¿Por qué Platón es para unos un materialista y para otros un
idealista?
En el acto de leer brota, de manera automática, el asunto de
la libertad en lo que respecta del tema
que queremos leer. Pero sobre todo cómo podemos leerlo. ¿Podemos
leerlo desde nuestro subjetivismo como
lo escribió el subjetivismo del autor? O no he leído directamente y me atengo a
lo que de Platón he escuchado de otros que dicen haberlo leído.
Tendré que leer y juzgar por mí mismo. Porque Lewis anota que
es del todo pernicioso sembrar el escepticismo en alguien con relación a algún libro: “Una de las cosas más
perniciosas que puede hacer el profesor
es incitar a abordar toda obra literaria con desconfianza.”
De hecho la intención
de ese profesor sería loable en prevenir de la manipulación que esconde tal o
cual libro. Esto porque el mundo de la
literatura, como el del cine, está lleno
no sólo de trivialidades sino también de intereses de los que más vale alejarse
a toda prisa.
Pero esta apreciación, esta advertencia, está dicha desde el subjetivismo del otro. Y aquí
volvemos a encontrarnos con aquello que no hay dos subjetivismos iguales o,
como dice el lugar común, ”cada cabeza es un mundo”. Ni sus pulsiones ni sus
experiencias culturales son las mismas.
¿Cómo decir que un libro es de calidad universal o sólo un sofisma para incautos o un “boom”
artificial para aliviar las finanzas de las editoriales?
Para uno la melodía beegin
puede parecerle bella porque le está planteando volver a empezar a vivir la
vida después de un desastre sentimental con una muchacha. Al otro, nostálgico,
le recuerda la remota ocasión que junto con sus amigos, casi adolescentes,
fueron a una fiesta y de esos amigos ya casi todos han muerto. El anhelo de
vivir otra vez la vida.
Cada quien ve el mundo según su capacidad. Un geólogo, un
historiador, un policía y un filósofo, verán cuatro mundos distintos caminando
por la misma calle.
Como esos indicadores en cinco idiomas que hay en los museos, para el público, cada quien leerá en el idioma que lo pueda hacer.”Lo que atrapa a un lector no atrapa a otro”, dice Lewis. Un francés leerá el letrero en francés y un ruso en ruso.
Como esos indicadores en cinco idiomas que hay en los museos, para el público, cada quien leerá en el idioma que lo pueda hacer.”Lo que atrapa a un lector no atrapa a otro”, dice Lewis. Un francés leerá el letrero en francés y un ruso en ruso.
Así en la lectura del libro. Cada quién encontrará su lectura no según la escribió el autor sino
cómo se reflejó en ella el lector: “Cada uno atribuye a su autor preferido lo
que cree que es la sabiduría; y, desde luego, esa elección dependerá del
calibre de su propia inteligencia. Si es tonto, lo que encontrará y admirará en su autor será pura tontería; y si es
mediocre, pura trivialidad. Si, en cambio, se trata de un pensador profundo es
probable que valga la pena leer lo que proclama y expone como la filosofía de
su autor.”
Y si el autor es el
que no sirve pronto se le descubrirá y dejará de lado, como hacemos con un film
que a los cinco minutos nos damos cuenta que más vale cambiarle de canal.
Pero parece que hay que empezar, como esas películas norteamericanas
que, a media película, se regresa por donde debió empezar, con un letrero que
dice: “20 años atrás”.
Lewis dice que no hay que prevenir, predisponer, pero sí enseñar que el panorama cultural tiene 360 grados. Y para que no se malinterprete como condicionar o influenciar en las preferencias, pone el símil de la bicicleta. Alguien que en bicicleta enseña el camino a otro que también en bicicleta lo sigue a través de un terreno hasta entonces desconocido para él. Después él recorrerá por cuenta y riesgo el camino ya conocido y encontrará, a partir de ahí, otras nuevas rutas o incursiones exploradas por él mismo. Acertará o se perderá pero eso ya será una cuestión muy suya.
No es que con
ello sepamos la sabiduría del mundo,
sino que estamos en posición de poder leer mejor esa sabiduría, a lo que
seguirá la tarea de apreciación. Es decir, mí
apreciación.
