Todo se
mueve, en diferentes tiempos, nada es estable.
La
apariencia estable del desierto de arena es la inestabilidad. El animalito que
nació a las ocho de la mañana ya es ancianito a las cinco de la tarde de ese
mismo día. Los sistemas montañosos que vemos en la lejanía en este momento
están chocando unos contra otros.
Entre tanto
movimiento, y para tener algo a qué asirse, y no volverse loco, el humano
inventó la apariencia estable. Es una
apariencia humana, inventada, no es real, como quien dice, no es definitiva, pero
eso es lo que tenemos.
Se parece al
viejo tema de la permanencia y el azar.
Si hay
inestabilidad, por fuerza en alguna parte, debe haber su opuesto, aunque sólo
sea en la mente humana. Porque sin estabilidad no hay inestabilidad.
El mundo es
de los humanos: “La piedra no tiene mundo, las plantas y los animales tampoco
lo tienen” dice Heidegger en Arte y
poesía.
Por la
necesidad de moverse cada día perdemos de vista qué es lo contingente y qué lo
estable del humano. El pintor no puede hacer un retrato de alguien que se mueve de continuo.
Una exposición
del Museo Nacional de las Culturas Populares de Coyoacán, Ciudad de México, se
llama: Arte y magia en el barro (mayo de
2015). Dos posibilidades de manifestar sus potencialidades del humano, lo
técnico y lo vital, sirviéndose de la cosa, del barro.
El barro, la
materia, esa cosa tan apreciada por los materialistas, es buen asidero que los
dioses nos dejaron para desde ahí echar a volar el pensamiento. El pensamiento,
la única cosa más apresurada que la velocidad de la luz.
El personaje
de una película norteamericana decía que había llegado de un planeta situado del otro
lado de muchos universos. Era convincente en sus argumentos y el psiquiatra
llamó a los físicos. Como también a estos les seguía pareciendo convincente, le
dijeron “Prueba que puedes ir y regresar a tu planeta, como dices”. El otro
hizo un asentamiento de cabeza para decir que lo haría. Luego habló y dijo: “Ya
regresé”.
Por la
apariencia sabemos cómo es el individuo. Por la apariencia estable. Porque ya sea por ego o por necesidad de trabajo
(más si es actor) ese individuo puede verse precisado a aparentar diversos
modos en un mismo día. Heidegger insiste:
“El ser del
ente se asienta en su apariencia estable.”
Igual con
sus lecturas y escrituras. Pero siempre regresa a lo suyo, a su apariencia estable,
con los autores con los que se siente identificado. Es dialéctico pero no al
grado de ser candidato a perderse en el eclecticismo disolvente, en la
inestabilidad.
Ante la
incertidumbre que nos ofrece este día, y lo que vendrá con el día de mañana, buscamos
la apariencia estable en nuestro pasado. Ese ya nadie lo puede mover ni
modificar, ni impactar para bien o para mal. Ya está impactado. Como quedó, quedó.
Recordamos con admiración la grandeza de Teotihuacán no por nuestro presente magro en valores reales y valores vitales, sino porque es testimonio de estabilidad que nos señala el estilo de nuestro presente que va tan de prisa.
Recordamos con admiración la grandeza de Teotihuacán no por nuestro presente magro en valores reales y valores vitales, sino porque es testimonio de estabilidad que nos señala el estilo de nuestro presente que va tan de prisa.
El proceso
empieza de más atrás. No basta agarrar el barro y hacer una jarra. Después hay
que contemplarla para que el proceso esté completo.
Lo primero,
el barro, es lo de la naturaleza, los otros dos pasos, el hacerla
(conscientemente, no mecánicamente como las hormigas) y el contemplarla, ya es
de humanos.
Pero sólo se
contempla la apariencia estable de la olla o de la obra: “Una obra no puede ser
sin ser creada, pues necesita esencialmente los creadores, tampoco puede lo
creado mismo llegara ser existente sin la contemplación.”
En
literatura sería: “Lo que no está escrito no existe” (perdimos de vista el
nombre del autor de esta frase).
Un escritor
puede tener en mente todo el desarrollo de una novela que piensa escribir, pero
en tanto no lo haga, no existe. Pero una vez que la escribió la leemos. Y si
nos gustó, la releemos, cinco o más veces, es decir, la contemplamos. No ya su
trama sino sus intrínsecos detalles.
El pintor
hace bosquejos buscando plasmar la idea que tiene. El escultor “juega” con la plastilina,
desbarata y vuelve a empezar. El escritor hace notas de la novela que piensa
escribir, hace el texto, lo arruga entre sus manos, lo arroja a la basura y
vuelve a empezar o a enmendar, lo que se conoce en el argot editorial como “corregir” ( Sofía Behrs,
esposa de León Tolstoi, fue la mujer que llevó cabo la epopeya de “revisar”
siete veces La guerra y la paz. Siete
veces se abrió paso hacia la redacción final de tan extensa novela).
