”Quería ensalzar a Waldo Emerson cuanto me fuera posible, sólo para probar ante el mundo que una vez hubo un gran americano."Henry Miller
Busca, mientras camina, una expresión cultural propia para su pueblo. Piensa en la literatura norteamericana desde la soledad de los bosques: “para que el hombre se considere solo debe dedicarse a contemplar las estrellas…Busco en vano al poeta que describo. ¿Acaso no nos dirigimos a la vida con suficiente llaneza, ni nos atrevemos a cantar nuestra propia época y nuestras circunstancias especiales?”, dijo en sus Ensayos.
Busca, mientras camina, una expresión cultural propia para su pueblo. Piensa en la literatura norteamericana desde la soledad de los bosques: “para que el hombre se considere solo debe dedicarse a contemplar las estrellas…Busco en vano al poeta que describo. ¿Acaso no nos dirigimos a la vida con suficiente llaneza, ni nos atrevemos a cantar nuestra propia época y nuestras circunstancias especiales?”, dijo en sus Ensayos.
Sabe que la
creación literaria es un ejercicio antropocéntrico por excelencia, pero la
diferencia con Emerson es que ha encontrado el secreto de, por momentos,
salirse de su yo para poder percibir el universo: “La naturaleza nunca llega a
ser un juguete del hombre sabio. Las flores, los animales y las montañas
reflejan la sabiduría de su mejor hora”
¿Pero, cómo encontrar
esa expresión cultural? Desde su intuición escribe algo memorable al trazar el
camino del arte como un medio de expresión extrasensorial:
“El arte es
el camino del creador hacia su obra”. Y el poeta su realizador.
Al iniciar
la lucha cultural propia para su pueblo no es luchando en contra, sino luchando entre, otras culturas por una identidad suya. Casi todos los pueblos han
buscado esa identidad cultural propia. Los
mayas tienen su Popol Vuh. Los griegos su Ilíada, los hindús…
En sus
incursiones por los bosques se da cuenta que hay algo que es, pero que no
pertenece a nadie por más que los hombres construyan cercas para apropiárselo.
Se llama paisaje.
“El encantador
paisaje que yo contemplé esta mañana, estaba indudablemente compuesto de unas
veinte o treinta granjas; uno es dueño de este campo, otro de otro campo, y un
tercero del bosque que se descubre a lo lejos; pero el paisaje no pertenece a
ninguno de ellos; hay en el horizonte una propiedad que no posee hombre alguno.”Ni
siquiera pueden percibirlo, excepto uno: el poeta.
Los pueblos
norteños de México contemplan en el desierto esa “propiedad que no posee hombre
alguno”.
Emerson es
muy nombrado al sur del Río Bravo, pero no se conoce mucho su obra fuera de los
centros de estudios. Sucede más o menos con lo de Alejandro von Humboldt…
Ahora que
nuestros pueblos tienen, sus habitantes, una patológica cintura de más de cien
centímetros, y la polifarmacia intentando cura cuarenta y cinco enfermedades
mortales que campean por las calles de la ciudad, es hora de escuchar a Emerson
cuando dice:
Desierto de Samalayuca.50° C. Un paisaje que no pertenece a nadie. Foto del autor |
“En los bosques reina la perpetua juventud. Dentro de estas plantaciones
de Dios, reina el decoro y la santidad, hay un vestido de perenne fiesta, y el
que se encuentra allí como un huésped comprende que no se cansaría de este paisaje en miles de años.”
Emerson no
se pierde en el tan enmarañado laberinto de la cultura y realiza varios viajes
a Europa a entrevistarse con Carlyle. Emerson abre ventanas, no las cierra.
Tiene “un gran deseo de ver en Europa no sólo a Wordsworth, Coleridge y
Carlyle, sino también a Landor…”
Es natural que Emerson, filosofo, no
antropólogo, se identifique más con La Ilíada que con el Popol Vuh. Nada
extraño porque aun mucha de la intelectualidad, al sur del río Bravo, podría
decir mucho del Popol Vuh.
Entre el
pueblo norteamericano busca la cepa intelectual y acaso no tiene tiempo para
pensar que él mismo es ese poeta que anda buscando. Ludwig Lewisohn, dice en los Ensayos:
“En sus magnificas y libertadoras doctrinas esenciales, pueden las nuevas
generaciones nutrir su entusiasmo y su esperanza. De esta cooperación acaso
surja un auténtico y perdurable clásico cuyo nombre sea Emerson.”
Ayer
domingo, día de visita, fui a ver a un amigo mío internado desde hace cinco
años en el Fray Bernardino, hospital psiquiátrico de la ciudad de México. A la
salida siempre me sucede que recuerdo a Emerson cuando dice: “En los bosques
volvemos a la razón y a la fe”.
Emerson no
va hasta negar, como lo hizo Berkeley, la realidad de las cosas. Negarla sería
negar a sus bosques en los que encontraba la cordura. Sabe que el hombre es
parte de esa armonía: “En el paisaje tranquilo, y especialmente en la distante
línea del horizonte, el hombre contempla algo que es más hermoso que su propia
naturaleza.”
Pero agrega,
y de un solo pincelazo, dice lo que las filosofías dice en muchas páginas:
“Hemos de tener por cierto que la fuerza que produce esta alegría no reside en
la naturaleza, sino en el hombre, o, mejor dicho, en la armonía de los dos.”
EMERSON |
“Ralph Waldo Emerson (1803
– 1882) fue un escritor, filósofo y poeta
estadounidense. Líder del movimiento del trascendentalismo
a principios del siglo XIX. Sus enseñanzas
contribuyeron al desarrollo del movimiento del Nuevo Pensamiento, a mediados del siglo XIX. “Como conferenciante y orador, Emerson
–apodado «el sabio de Concord»- comenzó siendo la voz líder de la cultura
intelectual yanqui. Herman Melville, quien conoció a Emerson en 1849,
pensó que tenía un “defecto en la región del corazón” y una “autoconciencia tan
intelectualmente intensa que en un comienzo uno duda de llamarla por su
nombre”, y más tarde admitiría que Emerson era “un gran hombre”. Theodore Parker, un ministro y trascendentalista,
notó su habilidad para influenciar e inspirar a los demás: El trabajo de Emerson
no solo influenció a sus contemporáneos como Whitman y Thoreau, sino que
continuaría influenciando pensadores y escritores en los Estados Unidos y en
todo el mundo hasta el momento. Nietzsche y William James reconocieron la influencia del
«Sabio de Concord». También en Henri Bergson, cuyo élan vital es una transcripción literal de lo que
él llamó “vital force”.
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