Tradición y
emancipación es una antinomia compleja sólo en apariencia. Es una secuencia partida
artificialmente en dos.
La
emancipación natural es cuando la hija o el hijo deciden casarse o unirse. Se
van y hacen su vida aparte. A su gusto, a sus posibilidades. Repiten los mismos
valores culturales o los cambian.
En cualquier
caso, si los repiten o los cambian y si los cambian y más tarde regresan a los
mismos, ya están decidiendo por ellos mismos. Ya están viviendo su emancipación.
Como las
naciones que regresan a su ancestral modo de ser, también están en la
autodeterminación.
Lo que está
en juego en esos cambios, o en esas permanencias, no es cosa de recorrer
fronteras o cambiar los bártulos a otra casa, es el nivel moral.
Si el hijo
alcanza un nivel económico, y se independiza, y se va a vivir solo, puede darse
el caso, muy frecuente, que se esté decidiendo por la cultura del bienestar, no
por la razón vital. Los motivos son más utilitaristas que esenciales.
En un mundo
fenomenológico uno es la consecuencia de lo otro. Como las bolas de billar que
son causa y efecto para convertirse, la
bola siguiente, a su vez en efecto y después en causa de otro efecto.
Hay
secuencia, consecuencia, no aleatoriedad. Los trabajos de una expedición alpina,
en su asalto a la montaña, no empiezan en el Campamento 3 sino desde el
Campamento Base. Aun los escaladores en solitario salieron de una tradición
alpina, no de la generación espontánea.
Nadie se
independiza de la nada. Solamente hay independencia de una dependencia.
La
emancipación, como la presenta alguna literatura, no es secuencia
fenomenológica, sino de rompimiento con la tradición y se esgrimen los más
variados argumentos.
La aparente
antinomia consiste en que en tanto no se independice, el individuo será una
especie de esclavo.
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich, 1968.
Fichte dice
que “Quien deja que le manden, no tiene yo ni cree en un yo dentro de sí
mismo.” En este mundo de las dependencias intrínsecas y extrínsecas, sólo
individuos como Schopenhauer no dependen
de nadie.
La otra cara
de la antinomia es en lo que dice Herman Nohl: “Sólo mediante obediencia se llega a
toda clase o rango de moralidad.” (Introducción a la ética)
Dependencia –independencia es un binomio
necesario en filosofía donde toda existencia depende de su contraparte. Si hay
arriba es que hay abajo, si hay movimiento es que hay permanencia, etc.
Normas y
conceptos fijos que ya estaban ahí mucho antes de que naciéramos. Este
entramado de solidaridad, resultado de la prueba y el error, se deja de lado a cambio
de la mencionada cultura del bienestar llamada autodeterminación.
Pero sólo para ir a vivir a otro modo de
dependencia: “ningún individuo, ninguna clase, ninguna generación, se liberta si
no se sabe ligado en un modo nuevo y con
vínculos más fuertes”, agrega Nohl.
Per Gynt
rompió con la tradición sedentaria de su aldea y se fue a vivir al mundo.
Cincuenta años vivió su autonomía. Anciano ya regresó a buscar reincorporarse a
la tradición de su aldea, a la solidaridad de su gente, al amor de una mujer y
a todas esas cosas y valores que se agrupan bajo la palabra “tradición”.
El nuevo
modo de la leyenda de esa antinomia de tradición y emancipación se conoce en el
mundo bajo el lastimoso modo del éxodo. Por una y mil razones, todos los países
albergan gente que vienen de otros países. Algunos se quedan a vivir para
siempre. Pero todo el que puede regresa, como regresó Per Gynt.
Las naciones
mismas, que por grado o por fuerza, experimentan otro estilo de vida, buscan
regresar a sus orígenes. En los últimos dos siglos hay tanto ejemplos de ello,
que corren en baladas y en films, que ya hasta se volvieron lugares comunes y ni
para que volver a mencionarlos.
Como sea,
parece que esta antinomia de tradición y emancipación es una vieja película de
la humanidad. Ya en el siglo cuarto de nuestra era San Agustín escribió que: “resulta deforme toda parte que no se conforma con su
todo.” Confesiones.
José Ortega
y Gasset, que vivió en el siglo y en el lugar de los cataclismos, escribe en su
obra El tema de nuestro tiempo: “Es
evidente que el próximo futuro nace de nosotros y consiste en la prolongación
de lo que en nosotros es esencial y no contingente, normal y no aleatorio.”
"José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo
de 1883 – ibídem, 18 de
octubre de 1955)
fue un filósofo
y ensayista
español,
exponente principal de la teoría del perspectivismo
y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica,
situado en el movimiento del Novecentismo" wikipedia.
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