Todos ellos
bogan entre la inestabilidad a la apariencia estable.
Una
realización artística es absolutamente individual. Como los atletas en la pista
de correr. Cada quien tiene su modo personal de trotar. No trota del modo que
sea del agrado de todos. Trota como él es. Puede imitar algún estilo pero no
podría hacerlo por tiempo indefinido.
Como él es
en ese momento, porque veinte años más tarde él mismo será otro, no su yo íntimo,
sino en relación con las experiencias del mundo.
“Corregir su
propio escrito, como Tolstoi, y como lo hacen todos los escritores, es un
testimonio del constante devenir al que nos hemos referido. Buscan la aparente
estabilidad del texto.
Pero no pueden. Porque tampoco el escritor es estable, según su edad y experiencia. Y aun cuando ese texto haya sido publicado. Llegado a su apariencia estable, en la segunda edición, habrá otros agregados por el mismo autor.
Pero no pueden. Porque tampoco el escritor es estable, según su edad y experiencia. Y aun cuando ese texto haya sido publicado. Llegado a su apariencia estable, en la segunda edición, habrá otros agregados por el mismo autor.
Véase las
primeras dos ediciones de Crítica
de la razón pura, de Kant, y se encontrará que la segunda es casi otra
obra, diferente a la primera. Más que diferente, se hallará una enorme
cantidad de notas aclaratorias, o modificadoras, agregadas a la primera edición.
Patrick Modiano, escritor francés, premio Nobel en literatura 2014,en una entrevista publicada en el diario El País, de España,(30/05/15), dijo: " He de intentarlo hacerlo mejor en el próximo libro."
Lo anterior lo vemos con no pocos filósofos: Teresa de Ávila, Leibniz, Schopenhauer, etc. Siempre están corrigiendo sus escritos de juventud. Dentro de la incontenible inestabilidad, buscan la apariencia estable.
Es el reverso de la tendencia infinita, como la imagina Schopenhauer, siempre inacabada. Porque la vida está en no darse por satisfecho con una meta final. Con un escrito final, con un texto definitivo. Nada en el desierto está acabado, todo se mueve, todo se rehace, se reemprende.
Lo que busca Heidegger es la estabilidad.
Pero ni siquiera con la muerte del escritor termina la inestabilidad del escrito. Después vienen otras ediciones de la obra y la “Presentación” o la “Introducción” de su obra. Y encontramos frases como: “Lo que en realidad el autor quiso decir fue…”O bien: “Fulano estaba totalmente equivocado al afirmar que…” Y toda inestabilidad vuelve a empezar.
Patrick Modiano, escritor francés, premio Nobel en literatura 2014,en una entrevista publicada en el diario El País, de España,(30/05/15), dijo: " He de intentarlo hacerlo mejor en el próximo libro."
Lo anterior lo vemos con no pocos filósofos: Teresa de Ávila, Leibniz, Schopenhauer, etc. Siempre están corrigiendo sus escritos de juventud. Dentro de la incontenible inestabilidad, buscan la apariencia estable.
Es el reverso de la tendencia infinita, como la imagina Schopenhauer, siempre inacabada. Porque la vida está en no darse por satisfecho con una meta final. Con un escrito final, con un texto definitivo. Nada en el desierto está acabado, todo se mueve, todo se rehace, se reemprende.
Lo que busca Heidegger es la estabilidad.
Pero ni siquiera con la muerte del escritor termina la inestabilidad del escrito. Después vienen otras ediciones de la obra y la “Presentación” o la “Introducción” de su obra. Y encontramos frases como: “Lo que en realidad el autor quiso decir fue…”O bien: “Fulano estaba totalmente equivocado al afirmar que…” Y toda inestabilidad vuelve a empezar.
Por eso
Heidegger buscó coherencia e inventó lo
de la apariencia estable.
Martin
Heidegger (Messkirch, Baden-Wurtemberg, Alemania; 26 de septiembre de 1889 –
Friburgo de Brisgovia, Baden-Wurtemberg, Alemania; 26 de mayo de 1976) fue uno
de los más importantes filósofos alemanes del siglo XX, generalmente
considerado pensador seminal en la tradición continental, aunque fue muy
criticado por su asociación con el régimen nazi. Tras sus inicios en la
teología católica, desarrolló una filosofía innovadora que influyó en campos
tan diversos como la teoría literaria, social y política, el arte y la
estética, la arquitectura, la antropología cultural, el diseño, el ecologismo,
el psicoanálisis y la psicoterapia.WIKIPEDIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario