ARISTÓTELES, LAS PLÉYADES MIRAN HACIA ABAJO


 

Las Pléyades, el número 7, han cautivado la atención de los pueblos desde la “antigüedad remota”, aun de grupos humanos que habitaban en continentes entonces desconocidos. Técnicamente aislados por el mar y, antes del vapor, por la idea tenebrosa del Finisterre, el fin del mundo.

Cada grupo tendrá su versión.

Para el México precristiano Chicome, el 7, procede de la mítica Chicomostoc, las Siete Cuevas, de donde partieron las tribus nahuatlacas siguiendo el destino manifiesto por su dios, en busca del gran lago central, al pie de las altas montañas Popocatépetl e Iztaccihuatl y alimentado por sus glaciares.


GLIFO DE CHICOMECOATL
7 cabezas de serpiente
Civilizaciones poderosas surgieron y cayeron: Ulman, Mayapán, Monte Albán, Cuicuilco, Teotihuacán, Tula, Tenayuca, México-Tenochtitlán.

Pero la mirada étnica nunca, hasta la presente, se apartó de Chicomecitlalin, Las Pléyades, Paraíso de los mexicanos, su Tlalocan espiritual.

Una idea esencial, atemporal, que se practica materialmente todos los días en su modo original, por los pueblos mexicanos étnicos actuales, o de manera sublimada por los mexicanos mestizos (naturalmente los mexicanos de origen extranjero tendrán otros mitos ajenos al Chicome).


CHICOMECOATL
7 cuentas en su diadema
 
Los étnicos queman copal a la diosa Chicomecoatl (7 serpiente=la tierra y el maíz) y los mestizos a  la Virgen de Guadalupe (no la Virgen de Guadalupe de Extremadura de los españoles).

Un culto vigoroso y actual que viene de los orígenes del México indígena. V.gr. una peregrinación anual, a mediados del mes de febrero, que organizan los pueblos de la meseta toluqueña a la Basílica de Guadalupe, en la Ciudad de México, los medios informan  que va de los 80 mil a los 100 mil peregrinos (nada más los de Toluca, al margen de las peregrinaciones que realizan los 32 estados de la república. Su fiesta del 12 de diciembre registra de 5 millones a 8 millones de peregrinos que llegan a la Basílica).

"México no se entiende sin la Virgen de Guadalupe"(palabras del Papa Francisco, en Ciudad Juárez, el 17  de febrero del 2016)

OTRO GLIFO DE CHICOMECOATL
Y SUS 7 CUENTAS
EN SU AVATAR DE CIHUACOATL (MUJER SERPIENTE)
Sólo una Iglesia, como la católica, con su experiencia milenaria, puede tener un poder de convocatoria y organización en la permanencia  de un culto así.

Este es el origen y trayecto de la gran diosa fundamental :Chicomecitlalin (ahora conocido como Las Pléyades o Las Cabrillas), Chicomecoatl: Las Pléyades, Chicomostoc, Coatlicue, Coyolxauqui, Guadalupe.

En la cronovisión mexica Chicome es la tierra y coatl el maíz.

Lo que distingue esta secuencia son las 7 cuentas del cuello cercenado de Chicomecoatl. El lector acucioso puede confirmar   los cuellos,  también cercenados, de Coatlicue, Coyolxauqui, Guadalupe.

Chicomecoatl tiene sus avatares con las diosas Cihuacoatl (mujer- serpiente), con Tonantzin (Nuestra Madre) y con Toci (Nuestra Abuela).Madre de los dioses y de los hombres.

COYOLXAUQUI
7 cuentas en su cuello cercenado y otras 7 cuentas en su listón entre los ojos y la nariz.
Su campus celeste se ve en el fondo lleno de estrellas.
 Fray Bernardino de Sahagún escribe de ella en su Historia General de las Cosas de Nueva España, Lib. I, Cap. VI: “Esta diosa llamada Chicomecoatl era la diosa de los mantenimientos, así de lo que se come como de lo que se bebe, Madre de los dioses, corazón de la Tierra y nuestra abuela.”

Que en América ancestral se desarrolle un modo de pensar idéntico, o parecido, al de Europa o la India, no quiere decir que aquella se derivó de ésta o viceversa. La invención del cero en México, en la región olmeca, hasta donde se ha investigado, data de varios siglos antes que en la India, que se tenía como la más antigua.

 Respecto de las semejanzas de las ideas filosóficas y religiosas, por ejemplo las de la filosofía griega, las del neoplatonismo, con el cristianismo, Frederick Copleston anota: "el entendimiento del hombre es perfectamente capaz de interpretar de modos semejantes, ya se trate del entendimiento de un hindú o del de un griego, y no hay por qué ver en la semejanza de reacciones una prueba irrefutable de dependencia ideológica."(Historia de la filosofía, Vol. I).

Lo demás, agrega, pueden ser "supuestos apriorísticos más o menos adornados de un matiz pseudohistórico."

Por lo demás,  creencias y  fantasías aparte que aparecen en el tiempo y en los pueblos del planeta, Aristóteles nos proporciona ciertas noticias del número 7, al final de su obra (literalmente en su última página) Metafísica:

COATLICUE
La de la falda de serpientes
con su cuello cercenado marcado con 7 cuentas
“Hay siete vocales, siete cuerdas tiene la lira, siete acorde, las pléyades son siete; en los siete primeros años pierden los animales, salvas las excepciones, los primeros dientes; los jefes que mandaban delante de Tebas eran siete. ¿Es porque el número siete  es siete el haber sido siete los jefes, y que la Pléyade se compone de siete estrellas, o bien sería, respecto a los jefes, a causa del número de la puertas de Tebas o por otra razón? Este es el número de estrellas  que atribuimos a la Pléyade.”

 
ARISTÓTELES

Aristóteles (en griego antiguo Ἀριστοτέλης, Aristóteles) (384 a. C. – 322 a. C.)1 2 fue un polímata: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos milenios.Aristóteles escribió cerca de 200 tratados (de los cuales sólo nos han llegado 31) sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica, metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética, retórica, física, astronomía y biología.1 Aristóteles transformó muchas, si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones sistemáticas al respecto. “Wikipedia

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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