De su novela Lo que el viento se llevó.
Inglaterra
no apuesta nunca a favor del perro o del caballo que está en condiciones de
inferioridad; y esta es su fuerza.
La guerra
sería una excursión si no fuera por los piojos y la disentería.
¡Scarlett!
¡Usted ha leído un periódico! No lo vuelva a hacer; es una lectura que crea
confusión en el cerebro de las mujeres!
Los momentos
buenos para ganar dinero son dos: cuando se construye un país y cuando se
destruye. Lentamente en el primer caso, de prisa en el segundo.
Con
frecuencia los hombres después de un beso se enamoran ciegamente y hacen cosas absurdas, siempre que la muchacha
tenga la habilidad de resistirse después del primer beso.
Es más fácil
caminar con una pierna herida que con la
disentería.
Las guerras
se hacen siempre porque hay hombres que aman la guerra. Las mujeres no, pero
los hombres…sí, y ese amor es más fuerte
que el amor a las mujeres.
Una semana
pasa pronto y la guerra continúa siempre…
La guerra
amenazaba prolongarse mucho. Ya había muchos muertos, muchos heridos y
mutilados, muchos huérfanos y muchas viudas. Y no obstante, faltaba por
realizar un esfuerzo aun mayor y más
duro, que significaría más muertos, más heridos, más huérfanos y más viudas.
La situación
era ideal para especuladores y ventajistas, y no faltaban gentes que procurasen
enriquecerse a cosa de tal estado de cosas. Cuanto más escaseaban víveres y
ropa y más fabulosamente subían los precios, más energía y virulencia adquiría
el clamor público contra los especuladores.
Una guerra
de ricos hecha por pobres.
En la guerra
no hay gloria si no suciedad y miseria.
Un caballero
no escogería por esposa a una mujer que tuviese más inteligencia que él.
Se conoce a
la mujer que es una señora porque come
como un pajarito.
Desear y
conseguir son dos cosas distintas.
Muchos
hombres se quedan sorprendidos después de casados al darse cuenta de que sus mujeres son más
listas que ellos.
Sólo los
hombres y las mujeres muy viejas pueden eructar sin temor a la reprobación
social.
Correr no
siempre significa alcanzar.
Los libros
en gran cantidad siempre le deprimían (a Scarlett O´Hara) así como las personas
aficionadas a leer mucho.
La gente
parece no comprender que se puede ganar
tanto dinero con el naufragio de una civilización como con la construcción de
otra.
La vanidad
es más fuerte que el amor a los dieciséis años.
Las
señoritas que comen mucho delante de la gente no encuentran marido.
Sólo las
parejas afines pueden ser felices en el matrimonio.
Lo que los
señores dicen y piensan son cosas muy diferentes.
Cuando las
guerras acaban nadie sabe qué las motivó.
Los jóvenes
no saben lo que quieren. Saben sólo lo que creen querer. Y si les das lo que
creen querer, las señoritas se evitan una porción de malos ratos y el peligro
de quedarse solteras.
Los hombres
dan con gusto cualquier cosa a las mujeres, excepto el reconocimiento de su
inteligencia.
¡Qué breve
era el tiempo de las diversiones, los bellos vestidos, el baile y la
coquetería! ¡Pocos años, demasiado pocos!
Se cogen más
moscas con azúcar que con vinagre.
Hasta que
uno ha perdido la reputación, no comprende que era un peso enorme y que la libertad es algo formidable.
Habían muerto
millares de hombres luchando junto a Jonesboro. Y sin duda vagaban ahora
por aquellos bosques embrujados sobre los que brillaba el oblicuo sol de
la tarde a través de las frondas inmóviles.
¿Por qué
tendrían hijos las mujeres?
¡Pensar que los yanquis querían liberar a los negros! ¡La que se iba a armar!
A ninguno de ambos nos importara un comino que el mundo entero se vaya al diablo, siempre que nosotros quedemos salvos y cómodos.
Dios los niños,
aquellos seres inútiles, llorosos, molestos, siempre necesitados de
cuidado, siempre estorbando para todo.
¡Niños, niños,
niños! ¿Por qué crearía Dios tantos niños? Pero no era Dios quien los creaba,
no, sino la gente necia.
Y al final de aquel
camino no quedaba nada, nada más que Scarlett O´Hara, de diecinueve años, viuda
y con un hijo pequeño.
Ahora ya era una mujer y la juventud había acabado.
Cosas que yo puedo
remediar sino me dedico a pensar en las irremediables.
¡Comida! ¡Comida!
