DIVORCIO UNILATERAL Y MATRIMONIO DE PROCREACIÓN


 

 

SEMINARIO “DERECHOS HUMANOS Y BIOETICA”

15 de marzo 2016 en el Senado de la República, México
Ponencia del Dr. Jorge Adame

Del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Se transmitió por televisión abierta el 18 de junio de 2016.

Se refiere a la jurisprudencia de la  Corte Suprema de Justicia de la Nación en materia de matrimonio y divorcio.

 

Corte: Es inconstitucional cualquier ley que diga que el fin del matrimonio entre hombre y mujer es la procreación.

Argumento de JA: Contradice la opinión común del pueblo mexicano. Además los códigos civiles dicen que el matrimonio es entre varón y mujer))

La ley aprobó  la unión libre de dos personas para contraer matrimonio. No indica el sexo.

Argumento de JA: Si el matrimonio es la procreación es natural que sea entre varón y mujer, porque la procreación se hace con un gameto masculino y otro femenino.

Señalamiento de JA: Los ministros de la Corte impusieron que el matrimonio  no tiene como fin la procreación. En consecuencia todas las personas pueden contraer matrimonio ya sean del mismo sexo o diferente sexo.

Matrimonio en el México precristiano. Unidos por toda la vida
Códice Florentino
JA: ¿Personas del mismo sexo, según la nueva jurisprudencia  pueden adoptar? Sí pero no  procrear. La adopción busca no satisfacer los deseos de los adoptantes sino de procurarle al niño una familia en donde pueda desarrollarse. Así, para elegir al  adoptante se debe elegir el que dé más garantías en beneficio de esos niños.

Corte: pasado un tiempo  cualquiera de los contrayentes del matrimonio puede decirle adiós a su pareja en una decisión unilateral.

JA: El derecho al desarrollo de la personalidad no es un derecho, es el estado propio del ser humano libre. Somos racionales, y por lo tanto podemos tomar decisiones y, si somos libres somos responsables y tenemos que dar cuenta de nuestros actos. El orden jurídico toma como fundamento que somos libres y por lo tanto nos ordena deberes y establece prohibiciones.

JA: El matrimonio civil es algo que inventaron los legisladores y está en los códices civiles. Pero ese no es el matrimonio tal como se entiende en sentido natural, de acuerdo con la dignidad de la persona humana.

 JA: Los contrayentes deben definir cuáles son los fines de su unión. Si el fin es procrear, la ley debe respetar la decisión porque ellos han decidido vivir de esta manera, pero hay que especificarlo.

JA: Si dos personas, al contraer matrimonio, declaran que quieren fortalecer el vínculo de la relación muta y no quieren que se disuelva por la voluntad de cualquiera de los dos, sino que, dado el caso, se disuelva de común acuerdo, la ley debe respetar, porqué es el libre desarrollo de la personalidad. Lo contrayentes son  los que hacen el vínculo, no es el Código Civil el que da el matrimonio.

JA: No debe haber contradicción entre lo que es jurídico y lo que es ético. El problema es cuando hay leyes desordenadas que proponen conductas que van en contra de los preceptos éticos. En este caso es donde se plantea la dificultad entre la legalidad y lo que es moralmente lícito.

Procreación y educación de la prole, principio del matrimonio en el pueblo mexicano
Códice Florentino
JA: El matrimonio normalmente se ha considerado como la convivencia de hechos. El que dos personas, varón y mujer, vivan en una misma casa,  eso es matrimonio. Fue en los primeros siglos del cristianismo  cuando se llega a la idea de que en el matrimonio hay un vínculo, una obligación, entre varón y mujer de convivir y realizar los fines propios del matrimonio, que es realizar la procreación y educación de la prole. Se entiende  que  ese vínculo debe permanecer por toda la vida. Porque los cónyuges se necesitan uno al otro por toda la vida. Los hijos igualmente necesitan a los padres por toda la vida. Es la única manera de cumplir con un precepto natural de amar al prójimo como a uno mismo. Esto es el matrimonio desde el punto de vista de la dignidad humana, y de la naturaleza humana.

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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