Muchacha hermosa se acerca y me da un
delicioso beso, o un rufián me asesta una puñalada por la espalda. Eso es la
sociedad.
En realidad, dice Ortega, no sabemos
qué es sociedad: “no tenemos ni la más remota sospecha.”
¿Es la idealizada reunión de personas
positivas que viven en un lugar? ¿O es un lugar habitado nada más por alimañas?
De manera abstracta la gente de bien
vivir, trabajadora y estudiosa, no vive, como se cree, por “rumbos”, barrios
precaristas o elegantes fraccionamientos de la ciudad. Sucede lo
mismo con los depredadores
¡Todos vivimos juntos y revueltos! A
eso Ortega llama disociedad.
En México a esto se le conoce como
“sociedad muégano”. Muégano es un dulce redondo
pero se forma con granos individuales que se van agregando al
conjunto. Todos hacen uno pero cada
quien su personalidad o su “granodidad”.
Semejante a la técnica de
“pastillaje”, que se conoce en
arqueología, y usaban los mexicanos precristianos en alfarería. A una pieza
base se la iban a agregando elementos adyacentes.
Al interior de los sindicatos la
palabra solidaridad es pan de todos
los días y retórica obligada de los dirigentes pero, lejos de eso, como dice
Scheler, a lo sumo sólo puede haber cooperación para las acciones generales. En
lo individual, escalar en el escalafón es posible sólo en la medida que se compite y se
vence al otro aspirante. Lo mismo sucede en la política partidaria.
Schopenhauer lo dice de manera nada
romántica: “¿Ves esos perros tan amigables? ¡Pues arrójales un hueso y verás
cómo se destrozan entre sí!
En su Ética, cuarta parte, escolio
II, Benito Spinoza, dice que “Si los hombres viviesen bajo el gobierno de la
razón cada uno poseería el derecho que le pertenece sin perjuicio alguno ajeno.
Pero como los hombres están sometidos a afecciones que exceden en mucho su
potencia o la humana virtud son arrastrados en diversos sentidos y son contrarios
unos de otros.”
¿DISOCIEDAD? |
Humanos somos y ni en los altares los
hombres están exentos de querellas. Se vio con respecto a una controversia que
estalló en el siglo XVI entre teólogos dominicos y jesuitas. Lo relata F.
Copleston en su Historia de la filosofía,
Vol.2, Cap. XXI. (Copleston es de la Compañía de Jesús)
El punto de choque era ¿cómo la gracia de Dios es eficaz en
virtud del consentimiento libre de la voluntad del hombre?
La disputa se alargó en el tiempo y
subió de tono. Finalmente el papa Clemente VIII ordenó formar una Congragación
para discutir el tema. El resultado fue que ambas posiciones fueron permitidas
pero:
“Al mismo tiempo se prohibió que lo
jesuitas llamasen calvinistas a los dominicos y se dijo a estos que no llamasen
pelagianos a los jesuitas.
“Animal social” se le llama al
hombre con la intención de ponerle una medalla en el pecho por su inclinación,
o por su necesidad, de juntarse y hacer leyes de conducta.
También habría que darle una medalla a los leones y a los cocodrilos
pues es sabido que viven en sociedad en
sus respectivos grupos. Y tiene sus leyes naturales. El comportamiento para con
sus crías deja al descubierto que, en alguna parte de su bestialidad, hay amor
maternal, si puede hablarse así.
Si vamos a las distinciones el hombre
tiene algo más que instinto bestial. Pero ese “algo más” no se puede garantizar
que se manifieste en todos.
Algunos filósofos de la antigüedad griega,
lo mismo que más acá Horacio, Montaigne y Spinoza, decían que los dioses se habían
equivocado en darle al humano el poder de razonar. Este razonamiento lo usan, en cambio,
para hacer triquiñuelas, contratos falsos, despojar al que tiene de sus
pertenencias, o echarle la culpa al inocente etc.
Pero, como sea, el “otro”, el otro
ciudadano, nos es necesario para moldear nuestra propia personalidad,
descubriendo cómo somos o señalando nuestros errores y aciertos, no nuestro ser
porque el hombre es como es y no puede cambiar aunque vaya con el brujo.
Con exactitud Jean Wahl dice en sus Introducción a la Filosofía: “ otras
personas (nos sirven) para la constitución de la propia personalidad y lo que
puede llamarse el carácter vocativo de esta relación, se refieren a las relaciones entre las
personas más bien que a la naturaleza misma de la personalidad.”
Por eso Ortega dice: “He experimentado que el hombre es capaz
de todo, de lo egregio y perfecto, pero también y no menos, de lo más depravado.
Tengo la experiencia del hombre bondadoso, generoso, inteligente, pero, a su vera,
tengo también la experiencia del ladrón de objetos y del ladrón de ideas, del
asesino, del envidioso, del malvado, del imbécil….”
Ortega no es escéptico ni paranoico,
en este punto es ecléctico, como quien dice, balanceado, cuando compara la
relación social:
“es igualmente que una mujer bonita me dé un beso, ¡qué delicia! O que un transeúnte avieso me dé una puñalada.”
“es igualmente que una mujer bonita me dé un beso, ¡qué delicia! O que un transeúnte avieso me dé una puñalada.”
ORTEGA |
“José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de
mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista
español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón
vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del
Novecentismo.”WIKIPEDIA
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