
en silencio más allá de diez minutos seguidos, salvo situación forzada, fue
cuando apareció el fenómeno del teléfono celular.
Ya
permanezcas allá, solo, “perdido” en el desierto, o escalando montañas en la
ignota cordillera, puedes abrir tu pequeña “tableta” y comunicarte con alguien,
hasta el otro continente.
Epicteto,
desde el siglo primero del cristianismo, recomendaba “manifestarse con el
carácter de un filósofo o de un hombre vulgar”, como sea, pero manifestarse.
Durante
milenios el humano libró la lucha por la palabra, primero hablada y enseguida
escrita, la lucha por la expresión, dice
Figueiredo. Ahora hay que emprender la lucha por conquistar el silencio. Hablando se habla, se
comunica, a “bote pronto”. En silencio se piensa para después hablar ya
digerido.
Pensar que
las suelas de mis zapatos ya hacen aguas pero también bogar en la región de las
ideas. En las soluciones fáciles o
toparse con las aporías.
Tener ideas,
así sean locas, como la de los molinos
de viento.
¿Ideas? Esta
palabra produce erisipela en algunos debido a la abstracta interpretación política o a la ignorancia. Manuel
García Morente explica el significado de idea
que es con lo que se identifica a
Platón.
No es otra
cosa que intuición intelectual: “En
primer lugar la palabra “idea” es un
neologismo de Platón. Es una palabra inventada, nueva, por eso se llama “neo
logos”. La formó con una raíz de un verbo griego que significa “ver”. De modo
que “idea”, en puridad, significa visión, intuición
intelectual.” (Lecciones preliminares
de filosofía).
Es cuando
Fidelino de Figueiredo voltea hacia Platón y queda impactado por su diversidad
de ideas: “Platón pertenece tanto a la historia de la filosofía como a la de la
literatura, porque fue un creador novelesco, un inventor de metáforas y símbolos,
un creador de medios estilísticos, usó la forma dialogada entre espíritus
diversos como variadas son las inteligencias humanas y mostró escrúpulos igualmente en la profundidad y la
congruencia de las ideas y en la esplendidez de su vestimenta real. Mitos, utopías,
cuentos, bellas palabras y brillantes
imágenes forman el contenido de su obra poblada de gente lejana, manteniendo
la ilusión de una “historia fingida”, como llamaba Bacón a la poesía.”
“Fidelino de
Sousa Figueiredo (Lisboa, 20 de julho
de 1889 — Lisboa, 20 de
março de 1967)
foi um político,
professor,
hispanista,
historiador
e crítico
literário português, que se destacou pela sua faceta de ensaísta e
intelectual cosmopolita. Encontra-se colaboração da sua autoria em diversas
revistas, nomeadamente na revista Serões (1901-1911), Feira da Ladra 1 (1929-1943) e 2Anais das
bibliotecas, arquivo e museus municipais (1931-1936).” 3
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