La filosofía es el arrecife del que se surten todas las
culturas del mundo laico. Novelas, ensayos, periodismo… Pero como la filosofía
tiene sus modos de expresarse, da la impresión que es literatura sólo para
iniciados, iniciados allá en el fondo de una misteriosa sala, no para el pueblo
del mercado. Por eso las revistas de filosofía no se venden en las carnicerías.
Pero aparte de los
modos de expresión filosófica (al dialogo le dicen dialéctica, al movimiento devenir,
al pasado a posteriori y tratar de deducir el futuro a priori,
etc.) la filosofía no nos describe otra cosa que lo que pasa con la gente del
mercado.
De hecho la filosofía, como la poesía, encuentra su materia prima y se nutre de la
gente mercado. La inabordabilidad inicial de la filosofía es la misma
enfermedad que sufre la poesía, por eso hay tan pocos lectores de poesía que no
pueden leer al millón de poetas que hay en el mundo:
“no estoy seguro de
que haya que culpar a nade-dice Lewis-.Cuanto más refinado y perfecto se vuelve un instrumento para su desempeño de determinada
función, es natural que menos sean las
personas que necesiten, o sepan, utilizarlo…La poesía moderna es demasiado
difícil para la mayoría de la gente. Pero tampoco los poetas deben quejarse de
que no se les lea. Si el arte de leer poesía
requiere un talento casi tan excelso como el arte de escribirla, sus
lectores no pueden ser mucho más numerosos que los poetas.” Y luego viene aquello que el subjetivismo del
poeta es el del poeta que la escribe, que difícilmente puede decirle algo al poeta que la lee.
Para unos Platón en La
República es un materialista y para otros es un idealista ¿Con cuál Platón
me quedo? Con el Platón que pueda entender. Entre más armas filosóficas posea
tal vez pueda tener acceso a otro Platón.
Para Withehead “Toda la filosofía europea no es otra cosa que
una serie de notas al pie de las páginas
de Platón” (citado por I.M.Bochenski: La
filosofía actual) y Jean Wahl dice, en Introducción
a la filosofía, “Platón no será jamás superado”.
Ikram Antaki dice que Platón profundizó tanto en el tema del
alma que, de hecho, este filósofo marcó
la pauta para las cosas espirituales en la cultura occidental: “De todo
esto queda casi una definición del alma que marcará todo el espiritualismo después
de Platón.”
Pero también puedo creer que Platón dice una sarta de
absurdidades. Aquí es donde C. S. Lewis anota: “La mejor defensa contra la mala
literatura es una experiencia plena de
la buena.”
En literatura priva una situación caótica en realidad. Uno,
que llamaremos “X”, ha leído a un autor, en este caso, que nos ocupa, a Platón.
X1 se refiere a Platón sin haberlo leído sólo en base de lo que leyó de “X”, X2
comenta de Platón de lo que leyó de X1,X3 opina de Platón de lo que leyó de
X2…y así, yo puedo ser X36 que leí de Platón lo que escribió X35. ¿De qué
Platón estamos hablando?
Sin considerar que ya el mundo de las traducciones es muy
complicado (leer a Cervantes en inglés con una traducción del español del siglo
veinte que ya no se parece al del siglo dieciséis. O al Popol Vuh en español
que fue traducido del alemán el cual se sacó del maya-quiché).
Leer la buena literatura, como dice Lewis, que sale de
contraste de la mala literatura. Con el
agregado que sea la lectura directa del original. Ya meterse en el mundo de las
traducciones que es, como apuntamos, complicado pero, al menos, es lo más
cercano al pensamiento original de Platón si lo leemos directamente en la
traducción y no en el N comentario.
“Platón[n. 1] (en griego
antiguo: Πλάτων) (Atenas o Egina,[1]
ca. 427-347 a. C.)[2]
fue un filósofo griego seguidor de Sócrates[n. 2]
y maestro de Aristóteles.[3]
En 387 fundó la Academia,[4]
institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos años[n. 3]
y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a
estudiar filosofía
alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y
trabajo con su maestro.[n. 4]
Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y
escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas,
tales como filosofía política, ética, psicología,
antropología filosófica, epistemología,
gnoseología,
metafísica,
cosmogonía,
cosmología,
filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó
también plasmar en un Estado real su original teoría política,”
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