¿Quién
sostiene a quién? ¿El espíritu al cuerpo o éste a aquel?
El cuento de
G. Greene, La prueba irrefutable, va
en esa dirección.
El mayor
Philip Weaver, conferencista invitado (en realidad él pidió ser invitado porque
le interesaba demostrar algo) a dar
una plática en el salón de música The Spa.
El tema de la
conferencia versaba sobre “los valores relativos a la materia y al espíritu.”
Un tema tan aburrido que una mujer, si bien no abandonó la sala, sí sacó las agujas y el estambre y se puso a
tejer.
El coronel
Crashaw, presidente de la Sociedad Física local, coordinaba la conferencia, frunció la boca y puso
actitud de resignación.
Para completar
el cuadro el conferencista hablaba mal, incoherente, balbuceaba, y además apestaba
horrible. Tanto que llevaba un pañuelo en la bolsa del traje con un perfume
demasiado fuerte.
Uno de los
asistentes, médico de profesión, escribió una nota que hizo llegar al
presidente Crashaw pidiéndole que parara “aquello”.
Pero la plática siguió. El punto central era
que el espíritu, el alma, es tan fuerte
que puede ordenar al cuerpo por dónde ir. Es lo que el conferencista quería
probar. El espíritu es más fuerte que el cuerpo.
“El espíritu,
dijo, era más fuerte de lo que suponía; la acción fisiológica del corazón y el
cerebro y los nervios estaba subordinada al espíritu…El espíritu no moría
cuando moría el cuerpo, sino que el cuerpo sólo se movía cuando el espíritu así
lo mandaba. Había que ser obstinado, luchar…”
El conferencista
estaba de tan mal condición que al final se derrumbó. El médico se apresuró a verlo y no tardó en
decir que ese hombre, no sólo estaba muerto, sino que llevaba siete días de
haber fallecido. Era carne en descomposición. De ahí su pestilencia.
La prueba irrefutable era que el espíritu, el
alma, había llevado durante siete días al cuerpo hasta culminar en la
conferencia para declarar que el espíritu, en efecto, puede llevar al cuerpo y
no éste a aquel:
Es un relato
absurdo muy a lo Greene. Una alegoría. Ningún cadáver puede andar entre los
vivos ni el espíritu morir.
El alma en los
presocráticos, y luego con Platón, pregonan su inmortalidad mediante la idea de
la reminiscencia. En el cristianismo
el alma también es inmortal. En las dos situaciones se está hablando de valores
esenciales, intemporales, no de cosas perecederas
Excelente
escritor de relatos policiacos, Greene acostumbra dar pistas falsas: un cadáver
que da una conferencia y un espíritu que
sobrevive sólo siete días llevando a cuestas a su muerto…
Su argumento
bajo la manga es la acción del espíritu llevada a cabo mediante el movimiento.
Greene busca
en este relato traer a escena el devenir. El movimiento sin el cual las cosas y
situaciones en la vida quedarían en sólo potencia.
Si las cosas
están en potencia es que ya son. Como los huevecillos del renacuajo que dejó la
madre en las arenas del desierto antes de morir. Ya tienen lo necesario para
ser un sapo, falta la lluvia para que se de todo el devenir, el desarrollo embrionario.
Es la voluntad
de ser de la que habla Schopenhauer: el hombre es lo que es .No puede ser otra
cosa más que hombre. No puede ser ángel.
Es el famoso
pensamiento de Parménides: el hombre es la medida de todas las cosas. Las cosas
son como el hombre las imagina, según su medida.
La montaña,
para ser escalada, va a ser chica y fácil o grande y difícil, según él la
imagina.
Pero para que
todo eso pase, de la potencia al acto, se necesita el movimiento, el devenir.
Jesús les comunicó a los apóstoles su mensaje y les dijo: "¡Vayan!"
Jesús les comunicó a los apóstoles su mensaje y les dijo: "¡Vayan!"
El mármol es
la estatua en potencia.
Y eso es lo
que Greene dice que hace el espíritu o alma. Aristóteles, para no copiar a su
maestro Platón, al alma le llama Inteligencia
Creadora.
La idea que el
alma mueve al cuerpo, Platón, en el Sofista,
la lleva al punto como que sólo mediante el alma tiene lugar el devenir.
Estamos aquí
ante un valor universal.
En la leyenda teotihuacana
los dos soles, el diurno y el nocturno, recién aparecidos con el comienzo del
Quinto Sol, permanecían estáticos. Fue necesario que Ehecatl, el Viento, soplara y los pusiera en movimiento.
En el origen
del cristianismo los apóstoles están aletargados por el miedo, después de la
muerte de Jesús, y sólo hasta la llegada del Espíritu Santo se pondrán en
movimiento.
Jean Wahl,
refiriéndose al Sofista de Platón,
escribe: “La idea del alma se conectó probablemente desde el principio mismo con la idea del movimiento,
porque se veía el alma en el movimiento de la respiración, y se concibió el alma como el origen del movimiento. En el Sofista vemos cómo se identificó el alma
con el movimiento, y Platón tendió cada vez más a concebir el alma como la
fuente del mismo.”(Introducción a la
filosofía, capítulo XVI)
Estas cosas no
son complicadas, sólo son huidizas, por la carga de subjetivismo que ponemos en
ellas.
Por lo mismo que
una montaña no es la misma para todos.
El
Popocatépetl que pintaba el Dr. Atl es diferente al Popocatépetl que pintaba Diego Rivera…
En el medio
cartográfico las cosas son más concretas. Un mapa escala 1:50,000 es un mapa
1:50,000, no es un mapa 1:200,000.
El hombre es
lo que es, no es una roca ígnea. El hombre es la medida de todas las cosas, en
lo particular. Es un excelente corredor de velocidad, no es un maratonista. En
la película Shane, Shane es un pistolero,
no es granjero. En los orígenes del cristianismo Jesús le dice a su apóstol:
“Pedro, piensas como hombre, no piensas como Dios”
En el relato
de Greene el espíritu es el espíritu y el cadáver es el cadáver. Pero entre
ambos hay el movimiento, como corriente de vida, entre la eternidad del
espíritu y lo perecedero del cuerpo.
Pero el
espíritu y sus potencialidades podrán manifestarse sólo si existe un cuerpo
material.
"No podemos comprender el alma si olvidamos el cuerpo mediante el cual se manifiesta."(W. C. Guthrie, Los filósofos griegos)
"No podemos comprender el alma si olvidamos el cuerpo mediante el cual se manifiesta."(W. C. Guthrie, Los filósofos griegos)
Hasta el mismo
Dios necesitó un cuerpo humano para comunicar sus mensaje de amor, en este caso,
de un carpintero…
“Henry Graham Greene (Berkhamsted, Hertfordshire, 2 de octubre de 1904 –
Vevey, Suiza, 3 de abril de 1991) fue un escritor, guionista y crítico
británico, cuya obra explora la confusión del hombre moderno y trata asuntos
política o moralmente ambiguos en un trasfondo contemporáneo. Fue galardonado
con la Orden de Mérito del Reino Unido.”WIKIPEDIA
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