DIÁLOGOS XANTIPA-DIÓTIMA


 

DIÁLOGOS EN LA TABERNA: “XANTIPA CONTRA DIÓTIMA”

 

Al fondo un letrero de la casa:

“A nadie se le puede pedir coherencia después de cinco tarro del cerveza”

Yuma- Lo que Kant intenta es asomarse hasta la última frontera de la razón pura para, desde ahí, echar un vistazo hacia el horizonte donde las cosas y los seres, si es que los hay, ya no están sujetos al espacio ni al tiempo.

Juan-(mirando la gran boruca de la taberna) “No odio a la gente pero me siento mejor cuando no hay gente” recuerdo  que dijo Henry  (Mickey Rourke)  en la película Farfly.

Toci-Desde la situación de movimiento, de sucesión en el tiempo, se ha llegado al pensamiento que hay algo que permanece sobre el espacio y el tiempo. Sino desde dónde se estaría concientizando el movimiento. Como alguien que está parado viendo el tren que pasa. Frederick Coplestón observa que la percepción de mi propia existencia, en el tiempo, es posible sólo por la existencia de algo real fuera de mí, y sólo gracias a ella.

(Esta bella muchacha escaladora es la única del grupo que citaba sus fuentes. Los  otros o no las sabían, o no las recordaban o si lo hacían no estaban seguros. No es que quieran pasar como pensadores originales ni como plagiadores de textos, es sólo que, luego de unos tarros, no se acuerdan. Pedimos comprensión a los autores originales)

Aquel-Con la desaparición de la división de la sociedad en clases, desaparece la lucha de clases. Fin de la democracia.

Toci-También con la dictadura burguesa, como se llame, desaparecen las clases. También aquí fin de la democracia.

Yuma- Así como los sindicatos son el instrumento para que el individuo se objetive a sí mismo de su papel de trabajador asalariado (contrato colectivo de trabajo, capacitarse, prestaciones, etc.), así la religión hace conciencia en el individuo que, el tránsito por esta vida, no sea sólo para estar al servicio del trabajo y las leyes de producción.

Aquel- Una Federación Mundial de Estados fue ya el viejo sueño de Demócrito. También por Platón expresada como “el espíritu del mundo”. Luego vino el sueño de una Europa de Estados Comunistas. Lo que vemos de tantos sueños es la realidad de una Europa de “Estados occidentales”.

Juan-Los alpinistas son poetas, soñadores y románticos por sí. Lo digo porque los relatos de la aventura alpina, tan llenos de poesía y pensamientos románticos, temores filosóficos, se hacen chatos cuando queremos aplicarles lógica. ¿Una naturaleza pura mecanicista sin bellos amaneceres? ¡Ni de broma! ¿Qué tiene de lógica que un cuadrúpedo, que no hace mucho empezó a andar en dos pies (obsérvese a nuestros ancestros en los lemúridos) se enfrasquen  en una lucha  vertical contra las fuerzas de la gravedad atmosférica?  Hay romanticismo en querer conquistar lo inútil, como dice Leonel Terray, guía alpino de Chamonix, Francia.

El alpinista-Nada en el alpinismo es imposible. Excepto una cosa. ¿Qué es? Cuando tienes que ver a los ojos de la familia, de tu compañero de cuerda que murió en la montaña, y ahora  yace sobre una camilla en la puerta de la casa familiar. ¡ Es imposible pero es un trago amargo que no puedes eludir!

Juan- La teología va de lo infinito a lo finito. La filosofía intenta ir de lo finito a lo infinito. En teología cristiana el Espíritu Santo se hizo carne a través del cuerpo de María. Ese es el "eslabón", el "puente", que busca la filosofía desde lo finito hacia las cosas inteligibles.

Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich,1968
Aquel-Algo que parece loco en Schopenhauer. Dice que el placer es negativo y el dolor positivo. Nos sorprende lo anterior porque estamos acostumbrados a pensar en viceversa o al contrario. Como él ve las cosas es que el dolor es positivo cuando nos ponemos los tenis y vamos a hacer ejercicio, ya porque estemos convencidos por sí mismos que los 5 kilos de sobre peso en mi cuerpo es perjudicial. O bien porque el médico pronuncia el imperativo: ¡camine, haga ejercicio! En cambio el placer es negativo cuando quita frenos para que, sin medida, beba, coma y sea sedentario.

Otro llegó tarde a la reunión. Los semáforos estaban descompuestos por la lluvia. En el cruce de avenida de los Insurgentes con Paseo de la Reforma fue el caos. Queriendo todos pasar al mismo tiempo. Nadie podía pasar. Tardó 45 minutos para recorrer 20 metros hasta que por fin pudo seguir. Es necesaria esta aclaración para entender su referencia a la idea de Nietzsche cuando dice  que Dios ha muerto.

Otro- Sino podemos arreglarnos con un semáforo apagado, y todo el nihilismo activo en todo su apogeo, ¿cómo sería sin Dios? ¿Utopías aparte! Cito algo que leí en Coplestón con referencia a la filosofía de Nietzsche: “Bajo la superficie de la vida moderna, Nietzsche ve fuerzas que son salvajes, primitivas y totalmente inhumanas. Uno las contempla con una expectación miedosa. Como contemplaría el caldero de la cocina de una bruja.”  Por eso les digo que circular expeditamente, educadamente, por las calles de esta enorme ciudad, cuando los semáforos están descompuestos, es haber alcanzado la utopía más fantástica que se haya imaginado. Sería esta idea del semáforo apagado como un curso propedéutico para empezar a considerar la idea de Nietzsche que Dios ha muerto y los humanos podemos manejarnos solos. El semáforo descompuesto, y el caos vehicular en el cruce de las esquinas echan por tierra cualquier hermosa teoría de autosuficiencia humana, de hermandad y solidaridad entre los hombres.(¡salud!) Los trabajadores en las fábricas y oficinas lo confirman a diario. No dudan en meter zancadillas al hermano para aventajarle un puesto en el escalafón y poder ganar unos dólares más (¿salud!). Y muchos de los académicos, en su carrera hacia ocupar la silla del director, tampoco son hermanitas de la caridad cuando compiten con sus “amigos casi hermanos epistémicos” de toda la vida (¡salud!) No hay que esperar mucho para comprobar que una ciudad con semáforos descompuestos es el apocalipsis que se nos viene encima. Con el mismo ímpetu avasallador de un alud que se precipita sobre el glaciar arriba de nuestras cabezas.

Toci- “Temo mucho que la virtud no pueda ser enseñada” dijo Anito a Sócrates en el Menon.

Otro-¿Y qué dijo Sócrates?

Toci- A Cratilo: “Son una especie de seres las acciones”

Juan- De lo que decían de las dictaduras proletarias o burguesas o del caos vehicular, cito algo que Antony Beevor escribió en un diario de España, concretamente El País, en octubre de este año: “La democracia no puede sobrevivir sin una base de respeto hacia los demás, acompañada por el respeto a la verdad.”

El Alpinista- Para algunos filósofos el término metafísica significa una crítica del conocimiento científico. Para otros una ciencia del Absoluto. Según por el lado de la calle que uno prefiera caminar.

Toci-En el siglo dieciocho un filosofo alemán, Fichte, lo dijo de otra  manera: " el tipo de filosofía que un hombre elije depende del género del hombre que  él es."

 

 

 

 

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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