Santa Teresa y el siglo XVI español




Santa Teresa de Jesús
Editorial Porrúa, México, Serie Sepan cuantos…
Número 50
2005

“Lee y dirigirás, no leas y te dirigirán”: Santa Teresa

Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida por el nombre de Santa Teresa de Jesús o simplemente Teresa de Ávila (Ávila, 28 de marzo de 1515Alba de Tormes, 4 de octubre de 1582), fue una religiosa, doctora de la Iglesia Católica, mística y escritora española, fundadora de las carmelitas descalzas, rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo (o carmelitas).

Tanía 21 años de edad cuando Santa Teresa tomó los hábitos en la Encarnación (Ávila), el 2 de noviembre de 1536.En los siguientes 46 años de  vida religiosa, hasta su muerte, el 4 de octubre de 1582, había fundado 32 conventos en España.

Tuvo poderosos enemigos fuera y dentro de la Iglesia, pero su modo de responder era tal que las más de las veces  acabaron en los mejores términos: “Y es motivo de nueva inquietud  otra denuncia que se había hecho a la Inquisición del Libro de su vida, del que circulaban ya muchas copias, y, como siempre, todo se arregla y la comunidad se traslada  al nuevo edificio  asistiendo la ciudad entera que presenció cómo el arzobispo se arrodilla ante Santa Teresa pidiendo que le diese su bendición.”


En el siglo XVI el espíritu religioso llena los rincones de España, desde la taberna hasta el trono. Fue el siglo que a España se le dio todo. El continente americano, San Ignacio de Loyola, Cervantes, San Juan de la Cruz, el Lazarillo de Tormes, Carlos V el rey del imperio más grande del mundo abdica al trono y se retira al monasterio de Yuste, nace Góngora, nace Lope de Vega, tiene lugar la sublevación de los moros en Andalucía y son reprimidos por Don Juan de Austria, victoria de Lepanto, nace Tirso de molina, Francisco de Vitoria… “Nunca se dieron tantos valores en un solo siglo”, escribe Juana de Antañón, biógrafa de la Santa de Ávila, como también se le conoce a Santa Teresa de Jesús.

La Península es tierra que ha dado pensadores de primera línea, dentro de la dialéctica idea y laicismo o razón y fe, empezando desde Séneca, pero ahora el protestantismo, y el laicismo agresivo, que no saben de dialogo, toca las puertas de los Pirineos. Los españoles se unen en torno a la religión y se catapultan en la cultura, la religión y la guerra, como nunca antes habían estado.

Está Santiago Apóstol pero  había que ganarse ese lugar con trabajo de humanos  y España dio hombres y mujeres necesarias para tal empresa. En el trono está Isabel I.de Castilla (Isabel la Católica). Y en una labor anónima, vestida con ropa basta, pasando hambres, sufriendo enfermedades y luchando contra obstáculos, Santa Teresa funda conventos.

 Lo hace  con una actividad nunca vista. Se le considera  la primera mujer en la historia del cristianismo como fundadora de conventos. Ambas mujeres “son las figuras femeninas  más recias de la historia de España…Hasta la importancia que concedían a la cultura se parecieron Isabel y Teresa.”

Prefiere que sean pocas religiosas  en número, pide que estudien:”Aunque la vida, su experiencia de la que siempre parte es su principal maestra, la lectura le ayudará su formación espiritual. Todo le servirá, hasta el Amadis de Gaula…”

Estatua de Santa Teresa de Jesús,  al lado de la puerta del Alcázar, de la muralla de Ávila


Lutero es excomulgado en 1521 y en 1560 se instala la Inquisición en Toledo y en Sevilla. El luteranismo, y el  laicismo agresivo, siguen presionando los puertos  de los Pirineos y otros, desde dentro, subrepticiamente, quieren abrirlos.

37 conventos es una empresa increíble  pues exige buscar autorización de la jerarquía religiosa, y dinero. Ella lo consigue. Ahora diríamos que 37 conventos los puede levantar cualquier grande compañía constructora en cuatro semanas. Lo que esta compañía no puede edificar es el espíritu místico que hay detrás de esos muros de piedra.  Es la clave  que mantendrá cerradas las montañas pirenaicas.

A la sazón en las universidades de España circula por sus aulas y corredores  el gran Humanismo cultural. Mientras eso sucede España no será arrojada al montón de países sin rostro: ”Los enemigos amenazan por todas partes, pero el protestantismo no atravesará los Pirineos. En este siglo vive San Francisco de Borja, duque de Gandia, íntimo de Carlos V, que todo lo tiene: nobleza, mando, fama, riqueza, y a todo renuncia para hacerse religioso, ingresando en la Orden de los jesuitas.”

 Santa Teresa se inclina  por rechazar a las religiosas “linajudas”. “Estaba bien convencida de que en mil ocasiones  se ingresaba a los conventos  por razones muy distintas de la vocación, sólo por amor a Dios se debían tomar los hábitos, y eran bien perjudiciales  las religiosas que obedeciendo a otras circunstancias entraban en las órdenes religiosas.”

 Estas “linajudas” pertenecían al estatus  de poder y, con los de “adentro”, que querían abrir los Pirineos, los celos de las órdenes religiosas que una veces la apoyaban y otras la estorbaban,  ya tenía la Santa dificultades para rato: “la idea de que por primera vez  en la historia de la Iglesia fuese una mujer la fundadora de una orden monástica, era criticada por no pocos.” Y por no pocas.

Son incontables los viajes que debe efectuar de un lugar a otro de la Península en su labor de fundar conventos y en ratos,  por las noches, escribe sus grandes obras literarias:”Era capaz de expresar en la forma más clara sus estados anímicos más hondos y más difíciles.” Eso no le impide el encuentro con sus momentos místicos y logra ver a Jesucristo: “Vile con los ojos del alma más claramente que le pudiera ver  con los del cuerpo.” O bien su muy conocido pensamiento:

Vivo sin vivir en mí
Y tan alta vida espero
Que muero porque no muero

Pero la Santa era una mujer de carne y hueso. En cierta ocasión llegaron a alojarse en una posada y en la comida gustaba de manera tan sabrosa una perdices, que la cocinera se le quedó mirando, extrañada que una monja, ya para entonces tan famosa por su  sobriedad, comiera con tal apetito, a lo que Santa Teresa le dijo: “las penitencias son  penitencias y las perdices son perdices.”

 Las reglas que impone Santa Teresa son de pobreza, disciplina  y oración: “entre otras relajaciones de la regla estaba la de la ostentación y el lujo, anulando el voto de pobreza  que era la base de la orden.”

Al final Juana de Ontañón escribe: “El Papa Paulo V  declaró Beata a Santa Teresa  el año 1614,y en 1622 era canonizada por el Papa Gregorio XV, siendo declarada patrona de España, después del apóstol Santiago, por el Papa Urbano VIII. En el vaticano se encuentra  una estatua suya  y en la iglesia de Santa María  de la Victoria, también en Roma, el Éxtasis de Santa Teresa de Gian Lorenzo Bernini.”







































No hay comentarios:

Publicar un comentario

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores