Hay tanta
belleza en el desierto que es difícil
pensar que aquí sólo hay átomos llevados por el viento.
Deberías ver
al psiquiatra por ver cosas donde sólo hay granos de arena, dijo alguien del
grupo.
Otro recordó
que hay una escala de cualidades, esencias, hasta que llegan al grado de lo
visible, de la fenomenología. Como el fotógrafo conoce la escala de grises que
van del blanco hasta el negro, o viceversa. ¿Cuál grado estaría viendo el otro?
Era obvio que solamente el del fenómeno.
Cosa
curiosa, con las vibraciones de un sol de 50 grados en el desierto, y los
espejismos por la sed que se ha ido acumulando hasta los niveles de la
deshidratación, parece, no obstante, que tenemos una percepción clara de la
realidad. ¿La realidad? Alguien bajo el efecto de los hongos alucinógenos diría
¿cuál de las dos realidades? Se cree que
hay dos realidades.
Cantidad y cualidad parecen ser una misma cosa, la realidad, sólo que partida en dos abstracciones, la material y la
virtual. A eso los alucinados llaman dos realidades.
Algo así como si el ejercicio mecánico sexual
lo encerrara todo, nada fuera de la piel, y negar los sentimientos que viven en
torno de ello.
En el
desierto recordamos que “cantidad y
cualidad son aspectos de la realidad” La pregunta sería no cuál de las dos realidades sino ¿cuál
de las dos abstracciones? La expresión “yo vivo en la realidad equivaldría a
decir vivo ecuménicamente en las dos abstracciones”.
Las cosas
son concretamente las cosas, insiste el otro fijándose en la reducida área de la
sombra que proporciona la manta que nos protege y delimita los 45 grados
Celsius de los 50 grados de un centímetro más allá. ¡Cinco grados de
diferencia!
Cuando en el
desierto nos movemos entre los 30 grados y los 40 o los 40 y los 50, todo
transcurre bajo los riesgos calculados. A partir de los 50 grados un solo grado
ya puede ser mortal.
Se tiene la
sensación que el fluir de la sangre se torna viscosa y el corazón debe hacer
esfuerzos extras. Sombra y agua son el remedio. De otra manera puede venir lo
que la medicina del deporte llama “muerte súbita”. Pero precisamente en los
desiertos de arena lo que falta son la sombra y el agua. Al menos en el
itinerario que seguimos esta vez.
Enfrente un
vientecillo (muy caliente) que recorre las aristas superiores de los médanos se
lleva los granos de arena más finos para elevar otra duna más allá. Es un
proceso mecánico a cargo, sobre todo, del viento dominante.
Todo parece
tan sencillamente mecánico hasta que otro del grupo comenta que el élan vital del desierto también hace lo
suyo. Quiere decir que la cualidad debe existir en el desierto en yuxtaposición, o en complementación, a la
materia atómica.
“hemos
insistido en la dualidad de la cantidad y la cualidad y también en la relación
de cada una con la otra. Son como la
interioridad y la exterioridad, o al menos sentimiento de interioridad, y
viceversa… -anota Jean Wahl en
Introducción a la filosofía-Tocante al materialismo, en tanto es
mecanicista debe considerársele como una
filosofía de la cantidad. Pero si en respuesta a la crítica que hizo de él, por
ejemplo Hegel, se librase el materialismo de esta categoría de la cantidad,
podríamos concebirlo como una filosofía de la cualidad.”
Otro del
grupo tiene la intención de molestar y dice: “A la estatua la hace el artista a
partir del mármol y se sirve del cincel. A la duna la hace el élan vital y se sirve del viento. La
belleza no sólo puede estar en la mujer y en la estatua, también está en la duna.”
El élan vital de Bergson, o la fuerza vital de Emerson, son considerados
más cercanos a la Voluntad de
Schopenhauer.
Una fuerza
de vivir que surge de alguna parte. Quizá podríamos relacionarlo con la cosa en sí que dicen los filósofos. Esa
que es por sí, no por ninguna otra causa…
El mismo
Schopenhauer ofrece la siguiente definición de la cosa en sí: “Cosa en sí
significa lo existente independientemente de nuestra percepción, o sea, lo que
existe realmente…Todo ser en la naturaleza es a la vez apariencia y cosa en sí.”(En torno a la filosofía)
En tanto que
Leibniz se refiere a la cosa yuxtapuesta a la materia como sustancia: “La idea
de sustancia no es tan oscura como se piensa.
De ella podemos tener el conocimiento que se debe tener y se tiene de las demás cosas, y el conocimiento
mismo de las cosas concretas es siempre
anterior al de las abstractas.” (Nuevo
tratado sobre el entendimiento humano).
Como hay dos puntos de vista, al parecer
irreconciliables, les recuerdo algo de Jean Wahl: “Siempre tendremos estos dos
puntos de vista, el de que hay en el
fondo de las cosas una homogeneidad abstracta
y en el que hay una homogeneidad concreta. Será interesante
insistir en esta idea de lo concreto,
“concreto” quiere decir un incremento o
desarrollo mutuo.”
Mis compañeros del desierto no hacen
caso y prefieren seguir viviendo cada uno en su abstracción. Sólo con la mitad
del todo.
Schopenhauer |
“Arthur Schopenhauer [ 'ʔatʰu:ɐ 'ʃo:pnhaʊɐ (?·i)] (Danzig, 22 de febrero de 1788 — Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21 de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta.”
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