Cicerón nos dice el modo de pensar y
actuar que hizo grande a Roma en lo cultural, incluido el Derecho.
Por contraste, nos permite asomarnos
a los modos de vivir de las sociedades precaristas en lo material, y famélicas en lo emocional,
que había en su tiempo.
Veía que predominaba en ellas la
suciedad, escasas instituciones de educación, corrupción desatada y falta de
oportunidades positivas para la juventud.
Roma, lo sabemos, no dio por sí el
arranque original hacia la grandeza. Pero sí tuvo la lucidez, y energía
suficiente, para observar y vivir los modos de calidad que le habían precedido,
tales fueron Grecia y sus cercanos etruscos. Dos imperios en sus respectivos
tiempos y lugares.
Así como la culta Troya, su madre
lejana, que había caído por defender no la posesión de su oro y sí su organización
y tradición familiar, según cuenta Virgilio en su Eneida.
Grecia, extensa en geografía, y
Etruria demasiado reducida en extensión territorial pero de una cultura muy desarrollada.
En las dos el pensamiento fue de tanta calidad en modos de vivir la sociedad,
en el arte y pensamiento esencial o metafísico, que mucho de lo que tenemos en
el siglo veintiuno nos viene de ellas.
En su declive Roma sufrió degradación
en la sociedad (desempleo, inseguridad, poca lectura de libros culturales,
corrupción, trata de mujeres, etc.), vio predominar los modos relativistas. El
individuo que se va por la libre, por así convenir a sus intereses, y se desatiende
de la tradición social.
Aquí no hay “pensamiento burgués” o
“pensamiento proletario”. Lo mismo se da si es un personaje con decisión política, un
príncipe de la industria, que un ciudadano de banqueta, si viste traje de tres
piezas que si viste mono.
Cicerón dice que una sociedad es
robusta si sus individuos tienen la capacidad de apartarse, en soledad, para meditar y luego regresan
para hacer su aportación al grupo.
El riesgo de las tendencias éticas
individuales es que profesan el relativismo caótico. Lejos de los valores
universales, que fortalecen a la sociedad con sus intereses comunes, pues por
eso se vive en la ciudad.
En su Historia de la filosofía, F. Copleston lo dice de esta manera: “Tendencias
éticas las tienen todos los hombres, pero estas tendencias sólo pueden desarrollarse en el seno de una
comunidad organizada: por consiguiente, para que el hombre sea buen ciudadano
deberá embeberse de toda la tradición
social de la comunidad a la que pertenezca como miembro. La tradición social no
es la verdad absoluta, pero sí es la norma para el buen ciudadano.” (Volumen I,
tomo I)
Lo que Cicerón pondera, para tener un
Estado fuerte, es el cultivo de valores universales, esos que significan lo
mismo para todos, lejos de las abstracciones sociales.
Cuatro o cinco consideraciones hace
Cicerón de esos valores universales:
Primero que haga el individuo lo que
le es propio, hablando de conducta, porque si se pone máscaras algo empieza
mal:
“Porque a cada uno sólo le sienta lo que le es propio suyo. Conozca,
pues, el hombre su genio, y sea censor severo de sus buenas disposiciones y de
sus defectos, porque no parezcan que muestran
los comediantes en la escena más discernimiento y prudencia.”
El individuo viviendo su vida de
todos los días, en el trabajo o en la escuela, tiene que sopesar lo que
aprendió en el hogar y lo que dictamina la muchedumbre:
“hay algunos que, o por felicidad o
por su buena índole, o por la educación de sus padres, siguen el camino
verdadero…Bien entendido que no se han de imitar vicios, ni tampoco aquellas
cosas a que no alcancen las fuerzas de nuestro natural temperamento.”
2) A los jóvenes dice que hay que
aprender de los viejos porque estos les dejarán un mundo que después ellos
tienen que gobernar. Les llegará su turno pero antes necesitan abrir mucho los ojos.
La sociedad azteca dedicaba mucho cuidado en la educación de su juventud. Desde mucho antes que naciera el niño. con la educación de los padres, cuando estos todavía no se unían en matrimonio... |
“Porque la impericia de los jóvenes
se ha de formar y dirigir por la experiencia y prudencia de los viejos.
Principalmente se les ha de apartar muy lejos de las liviandades, y ejercitarlos
en el trabajo y tolerancia de ánimo y del cuerpo, para que igualmente sean
capaces de gobernar con espíritu los negocios políticos y militares.
3) Sin embargo no se crea que Cicerón
idealiza a la vejez. Bueno que haya modos y programas de la sociedad para
hacerles llevadera la vida a los viejos. Pero estos no deben de hace de la
vejez su modus vivendi.
El hombre, cuando es joven, es todo
dinamismo pero, entrando en la vejez, como que para de pronto. Se vuelve
sedentario y, si puede, le da por la dulce vida:
“Más ningún defecto evitará el viejo
con más cuidado que la desidia y la flojedad. El lujo, que en todas las edades
es reprensible, en la vejez es la mayor fealdad.”
“Camine-se oye al médico decir-,
empiece siquiera caminando cien metros”.
4) Cicerón fue senador de Roma y sabe
lo que decía cuando se refiere a los magistrados, en el sentido que cuide su
conducta responsable frente a la República:
“Obligación precisa de un magistrado
hacerse cargo que representa la persona de la misma República, que debe
mantener su dignidad y esplendor, guardar las leyes, administrar la justicia, y
acordarse que todo esto se ha encargado a su fidelidad.”
5) Se dirige a los extranjeros que
suelen, algunos, meterse en los asuntos de un país que no es el suyo. Duras
palabras si recordamos que, por una causa o por otra, en el planeta siempre ha
habido, hay y habrá, individuos y pueblos enteros que emigran de un país a otro
país y hasta de continente a continente.
No hay país en la tierra que no tenga
sus emigrados. Ni siquiera a nivel de familia nos libramos que alguno de los nuestros,
acaso nosotros mismos seamos emigrados.
La gente se va para los países de
punta por su respeto a las leyes, en primer lugar (trata de alejarse del caos y
corrupción de su tierra), luego por su riqueza económica, material y cultural.
Los ricos se van para los países pobres porque ahí la moneda de su país
original vale más. Los perseguís políticos, los que van a estudiar, etc.
Finalmente Cicerón apela a lo que
entiende por buen ciudadano:
6) “A un particular le toca vivir con
los demás ciudadanos comprometido en unas misma leyes sin bajeza ni abatimiento,
sin orgullo ni presunción, y querer en la República lo que sea honesto y
pacifico; pues al que se porta de este modo reconocemos y llamamos buen ciudadano.
Finalmente, la obligación del que habita en un país extraño consiste en no
hacer sino su negocio sin mezclarse en
los asuntos, ni ser curioso del gobierno de la República, que nada le pertenece.”
CICERÖN |
“Marco Tulio Cicerón, en latín Marcus
Tullius Cicero1
(pronunciado ['mar.kʊs 'tul.liʊs ˈkɪkɛroː]), (Arpino, 3 de enero
de 106 a. C.
- Formia, 7 de
diciembre de 43 a. C.) fue un jurista, político, filósofo, escritor y orador romano.
Es considerado uno de los más grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República romana".WIKIPEDIA
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