M.G.MORENTE, TRES POSTULADOS DE KANT


 

¿Tres postulados de filosofía de Kant? ¿Qué es eso?

La filosofía es tan viva como meter las manos en el fuego. No se trata de ninguna metáfora. Sólo decir que la filosofía es la vida misma, la vida vivida. La de los otros, la de nosotros.

(Entre paréntesis diremos que es dudoso que en la actualidad alguien pueda vivir impartiendo clases de filosofía. Los sueldos universitarios para los maestros son tan miserables en las 95, de la 100 universidades del mundo, que gana más el que lava automóviles en el estacionamiento de la propia Facultad.  Mi amigo, Dr. filósofo universitario, con veinte años dando clases en la Facultad, no se ha casado por no tener recursos económicos para llevar un hogar, educar hijos... La persona que lava carros tiene dos mujeres, hijos con ambas, automóvil, celular de 50 megapíxeles, casa en Cuernavaca y casa en la Ciudad de México. Es lo suyo, dice mi amigo, y es necesario felicitarlo. Yo sólo quiero hablarle al pueblo de estas cosas de la filosofía)

Pero la filosofía metida en un texto parece una materia tan lejana, tan ajena, a nosotros, que frente a un libro de filosofía dan ganas de bostezar. Mejor no lo abrimos. O lo hojeamos de pasadita para luego cerrarlo.

Como cuando pensamos que la geología es tan ajena a nosotros al punto que ignoramos el suelo sobre el que estamos parados…

Hay cien modos de pensar que nos muestra la filosofía. Lo cual es una acontecimiento feliz poder enterarse de lo diverso que es la vida tanto empírica como  la del intelecto. ¡Hay libertad para pensar, opinar y publicar!,¡con esto ya poco se le puede pedir  a la vida! Lo saben bien en los países que  carece de la mencionada libertad.

No hay que extrañarse que en filosofía haya imperativos categóricos que dice cómo hay que pensar. Tienden  a coartar  la libertad de decisión y  los sendos textos acaban pareciéndose a los trípticos de los partidos políticos en tiempo de campaña. Pero aun esos imperativos conductistas son, por contraste, parte de la filosofía para apreciar, como   dijo recientemente la actriz estadounidense, Meryl Streep, “nos recuerda que frágil es la libertad”.

La forma de trílogo adoptada aquí por nosotros busca provocar cierto atractivo del tema postulado por Kant, conocido como los tres postulados.

¿¿¿Tres postulados???

Dibujo tomado del diario El País
El texto de los postulado está tomado, textualmente, letra por letra, valga la tautología, de la obra de Manuel García Morente, Lecciones preliminares de filosofía, lección XX.

Cómo en ello este pensador (Kant) entiende la santidad (no es la santidad como en la Iglesia católica pero algo se le parece) dentro de un mundo fenoménico, mecánico, como el de nuestra animalidad en la Naturaleza, pero ahora con la incursión de la moralidad. La moral como puente entre nuestra terrenidad y los mundos metafísicos.

En algún vivac en las montañas de Pachuca Hidalgo, México.  “Repisa” a 100 metros del suelo.3 de la mañana. 5 bajo cero. Toci calienta agua para tres tazas de café.30 kilómetros el norte se ven las lucecitas amarillas del pueblo-balneario de Amajac. Sentados sin salir de los sleeping.

Toci-La conciencia moral es un hecho, tan hecho como el hecho de la ciencia; y si del hecho de la ciencia hemos extraído nosotros las condiciones de la posibilidad del conocimiento científico, igualmente del hecho de la conciencia moral tenderemos que extraer también las condiciones de la posibilidad de la conciencia moral

Yuma-Sí pero una primera condición, de la posibilidad de la conciencia moral, es que postulemos la libertad de la voluntad.

Yo-La conciencia moral nos entreabre un poco el velo que encubre este otro mundo inteligible de las almas y conciencias morales, que no tiene nada que ver con el sujeto cognoscente.

Toci-El postulado primero conque Kant inaugura la metafísica, extrayéndolo de la ética, es ese postulado de la libertad.

Yuma- Y ya una vez que por medio de este postulado de la libertad hemos puesto pie  en ese mundo inteligible de “cosas en sí” (no dependientes de la fenomenología) que está allende al mundo sensible de los fenómenos, podremos proseguir nuestra labor de postulación y encontramos inmediatamente el segundo postulado de la razón práctica, que es el postulado de la inmortalidad.

Toci-El tercer postulado de la razón práctica es la existencia de Dios. La existencia de Dios viene igualmente traída por las necesidades evidentes de la estructura inteligible moral del hombre. Porque en esa estructura inteligible moral del hombre, que nos ha permitido llegar a ese mundo de cosas en sí, que no es el mundo de los fenómenos.

Morente
“Manuel García Morente (Arjonilla, Jaén, 22 de abril de 1886 – Madrid, 7 de diciembre de 1942) fue un filósofo español y, converso católico, en sus últimos años de vida fue sacerdote. Fue un gran divulgador, traductor de obras del pensamiento europeo, filósofo de cuño original, y gracias a su magisterio oral y escrito se iniciaron en la filosofía, y aún hoy día lo siguen haciendo, multitud de promociones universitarias….En 1912 obtiene la cátedra de Ética de la Universidad de Madrid. Su pensamiento oscila en este momento entre el kantismo —tesis doctoral sobre La estética de Kant (1912); monografía sobre La filosofía de Kant, Una introducción a la filosofía (1917); traducciones de la Crítica del juicio (1914), de la Crítica de la razón práctica (1918) y de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1921) kantianas— y el bergsonismo —La filosofía de Bergson (1917)—. Durante los años veinte inciden sobre su mente el biologismo histórico de Spengler (tradujo la famosa Decadencia de Occidente del citado filósofo de la historia alemán), Rickert, Simmel, y la axiología, merced a la incorporación que se hizo de la obra de Scheler y Hartmann a través de la Revista de Occidente. En las postrimerías de este decenio termina las traducciones de las Investigaciones lógicas de Husserl (1929), junto con José Gaos, y del Origen del conocimiento moral de Brentano: el método fenomenológico será utilizado en adelante con singular destreza en su indagación filosófica.”WIKIPEDIA

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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