¿Por qué el estómago tenía la memoria más sensible que el cerebro?
Rhett estaba
equivocado al decir que los hombres hacían la guerra por el dinero.
No, combatían por ondulantes hectáreas de tierra, suavemente surcadas por el
arado, por verdes pastos de erguida hierba recién segada, por perezoso y
amarillentos riachuelos y por casas blancas y frescas, sombreadas de magnolias.
Aquellas cosas eran las únicas merecedora de que se luchase por
ellas, aquella tierra rojiza que era de ellos, y que sería de sus hijos, y que
habría de producir abundancia de algodón para los hijos de sus hijos.
La tierra era la
única cosa del mundo que merecía que se luchase por ella.
Para cualquiera que
tenga en sus venas una sola gota de sangre irlandesa, la tierra en que vive
y de la que vive es como su madre…Es lo único que justifica que se trabaje, se
luche y se muera por ella.
La vida continua y
el hambre también.
La única ocasión en
que podía servir el llanto era cuando se tenía cerca a un hombre de quien
se quisiera tener algún favor.
Era mejor saber las
cosas que quedarse en la duda.
Nadie se atrevía a
llorar delante de la abuela Fontaine sin su permiso.
Dios quiso que las
mujeres fuesen criaturas tímidas y asustadizas y hay algo antinatural en
una mujer que no siente el miedo. Scarlett, procura tener siempre algo
que te infunda miedo…Lo mismo que te debe de quedar siempre algo que amar…
Yo soy india en
parte y los indios no olvidan a los que son buenos con ellos.
Las gentes de
Atlanta son (perdone usted, señora Melanie) tan obstinados como mulas en
lo que se refiere a su ciudad.
Ser buen ladrón no
impide ser buen soldado.
¡Qué agradable
debía ser tratarse con gentes ricas que no tuviesen que
preocuparse acerca de si comerían o no al día siguiente.
Personas que
derrochaban el precioso dinero en lápidas cuando los alimentos estaban tan
caros no merecen mucha compasión.
Viejos y jóvenes,
charlatanes y taciturnos, ricos y plantadores y curtidos obreros, todos
tenían dos cosas en común: los piojos y la disentería. El soldado confederado
estaba ya tan acostumbrado a ese estado parasitario, que ni pensaba en
ello siquiera, y se rascaba sin el menor reparo en presencia de las
damas.
Con todos esos
jóvenes muertos en la guerra, miles de chicas en todo el Sur tendrán que
quedarse solteras.
Veía que
ella lo entendía todo demasiado bien, y
experimentó la usual indignación masculina
ante la doblez de las mujeres. Añadíase a ello el usual desencanto
masculino al descubrir que una mujer
tiene cerebro.
Dios sabe
que ninguna mujer que esté en sus
cabales tendría hijos si pudiese evitarlo.
¿Y no le
importaría satisfacer mi curiosidad acerca de un punto que me viene
intrigando desde hace algún tiempo?¿No
ha sentido usted jamás la menor repugnancia femenina ,ningún escrúpulo de
conciencia antes de casarse, no ya con un hombre ,sino con dos, por quienes no
sentía usted amor, ni siquiera afecto?
Casarse por
conveniencia y amar por placer. Un sistema muy acertado, ¿verdad? Está usted
más cerca del viejo mundo de lo que yo creía.
Creo más
bien que la manía adquisitiva, el afán de poseer, es una excelente cualidad que
debería ser reconocida y admirada por
todos.
He
descubierto que el dinero es lo más
importante del mundo, y Dios me sea
testigo de que me propongo no verme sin dinero de aquí en adelante... ¡Nunca he
de volver a tener hambre! ¡Nunca he de volver a tener hambre!
Ya estaba
mal eso de haberse metido entre rudos obreros, pero era todavía peor que una mujer mostrase públicamente sus conocimientos de
matemáticas.
¡La muerte,
los impuestos y los hijos!¡Todo ello siempre viene cuando menos falta hacen!
La sociedad
no quiere que nadie se destaque. Es el único pecado que no perdona.
Las pruebas,
la adversidad, forman a la gente o la destrozan. Así que tendrá que esperar con
la aprobación de sus nietos.
Si una
muchacha no sabía conservar su novio y
lo perdía, era que no merecía conservarlo.
Se
estremeció dándose cuenta de la poca
distancia entre la gente distinguida y
los blancos pobres.
¿A qué viene
la cuestión de las categorías sociales ahora ¡Lo que es menester es que una
muchacha encuentre un marido que vele
por ella.
