PLATÓN, EL DEL ENTENDIMIENTO PURO: KANT

Lo material y lo espiritual lo conocieron los pensadores griegos desde los presocráticos, llamándolos finito e infinito. Con este último llamaban a Dios.

Platón, según Favorino, filosofo contemporáneo, fue el primero que introdujo el modo de escribir en diálogos, lo que le facilitó el terreno dialéctico al hacer mención de las antípodas.

Habla de las cosas que cambian y de las que no cambian. Lo que después los filósofos llamarían el fenómeno y la “cosa en sí”.

Otros, antes que Platón, habían escrito en dialogo, por ejemplo, Zenón, pero, dice  Diógenes Laercio: “en mi sentir, pulió Platón su forma y estilo de manera que no se le pudo negar con justicia la gloria de la invención. El diálogo es un discurso compuesto por preguntas y respuestas sobre cosas filosóficas y políticas. La dialéctica es  el arte de disputar, por lo cual refutamos o defendemos alguna cosa por medio de preguntas y respuestas entre los que disputan.”

El diálogo aparece ya de manera establecida en Sócrates pero, como dice Aristóteles, también contemporáneo, Platón dijo de Sócrates muchas cosas que Sócrates no dijo.

Platón es, así, el primer novelista pero también el primero en amenizar, por medio del dialogo, materias como la filosofía que, dichas  en bloque, a manera de como conocemos el ensayo,  donde nada más habla directamente el que escribe, parecen escritos de tesis profesionales de la academia, como la tesis  que presentó Schopenhauer, para su examen profesional, que luego conoceríamos como La cuádruple raíz del principio de raíz suficiente.

Platón no sólo hace dialogar a dos, o a tres, sino que también se sale del texto, no se incluye en el texto. Y con esto está inventando lo que en novelística se llama alter ego del autor.

Sin salirse del terreno de la filosofía, otros pensadores, ya modernos, como Nietzsche, utilizan el diálogo y uno de ellos es su alter ego,  Zaratustra, por ejemplo.
PENSAMIENTO ANTROPOCÉNTRICO Y...

Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich, 1968

Diógenes consigna varios epitafios que al parecer dedicaron a Platón. Uno de ellos dice:
 “Si no hubieran criado, oh
Padre Febo,
A Platón en Grecia
¿Quién hubiera sanado con
Las letras
los males y dolencias de los hombres?
Pues como fue Esculapio
médico de los cuerpos,
curó Platón las almas inmortales.”

Diógenes consigna que Platón enseñaba: “Que los principios de todas las cosas son dos, a saber: Dios y Materia, llamando a Dios  Mente y Causa. Que la Materia es informe e infinita pero de ella se forman y componen las cosas.”

Platón conoció  los modos de pensar de Heráclito, de Pitágoras y de Sócrates. Y por muchos años caminó el terreno del antropocentrismo. Pero un día se atrevió aventurarse más allá de la fenomenología. A eso se refiere Kant en su obra Crítica de la razón pura:

“De igual modo abandonó Platón el mundo sensible, porque éste pone al entendimiento  estrechas limitaciones y se arriesgó más allá, en el espacio vació del entendimiento puro.”

KANT

“Immanuel Kant (ɪˈmaːnu̯eːl ˈkant) (Königsberg, Prusia, 22 de abril de1724  Königsberg, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo prusiano de la Ilustración. Es el primero y más importante representante delcriticismo y precursor del idealismo alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna y de la filosofía universal.”WIKIPEDIA


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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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