Una hormiga
de pie, a la entrada de un hormiguero,
con su cuaderno de notas y apuntando observaciones de cómo se comportan sus
congéneres, las hormigas, sería una prueba abrumadora de que hay ahí una casi deslumbrante inteligencia en
desarrollo.
Sin embargo
no iría muy lejos esa inteligencia. Sólo tiene pocas maneras de comunicarse
entre sí. Y todas guardan una relación de antes. De causalidad, de a posteriori.
Con óptica
científica construiría teorías que serán derribadas por otras teorías y éstas
por otras. Porque el escepticismo en la ciencia es como la duda en la religión,
no niega, busca.
Y busca para
lo positivo, aun a través de lo negativo. Cuando Dorian Grey destruyó su
retrato nos estaba ofreciendo todo un tratado de filosofía.
Hemos imaginado esta idea del hormiguero, con Tom Wolfe, que imagina un congreso, de perros,
para estudiar al Perro:”El cerebro humano (dice en su obra El periodismo canalla y otros artículos), aunque muy superior al de
los perros, también es limitado. En consecuencia, no cabe la posibilidad de que
seres humanos lleguen a una teoría definitiva, completa y acotada de la
existencia humana.”
Enseguida
cita varios nombres de científicos que han puesto en duda teorías como la de Darwin y la de Einstein:
“Los científicos, y no los religiosos…Esta visión, la del Escepticismo Supremo,
se ha ido extendiendo desde entonces. En los últimos dos años, se ha puesto en
duda incluso el darwinismo, una doctrina sagrada entre lo científicos
estadounidenses durante setenta años.”
Cita a
varios hombre de ciencia: “en particular
el matemático David Berlinski y
el bioquímico Michael Behe han arremetido contra el darwinismo alegando que se
trata de una simple teoría, no de un descubrimiento científico, una teoría
tristemente infundada, para la que no existen pruebas fósiles y que, en su
lógica interna, no es más que sentimentalismo puro.”
Más adelante
se refiere a Einstein: “Ya en 1990, el físico Petr Beckmann, de la universidad
de Colorado, empezó a cuestionar a Einstein. Lo admiraba mucho por su ecuación
de materia y energía E=mc2, pero calificó su teoría de la relatividad de
grotescamente absurda e indemostrable.”
Wolfe cita a
Noam Chomski en aquello que no hay tal situación evolutiva del hombre: “no existe
un eslabón perdido, puesto que no hay ninguna cadena.”
Lo había
dicho Chesterton en El Hombre eterno:
“no existen ni los más leves indicios de que la inteligencia humana se haya
formado por evolución natural. En el sentido científico más estricto, no
sabemos nada de cómo se desarrolló. Existe una cadena rota de piedras y
osamentas que sugieren vagamente cierto desarrollo del cuerpo humano; nada
parecido existe referente a su espíritu.”
Wolfe lo
dice dentro de un marco evolutivo-creacionista en el que los genes son los
dioses que, al igual que los dioses del Popol Vuh maya, ensayan a hacer individuos humanos. Chesterton en
cambio va directo y dice en la teoría creacionista que el primer motor que
fabrica genes sigue siendo Dios.
En este
mismo capítulo, del libro Periodismo
canalla, Wolfe se refiere al escepticismo de Nietzsche. No dice a cuál obra
de Nietzsche pero creemos que se apoya en Aurora.
Aquí Nietzsche escribe, en contratesis obligada por el tratamiento dialectico, también con escepticismo, que
“Cualquiera que sea el grado de superioridad que pueda
alcanzar la evolución humana ( o el de las hormigas o el de los perros)no hay
para ella medio de pasar a un orden superior, como la hormiga u otro
insecto. Terminada su carrera terrestre, no entran en la eternidad ni van a
reposar en el seno de Dios. El devenir arrastra detrás de sí lo que fue en el
pasado. ¿Cómo había de hacerse una excepción de ese eterno espectáculo
por un pequeño planeta y una mísera especie de ese planeta?”
Es un
escepticismo cuestionador, investigador, que se halla abundantemente
documentado en Schopenhauer. Por su parte Max Scheler cuestiona a Darwin en el
sentido que su teoría se refiere a la supremacía del más fuerte pero, dice
Scheler, es la solidaridad la que ha jugado un papel decisivo en la humanidad, no
la aniquilación. En la sección quinta-5, de su Ética, Scheler se refiere ampliamente a este aspecto de
solidaridad predominante y no tanto de lucha:
“Darwin, considerando la lucha, que él, como
lucha de los hombres, veía a su alrededor, también en el mundo de los animales
y las plantas, no se ha planteado nunca de modo riguroso y consciente el
problema de las relaciones de medida que
existen, dentro de la totalidad de la naturaleza orgánica, entre las tendencias
a la solidaridad y el apoyo mutuos,
al renunciamiento y al sacrificio, y el principio
de lucha fundado en el egoísmo de la conservación de la existencia.”
Las hormigas
hipotéticas y los perros también hipotéticos en su congreso hipotético, y los
humanos en la realidad científica, construyen teorías que al igual, dice Wolfe,
del que levanta muros de ladrillos y se le viene abajo, o que ellos mimos, los
hombres, echan abajo.
Esa cadena
fenomenológica parece no tener otra consecuencia que más y más teorías hasta
que, agrega Wolfe:
“De repente tuve la visión de un edificio imponente derrumbándose y el hombre cayendo
en picado al lodo primigenio. Lucha por mantenerse a flote, manotea, trata de
respirar, se arrastra desesperadamente en el barro, hasta que advierte que algo
enorme y suave se acerca nadando a él y
lo levanta, como un delfín todopoderoso. El hombre no alcanza a verlo, pero
está impresionado. Lo llama Dios.”
“Tom Wolfe (Richmond, Estados
Unidos, 2 de
marzo de 1931) es un periodista y escritor estadounidense, padre del llamado Nuevo
Periodismo, una revolucionaria
tendencia en el campo de la prensa, que nació en los Estados Unidos en los años
sesenta.”Wikipedia
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