La acción la traemos, el pensamiento
lo adquirimos y el ensimismarse lo
conquistamos.
Pero ambas cosas de manera tan torpe
que necesitamos años, a partir del nacimiento, para valernos por sí mismo. Aun
el niño de cinco años de edad perecería si se le deja solo.
Cualquier cervatillo aprende a
levantarse, dar sus primero pasos y aun correr, en la primera media hora de
nacido, pues de otra manera acabará en el plato del depredador.
¿Cómo fue, teniendo toda la torpeza imaginable,
que en esa primera atapa de la humanidad no acabó el hombre en el almuerzo del
depredador?
Elaborado con base en el dibujo original de El País,26 de Sep. 2015. |
Se acabaron los dinosaurios y
encontramos una rendija por dónde colarnos hacia la historia. Sí, pero estaba
el tigre dientes de sable y otros depredadores por el estilo.
Las pinturas de Velasco nos presentan a un
grupo de homo sapiens vestidos de
piel de animal, con un garrote en la mano, en torno de una hoguera y apertrechados
en el interior de la cueva.
¿Pero antes de eso? ¿Antes del australopithecus, por ejemplo? Hablamos
de unos 3-5millones de años o tal vez más. ¿Cómo pudo llegar a ser si era tan
torpe? Parece que nunca lo sabremos, sin salirnos de la
teoría evolucionista.
Se dice que pensando y corriendo. Y
aquí es donde Ortega difiriere de sus
maestros alemanes. La acción la traemos y el pensar lo vamos adquiriendo, dice.
“La sensación es el punto de partida
del conocimiento”, escribe F. Coplestón en su Historia de la Filosofía Tomo I Cap., VII.
Fue cuando se apresuró a fundar universidades
con suficiente presupuesto.
El homo sapiens de Linneo es como alguien que se pasea por la plaza
dominando con su inteligencia ya dada, ya “acabada”. Alguien así de fatuo no
hubiera tenido oportunidad de sobrevivir frente al diente de sable.
“Pensando así se comprenderá que me merezca un tanto ridícula definición
que Linneo y el siglo XVIII daba del
hombre, como homo sapiens. Porque si entendemos
esta expresión de buena fe sólo puede
significarnos que el hombre, en efecto, sabe, es decir, que sabe todo lo que necesita
saber. Sabe algunas cosas pero ignora el resto. Y como ese resto es enorme, “parecería
más oportuno definirlo como homo insciens,
insipiens, hombre ignorante.” (José
Ortega y Gasset, El hombre y la gente)
Boecio ignora y pregunta a la Filosofía |
Con ser tan torpe, de todas maneras
lo suyo es la acción. El pensamiento tuvo que irlo desarrollando. Y es en este
punto donde Ortega sustenta su idea que la ignorancia es un privilegio del
hombre y de la mujer. Armados ambos con la intuición (instinto +inteligencia) irán
haciéndose preguntas y resolviéndolas.
Para tal cosa sitúa al hombre en un
lugar privilegiado: la ignorancia. Entre la bestia y Dios. Aquella no sabe que
no sabe y Dios lo sabe todo.
Pero el hombre sí sabe que no sabe.
Y se apresuró a fundar universidades,
con suficientes presupuestos.
Sólo que la humanidad se siguió con
la inercia de mirar hacia afuera, para cuidarse del depredador y, a su vez,
algo a lo que pronto le agarró gusto, ser también depredador.
Y casi se olvidó de mirar hacia
dentro de él mismo, casi se olvidó de los presupuesto para las universidades.
¡Se olvidó de pensar! Fue perdiendo la
facultad de ver hacia él, hacia dentro, como el homo sapiens que se pavoneaba en la plaza diciendo que lo sabía
todo, que él es diferente de los otros
animales.
Antes, cuando vivía cerca de la
naturaleza, pensaba hacia adentro. Esto lo constatan los alpinistas que se dan
tiempo de vivir algunos días entre los bosques y acampanado en los valles. Al
declinar el sol, en las horas nocturnas,
dentro de la tienda, o mirando el impresionante pedazo del firmamento que le
tocó esa noche sobre su cabeza. Pero, cuando regresan a la ciudad, vuelven a
pensar hacia afuera.
“Esa atención hacia adentro, que es
el ensimismamiento, es el hecho más antinatural,
más ultrabiológico. El hombre ha tardado miles y miles de años en educar un
poco-nada más que un poco- su capacidad de concentración. Lo que le es natural
es dispersarse, distraerse hacia afuera, como el mono en la selva, y en la
jaula del Zoo.”
Lo que Kant encontró es que el hombre
siempre se está haciendo preguntas sobre sí mismo y respecto del mundo material
en el que se mueve: “Si renunciara a ese impulso dejaría de ser hombre y se
hundiría en la barbarie y el caos”
¡Así fue como perdió la capacidad de ensimismarse! De vez en cuando aparece alguien
que dice, “créanme, no sé nada”. Hace 25 siglos sonaron esas palabras pero no
se comprendieron. Ortega aplica el concepto en la esperanza que haya más
universidades y menos depredadores. Toda ciencia parte de la ignorancia.
La conquista del pensamiento, dice
Ortega, no puede regresarnos a la animalidad. Sería un desperdicio de lo
sustancial de lo que es. Pensar para afuera
o para adentro, como sea, se es, y es
lo que importa porque, escribe Coplestón, “la nada no puede ser objeto del habla ni del
pensamiento.”
Si se habla
y se piensa es porque se es.
Pero sólo si se está en la capacidad del ensimismamiento.
Porque de otra manera sería el puro mecanicismo, casi el regreso a la selva. Ya
Parménides decía hace 25 siglos que uno es el camino de la verdad y otro el
camino de la opinión.
Es decir, ensimismarse. Del otro lado está la cháchara
de pasillo y de la mayoría de los medios.
Yo, con mi teléfono celular, vivo ensimismado todo el día.
¡Por favor, estamos hablando el serio!
"Pocos leen pero todos parlotean". Pensamiento de Arturo Schopenhauer (Parerga y Paralipómena).
Yo, con mi teléfono celular, vivo ensimismado todo el día.
¡Por favor, estamos hablando el serio!
"Pocos leen pero todos parlotean". Pensamiento de Arturo Schopenhauer (Parerga y Paralipómena).
Pensar es lo que hace el homo insipiens, el hombre ignorante.
“José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de
mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista
español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón
vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.”WIKIPEDIA
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