VOLVER A CONTAR LA VIDA: GOETHE


Se ha escrito tanto que mejor dedicarse a carpintero o alguno de esos oficios nobles que son útiles para la gente. Manejar un taxi o vender tacos en la esquina.

¿Conoces Snaketown?

Preguntó mi compañero de cordada cuando hacíamos el tercer vivac en la cumbre de la Colorada, frente a la pared de las Goteras,  Sierra de Pachuca, Hidalgo, México.
Al fondo la  pared sur de la Colorada

¿Snaketown, qué es eso?

Un lugar al sureste de Phoenix, Arizona, Estados Unidos. El hogar de la etnia  hohokam.

No.

¿París, Washington, Buenos Aires? No conoces nada. Recurriendo a la teoría de Berkeley te preguntaría quién puede asegurarnos que Paris o Buenos Aires existen en la realidad. Hay que cerciorarse.

Millones de individuos han ido a esos lugares.

Millones de estrellas brillan en el cielo que no existen. Miles han subido al Aconcagua y se han escrito libros sobre ellos. Pero, ¿es cierto? También sobre Yoknapatawpha se han escrito libros...
Dicen que hay cinco contenientes pero tú no los conoces. ¿Cómo puedes estar seguro que Teotihuacán existe? Por más que se diga que es la ciudad más deslumbrante del Altiplano Mexicano de los tiempos precristianos. Sería el segundo Yoknapatawpha. El primer Yoknapatawpha de los arqueólogos de la cultura mexicana se llama Aztlán...

Shangrilá sólo existe para el que cree en Shangrilá.

Es el punto. Tú van Gog no es el mismo van Gog que yo creo que es. Acuérdate, al menos dos creyeron que los molinos de viento eran gigantes pero cada uno los imaginó a su manera.
Cada quien habla desde su abstracción.
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich, 1968

Fue cuando me dijo que cada generación tiene que (de hecho lo hace) contar su vida. Y, de ser posible, volver a contarla. Una y otra vez, muchas, mientras haya libertad de hacerlo.

En la repetición hay un anhelo de eternidad y de aprendizaje,como en el axioma de Tucídides.

Fausto es la leyenda que se viene contando desde la Edad Media, por decir poco tiempo. Goethe y Schiller lo volvieron a contar en el siglo diecinueve. Medea fue contada (representada en el teatro) desde hace veinticuatro siglos con Eurípides y Corneille la volvió a contar hace dos siglos.

Volver a contar la vida es lo que se hace en la cronovisión de los mexicanos. Van cinco veces que reinventamos el universo.

 Las pláticas de los viejos es volver a contar el mundo. Es una misma historia, su historia, pero en cada nuevo relato la vuelven a vivir y a mejorar.

Cuántas historias se han contado de la Guerra Civil Española, cuántas de la Revolución Mexicana? ¿Cuántas de la invasión Francesa en México? ¿Cuántas de Troya? ¿Cuántas de la conquista norteamericana  a México? ¿Todo eso fue cierto? ¿Fue cierto como lo contaron?

En todo caso, escribir  mentiras o verdades, dice que hay libertad para hablar. Y eso es lo verdaderamente  importante. Como los poetas, cada quien le canta a su musa aunque esta no diga nada a los otros. Cada quien se imagina a su van Gog. Cada quien su abstracción.

Contamos la historia pero eso no quiere decir que sea verdadera, dijo  en una entrevista  el escritor novelista Javier Cercas  (diario El País, España, Babelia, número 1, 199,-15/11/14) al decir que La transición fue una impostura: “Su historia invita a reflexionar sobre las mentiras que forjaron nuestro pasado reciente.”

En su biografía sobre el emperador Augusto, el historiador Adrian Goldsworthy dice. "...los historiadores no tienen solamente la versión oficial y nada más.Pero eso tampoco quiere decir que la versión hostil tenga que ser cierta."(diario El País,España, Babelia,número 1,198-08/11/14)

¿Qué fue lo que  Goethe dijo  de todo este asunto de contar cada quien su vida?

Lo que sigue, según comenta Eckermann:

 “En general el mundo es tan viejo, y durante miles de años han vivido y pensado tantos hombres ilustres, que poco nuevo queda por decir o hallar. Tampoco mi teoría del color es absolutamente nueva. Platón, Leonardo de Vinci y otros muchos han hallado antes que yo  las mismas cosas: pero el haberla hallado yo, el haberlo vuelto a decir, el haberme afanado en hacerle comprender la verdad a un mundo lleno de confusiones, ese mérito es mío.”  
 
Goethe

“Johann Wolfgang von Goethe (ˈjoːhan ˈvɔlfɡaŋ fɔn ˈɡøːtə) ( 28 de agostode 1749, en Fráncfort del Meno, Hesse, Alemania  22 de marzo de 1832, enWeimar, Turingia, Alemania) fue un poeta, novelista, dramaturgo y científicoalemán que ayudó a fundar el romanticismo, movimiento al que influenció profundamente. En palabras de George Eliot fue "el más grande hombre de letras alemán... y el último verdadero hombre universal que caminó sobre la tierra". Su obra, que abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso controvertidos tratados científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores, compositores, pensadores y artistas posteriores, siendo incalculable en la filosofía alemana posterior y constante fuente de inspiración para todo tipo de obras.” Wikipedia











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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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