Eneas, personaje troyano, siente la
misión de establecer la Ciudad que
sea lugar de veneración de Venus, su madre del cielo, y otros dioses. Esa Ciudad va a ser Roma. La Ciudad Pagana.
Zeus(luego Júpiter capitolino) y la diosa Venus,
acompañarán a Eneas en su viaje hacia la edificación de
Roma,
su Ciudad Pagana.
Siglos después, 16, San Agustín
tendrá un sueño igual que queda plasmado en su libro, De Civitate Dei, la Ciudad de Dios,
con su avatar en la tierra, la Ciudad Celeste. Esa Ciudad será Roma. Donde se viva
de acuerdo a las enseñanzas de Jesucristo. Por esto el santo se ha considerado
el iniciador de la historiografía
cristiana.
René Acuña, en su introducción a la Eneida, editada en 1981, por la
Universidad Nacional Autónoma de México, señala las semejanzas que hay entre el Eneas pagano, cantado por
Virgilio (este poeta nació el año 70 a C.), y el obispo de Hipona.
En el largo periodo de transición
entre el paganismo, y el establecimiento del cristianismo, muchas generaciones
debieron vivir en una pobre mezcla de cuando ya no se es lo que se era y
todavía no se es lo que va a ser.
Ya medio pagano, lejos de Júpiter, la deidad suprema de la triada capitolina,
protector de la Ciudad y del Estado romano.
Y apenas medio cristiano, con una
noción vaga de los Sacramentos, espina dorsal
de la nueva fe.
Inmerso en un sincretismo poco
afortunado por la pobreza de conocimientos de su origen y, a la vez, de la religión que
recién aparecía…
Cuando se pone en los pueblos en la
disyuntiva de ser lo que no se es…
Cuando todos parecen ignorar que la divinidad,
fuera del espacio y del tiempo, no sabe de etapas históricas ni de historiografías
ni de continentes, de paganismos ni de cristianismos o de la religión que se trate. Y lo mismo se le adora, según el pueblo y su circunstancia (esto para recordar la
frase de José Ortega Y Gasset).
Es el tiempo en el que los principios(todavía),
mal entendidos, y los principios,
deliberadamente torcidos, propician la aparición de sectas heterodoxas por todas partes.
Sin dejar de mencionar que la
competencia, por alcanzar un mejor estatus social material, va privilegiando el
estudio de las ciencias exactas y tratando de ignorar la búsqueda y el
conocimiento de los valores esenciales de la filosofía y la religión.
Así le pasó a Roma en su declive.
Jugaron a ver qué pretoriano acumulaba más oro para comprar el trono, no quién,
como Cincinati, sirviera mejor al bienestar y la cultura del pueblo.
dibujo tomado del diario El País 3 de junio 2017 |
En la antigüedad los grandes imperios
se apoyaban en ambas cosas, en la espiritualidad, primero, y también en la
tecnología. Debido a ello esos grandes imperios siguen impactando a la
humanidad siglos después de su desaparición.
Hasta donde sabemos, en la actualidad solamente los estadounidenses siguen jurando sobre la Biblia y persiguiendo afanosos los conocimientos tecnológicos.
Hasta donde sabemos, en la actualidad solamente los estadounidenses siguen jurando sobre la Biblia y persiguiendo afanosos los conocimientos tecnológicos.
La inversión de aquellos valores es por lo que ahora
países aparecen y desaparecen sin dejar huella en la historia. Los que gastan (no
sienten que invierten), menos en educación(integral) que los otros.
Véase el miserable PIB que muchos países "gastan" en la educación de su pueblo.
Véase el miserable PIB que muchos países "gastan" en la educación de su pueblo.
Fundamental para entender el
pensamiento occidental es el conocimiento de La Eneida. Como lo es el conocimiento del Popol Vuh para entender el pensamiento olmeca-maya o la leyenda de los soles para el pensamiento teotihuacano-mexicano.
Desconocer La Eneida es lo que se llama navegar entre el “eclecticismo
abandonado a fuerzas disolventes”.
Acuña sitúa La Eneida junto a pocos libros de la antigüedad clásica: “La Eneida
de Virgilio puede a justo título colocarse, junto con ciertas obras de
Aristóteles y Platón, entre las pocas básicas y esenciales para el entendimiento de nuestra cultura
occidental.”
Una circunstancia hace que Acuña se
pregunte por qué Virgilio fue tan apreciado, por los emperadores romanos, por
los padres de la Iglesia, la Edad Media y posterior. Fue un gran poeta pero esa
no es la razón.
Señala que “Lo adoptó el cristianismo
a causa de su supuesta predicción del nacimiento de Jesucristo en la Égloga a
Pilón. Un largo poema del medioevo, escrito en latín y traducido por Herberto
al francés allá por el año 1224,
incorpora a Virgilio a la pintoresca hagiografía cristiana de aquella época y
hasta le atribuye milagros.”
Acuña no se queda ahí, tampoco. Debe
haber algo más.
“Eneas no es sólo el hombre que vence
endriagos y salva obstáculos indecibles en la consecución de un personal
destino; es el hombre libre y consciente que colabora en el plan divino y
trascendental de la historia.
Júpiter capitolino es el hacedor de la
historia, y tiene un plan para la humanidad, y el ejecutor va a ser Eneas.
El cristianismo dice que Jesucristo es el
señor de la historia y San Agustín, convencido de esto, va a empezar su labor historiográfica.
Lo que Acuña encuentra es que San
Agustín, más platónico, que neoplatónico y que aristotélico, conoció a
numerosos clásicos de la antigüedad así como otras corrientes de pensamiento
del paganismo. Entre ellos, él mismo San Agustín lo declara, era asiduo lector de Virgilio
y su Eneida.
San Agustín ve hacia su Ciudad Celeste.
"Siglo después, San Agustín “asentará los sillares de la historiografía cristiana casi
en los mismos términos. Al escribir el libro admirable que es la Ciudad de dios,
el pensador cristiano volverá a emplear las mismas columnas que, figuradamente, dijimos sostiene el mismo
doble arco del poema romano.”
No debe verse esto como una copia de San
Agustín de Virgilio, como no lo es Virgilio de Homero, en lo que respecta al
tratamiento de La Eneida, y La Ilíada, o de Nietzsche de su maestro cultural Schopenhauer.
En otras palabras, se trata de una secuencia lógica en la rica tradición dentro
de la cultura occidental.
Con esto en mente, citamos lo que
Acuña dice al respecto:
“Me parece que el pensamiento
cristiano tiene una deuda no confesada aún con Virgilio. Todos están de
acuerdo-cristianos y no cristianos- en saludar a San Agustín como el padre de
la historiografía cristiana; pero creo que el excesivo entusiasmo de unos y el
frío cientificismo de otros, no ha reparado en lo que el gran obispo de
Hipona debe al poeta antiguo.”
Virgilio
“Publio Virgilio Marón1 (Andes,
actual Virgilio, cerca de Mantua, en la Región X, Venetia, hoy Lombardía
italiana, 15 de octubre de 70 a. C. – Brundisium, actual Brindisi, 21 de
septiembre de 19 a. C.), más conocido por su nomen, Virgilio, fue un poeta
romano, autor de la Eneida, las Bucólicas y las Geórgicas. En la obra de Dante
Alighieri, La Divina Comedia, aparece como su guía a través del Infierno y del
Purgatorio.”WIKIPEDIA
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