Cuando el
viento sopla fuerte, hay que ser flexible; es mejor ceder que mantenerse
erguido. Cuando se presenta un enemigo lo aceptamos sin quejarnos y nos ponemos
a trabajar y sonreímos y esperamos nuestra hora...
La charla
femenina, parecida al cacareo de una banda de gallinas…
Me había
metido en la cárcel por matar y me soltaban dándome un fusil e indultándome
para que volviese a matar.
El abuelo
era un viejo odre lleno de viento.
Los negros
estaban mejor en la esclavitud que ahora en la libertad, y, si no se creía esto,
no había más que mirar alrededor.
Sabía que un
irlandés, cualesquiera que fueran sus características personales, era un hombre
determinado y valeroso.
Pedir a una
mujer que cierre la boca es pedir un imposible.
Nunca dejaba
de hablar de los tiempos de antaño,
Rehtt: las personas de edad son todas así.
Hemos visto
el partido que podíamos sacar de la ruina de una civilización y nos hemos
aprovechado.
Scarlett
¿Por qué no estrujar a los ricos y fuertes en vez de a los pobres y débiles?
Desde los tiempos de Robín Hood se considera aquella forma de robo como una
acción de alta moralidad.
Me trataban como
a un blanco, pero, en el fondo, no me querían…No quieren a los negros.
Todos no
pensamos lo mismo, no obramos lo mismo, y es una equivocación al juzgar a los
demás por nosotros…
Los hombres
nunca son demasiado viejos para hacer locuras…
Después de todo,
un mal marido era mejor que ningún marido. Y las señoras yanquis decidieron ser
extraordinariamente amables con (los del sur) Scarlett.
¿Por qué,
señor, había que ser correcto que una mujer bebiera vino y no había de serlo
beber coñac?
Hay placer para
los hombres, aunque Dios sabe por qué. Nunca he podido comprenderlo. Pero todo
lo que la mujer saca en limpio es algo que comer, y mucho trabajo, y tener que
aguantar todas las chifladuras de un hombre, y…un bebé todos los años.
Dios tenga
piedad del hombre que se enamore de ti; le destrozarás el corazón, querida. Eres
una gatita cruel y revoltosa y tan despreocupada que ni siquiera te preocupas
en esconder las uñas.
La gentuza
puede salir de una buena familia igual que de una mala.
…una mula
con arnés de caballo; uno puede limpiar las patas de una mula, cepillar sus
ancas, ponerle arneses de brillante latón y engancharla a un esplendido
carruaje. Pero siempre será una mula, no engañará a nadie.
Si yo fuera
un villano de baja extracción y muerto de hambre, la gente se quedaría muy
tranquila. Pero un villano rico y floreciente…es imperdonable.
¡He visto
tan poca gente que no se ablande a la vista del dinero!
Son todos
ovejas negras, bribones. Todos son aventureros o aristócratas del negocio
turbio. Todos hacen dinero especulando como tu amado esposo, o fuera de los
cauces legales, o por caminos oscuros que no admiten un estudio detenido.
Ahórrame tus
celos, monina. La belleza no hace la
dama, ni los vestidos la gran dama.
¡Debe ser
espantoso soñar que se muere de hambre después de una cena como la de esta
noche y de aquel enorme langostino!
Vas
demasiado lejos Rhett. Cuando se tiene dinero, todos le bailan a uno el
agua…Menos la gente del Sur. Es más difícil al dinero del especulador entrar en
los grandes salones que al camello pasar por el ojo de una aguja.
Y las
mujeres eran el poder inflexible e implacable tras los bastidores sociales. La
perdida Causa era más fuerte y más querida para sus corazones ahora que cuando
estaban en el pináculo de su gloria.
Los días más
felices son aquellos en que llegan los
bebes.
…a Scarlett
nunca se la había ocurrido que hubiera alguien a quien no le importara ser o no
rico.
No se va a
ningún lado estudiando todo tan a fondo.
No puede ya
mira adelante. No puede ver el presente, teme el futuro, y por eso mira al
pasado.
Un lupanar
es un puerto de refugio, después de esta casa de infierno…
“Margaret
Mitchell (Atlanta, Estados
Unidos, 8 de noviembre de 1900 – Ibídem, 16 de
agosto de 1949)
nació y murió en Atlanta,
ciudad que influiría en su única obra Lo que el viento se llevó, una de las
novelas más populares de la historia de la literatura, que el director de cine Victor
Fleming inmortalizaría en la pantalla en 1939.” Wikipedia
No hay comentarios:
Publicar un comentario