La esencia
del alpinismo es huidiza. Para encontrarla es preciso dar largos rodeos.
Comer y leer
es la definición de la palabra vida
en Schopenhauer: “La vida es, como se sabe, un proceso de combustión, el
desenvolvimiento de la luz es el intelecto.”
Por eso,
aunque parezca pedantería por parte de estos hombres, Kant, Emerson, Wahl, etc.,
cuando dicen que vivir sólo para comer es quedarse a medio camino. O bien
detenerse en la evolución de un camino que nadie sabe hacia dónde nos conduce
pero que, por puro sentido común, tiene que ser una meta luminosa. Aunque esa
meta luminosa sea en sí, el puro hecho de caminar hacia esa meta.
A lo mejor,
dice Thoreau, hasta tenemos suerte de perdernos por media hora cuando caminamos
por el bosque.
La primavera
pasada realicé, con Leopoldo Nava, una travesía
saliendo del pueblo de Capula, Hidalgo, México (20 kilómetros al noroeste
de la ciudad de Pachuca), hacia Estanzuela, ascendiendo por el grupo rocosos de
Las Monjas, unos diez kilómetros de recorrido total.
Como suele
suceder-me (yo era el guía en esa ocasión) perdí el rumbo y caminamos por esos
bosques montañosos de los 3 mil de altitud no media hora sino todo el día. Paramos sólo con el
tiempo justo para levantar las tiendas y comer. A poco, en la oscuridad de
la noche, vimos abajo en el llano, las luces de una población. A la mañana
siguiente, en efecto, alcanzamos en unas dos horas de descenso las primeras
casas de Tilcuautla, al oeste de Pachuca.
María García y Valdés escaladora mexicana 80 años y subiendo el Monte Blanco europeo |
Es irónico,
comentamos durante la cena, pero “fracasos” como este es lo que nos dan oxígeno
para la vida. Vagabundear por esos bosques durante horas y más horas, de seguro
nos evitó, de manera natural, ir a la farmacia al mantener a raya triglicéridos
y colesterol, y a los otros jinetes del Apocalipsis, al menos durante un mes.
En un país,
donde los individuos adolecen de sobre peso corporal, las recomendaciones del
dietista no es que estén ya obsoletas sino que son inoperantes.
La cuestión
ahora es ¿no cuánto comes sino cuánto te mueves? La ciencia médica ha sacado a
luz una nueva enfermedad y le llama “síndrome de la inmovilidad”.
Ya se
mencionaba, de alguna manera, el asunto con eso del gasto de calorías. Pero
conocer el gasto de calorías, para la población en general, es como como
preguntarle por los grados IMECA para medir la contaminación ambiental...Con el Internet todos podemos enterarnos de la contaminación pero, ¿cuántos lo hacemos?
Dibujo tomado del libro Técnica Alpina de Manuel Sánchez y Armando Altamira. editado por la Universidad Nacional Autónoma de México,1978 |
Así es con
los libros, para retomar la idea de Schopenhauer. Leer y más leer buscando
aclarar el misterio de la vida, o al menos de mi vida, sin sospechar, tal vez,
que el misterio ya está resuelto con el hecho de estar leyendo:
“el
intelecto tiene su objetivación en el cerebro”. Las toxinas salen por el sudor,
el oxígeno da vida a las células de nuestro organismo, etc. Hasta aquí todo es
fenómeno, mecánico.
Pero, qué
hace que Thoreau se vaya a caminar por los bosques, durante horas, y en tanto
los vecinos del pueblo, donde él vive, se quedan inactivos sentados en la veranda
de su casa.
La voluntad,
dice Schopenhauer, es la que mueve al alpinista. Sólo poseído de la voluntad se
puede empezar a preparar la mochila, tienda, víveres, cuerdas, agua, bolsa de
dormir…
Entre la potencia y el acto(la idea de llegar a la cumbre, y la cumbre)está la esencia del alpinismo: es el devenir, el verbo hacer, el movimiento.
Entre la potencia y el acto(la idea de llegar a la cumbre, y la cumbre)está la esencia del alpinismo: es el devenir, el verbo hacer, el movimiento.
¿Poseído? Sí
porque la voluntad no se compra en la tienda autoservicio o en alguna parte. La
voluntad de ir a las montañas es por sí, autónoma: “únicamente la voluntad es
la cosa en sí. “Independiente.
Viene a nosotros,
pero también se va de nosotros. La mochila, las cuerdas, clavijas, mosquetones,
arrumbados en un rincón de la casa, desde hace un año, es la muestra que la
voluntad de caminar y escalar las montañas se ha ido.
Sólo en pocos
la voluntad permanece. Por eso vemos muchos jóvenes ir a las montañas, pero hay
pocos viejos hacer lo mismo. La voluntad no los ha abandonado.
Un ejemplo.
María García era la muchacha escaladora, excelente, desde los años sesentas o
un poco antes. El año pasado agarró su mochila y se fue a subir el Monte Blanco
de Europa.
A ella la
voluntad tampoco la ha abandonado.
“Arthur
Schopenhauer [ 'ʔatʰu:ɐ 'ʃo:pnhaʊɐ
(?•i)] (Danzig, 22 de febrero de 1788 — Fráncfort del Meno, Reino de Prusia, 21
de septiembre de 1860) fue un filósofo alemán. Su filosofía, concebida
esencialmente como un «pensar hasta el final» la filosofía de Kant, es deudora
de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía oriental, en
especial con el budismo, el taoísmo y el vedanta.”Wikipedia
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