“Todos ellos
comparten la convicción de un dualismo entre el mundo de los fenómenos y la
cosa en sí, y la mayoría se halla también bajo el siglo del mecanicismo.” I.M.
Bochensky, La filosofía actual, 1947.
Percibir y
contemplar es lo que vive el alpinista en tanto sube y baja por los valles y
las sierras. Instinto y principio vital gimen bajo el peso de una mochila.
Por la noche, instalada ya su tienda de
campaña, contemplará lejos, en el fondo de la sima negra, las luces amarillas
de la ciudad donde los individuos sueñan con una sociedad igualitaria en los
derechos humanos mientras practican con afán la desigualdad en la economía.
Elemental
prueba de la existencia. Hay conciencia de justicia porque hay injusticia. Lo
mismo que si estuviéramos en el mundo ideal, sería porque tendríamos conciencia
de lo real. Tiritando de frío en el vivac,
entre los hielos de la montaña, evocamos a su contraparte que es el tórrido
desierto de Altar o entre los 50 grados de las dunas pensamos que no todo es así,
que en el planeta hay montañas frías. El Paraíso de Dante está arriba y el
Infierno abajo…
Percibimos
la realidad porque intuimos la irrealidad. O viceversa.
PERDIENDO LA BATALLA (Dibujo de Max, del diario El País.España) |
La amada ciudad donde el libro perdió la batalla desde hace mucho tiempo frente a la acción conductista de la prensa y donde ésta, a su vez, tiene menos lectores porque la gente prefiere ver televisión.
Por lo ligerito, banal y cursi, tenemos ahora conciencia de la seriedad del libro.
500 millones ven televisión y 20 millones
leen el periódico mediante el cual conocen una versión de lo que está pasando en el Medio Oriente. Y, acaso,
100 individuos siguen la senda a Thoreau. Thoreau se “pierde” por los senderos del bosque
buscando reencontrarse con la coherencia psicofísica a base de dialogar en
silencio con la “naturaleza natural”.
Todo eso
forma parte de nuestra vida, allá en el valle, o lo percibimos porque lo comentamos
a “bote pronto”, en nuestra “charla de fogón”, como decía el
coronel Lucio V. Mansilla, el hombre culto que escribió la obra sobre los
indios ranqueles de Argentina.
ALTAR,50 GRADOS,ES UN REFERENTE QUE EL FRÍO EXISTE... |
Percibimos
lo real, la cosa. Sólo que en términos lógicos, correlativos, lo real no tiene
sentido sin su esencia. Sería una abstracción sin sentido, como la izquierda
sin la derecha, lo de arriba sin lo de
abajo, lo frío sin lo caliente…
Por la
mañana todo eso se ha ido con el nuevo sol y volvemos a percibir y a contemplar
lo inmediato, un rappel para poder alcanzar
la colina de enfrente, percibiendo con los sentidos los olores del bosque, sus
colores, sus ruidos y sus silencios.
Pero también
percibimos que cada tramo que caminamos tiene una categoría intelectual o esencial,
diferente de lo sensible o real. Es el mundo de lo ideal porque así nos lo dice
lo real y tan real que el mismo aire tiene sabor a hierbas y flores.
Es el mundo
de la temporalidad, donde todo perece y vuelve a nacer. En el que pervive entre
los árboles, los glaciares y las aristas, una esencia intemporal.
“Platón-escribe
Jean Whal, en su valiosa obra
Introducción a la filosofía, 1973- quería que estudiáramos la ciencia a fin
de alcanzar, no realidades físicas, sino metafísicas.”
Un mundo
donde la cosa sigue siendo la cosa pero también ahora es algo más que la cosa,
como dice Manuel García Morente en su libro Lecciones
preliminares de filosofía, 1974): ”La esencia ya no es una cosa en el mundo
de las cosas reales; ya la esencia no es una realidad; ya la esencia no está en
el tiempo, ni es causada ni causante, ni es real. Ya al llegar a ese fondo del
mundo de las cosas reales hemos tropezado sin solución de continuidad con uno
de los elementos de que está constituido el otro mundo, el de las cosas
ideales..Porque las esencias son ideales.”
La montaña
como objeto va a estar ahí sin mi intervención-dice el lógico del grupo-, sin
la intervención del sujeto.
Yuma comenta
que el sujeto, al ir hacia el objeto, o caminando entre los objetos, produce el
pensamiento, la certeza de que existe. Creo que el viejo Descartes estaría de acuerdo conmigo.
Cualquier pensamiento, ya sea real o falso, como sea, “es la realidad existencial de mi propio yo.”
Cualquier pensamiento, ya sea real o falso, como sea, “es la realidad existencial de mi propio yo.”
Agrego lo
que dice Morente: “Una piedra es un
ente(cosa), pero no sabe que lo es, ni se interesa por serlo, mientras que la
vida es un ente y sabe que lo es; es capaz de la reflexividad y además se
interesa por ser ente. O, dicho de otro modo: la vida quiere vivir, la vida
quiere ser vida, no quiere ser muerte: quiere ser vida.”
Y eso lo sé,
sin necesidad de ir hasta las estrellas, porque lo percibo con la realidad de
mis inapreciables cinco sentidos. O, como dicen que decía Epicuro: Sé que
existo gracias al delicioso vino que me hace eructar.
Sería audaz,
pero sí lo creo, dijo Yuma, siguiendo a Morente, que la realidad de las cosas
existen porque yo existo: “Encontramos en estos objetos, las cosas, son lo que
son no en sí mismos sino en cuanto nosotros nos ocupamos de ellas. “y agregó Yuma:
Eso me
recuerda a Berkeley que dice que la materia no existe. No llegaré hasta ahí
porque entonces mi adorada metafísica se quedaría sin su ineludible referente,
que es la fenomenología.
Morente |
“Manuel
García Morente (Arjonilla, Jaén, 22 de abril de 1886
– Madrid, 7 de diciembre de 1942)
fue un filósofo español y, converso católico, en sus últimos años de vida fue sacerdote. Fue un gran divulgador, traductor de obras del pensamiento europeo,
filósofo de cuño original, y gracias a su magisterio oral y escrito se
iniciaron en la filosofía, y aún hoy día lo siguen haciendo, multitud de
promociones universitarias….”Wikipedia
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