Los antiguos amigos y los antiguos enemigos se han unido en el vituperio.
¿Otra vez quieres que sueñe grandezas que ha de deshacer el tiempo?
“Yo sueño que estoy aquí/ destas prisiones cargado,/ y soñé que en otro estado/ más lisonjero, me vi”.
Este año se cumplen 375 años de haber sido editada por primera vez La Vida es Sueño. La obra, multicitada pero en realidad poco leída, es un portento de filosofía expresada en verso. El llamado “verso calderoniano” lleno de metáforas e imágenes retóricas. El panorama cultural español en el que tuvo lugar fue el Barroco. Se trata de uno de los más bellos poemas que ha propiciado y “producido” la humanidad. No basta con hacer sino que hay saberlo captar para describirlo. Y esto es lo que hace Calderón de la Barca.
Se refiere a lo real y a lo falso de las cosas y a los hechos. Un panorama social donde la realidad es llevada y traída por los más encontrados intereses. “¿Tan parecidas a los sueños son las glorias,/ que las verdaderas que son/ tenidas por mentirosas,/y las fingidas por ciertas?”
Pero no es el tema del empirismo sino de la libertad. ¿Cómo considerarse libre si al despertar tenemos enfrente un panorama existencial y social que nos lleva para acá y para allá? ¿O cuando estamos soñando, lo antes vivido nos lleva dormidos, por otros rumbos? Y ya despierto hay cuestiones contra las que soy impotente imponiéndome un estilo de vida con el que no estoy conforme. Sobrepeso, neurosis, hábitos patológicos como el fumar, beber, etc. Todo eso es más fuerte que mi cacareada libertad. ¡Hasta de mis hábitos buenos soy esclavo para no caer en los malos!
Estamos programados genéticamente para ser libres pero, si estamos programados ya no somos libres. ¡Pura ilusión que somos libres! ¡El cielo me traza un camino y la genética me traza también un camino! Las cadenas que tiene prisionero a Segismundo, el personaje central, en una celda del castillo de Polonia, son una metáfora de sus arranques destructivos. Todos estamos prisioneros en nuestro castillo de Polonia aunque vivamos en la ciudad México, la de Nueva York, la de Buenos Aires, la de la Habana, la de Toronto, la de Berlín…
Del castillo de Polonia Segismundo es sacado para que asuma el papel de soberano. Recibe muchos aplausos y comete numerosos errores. Después hace la guerra al rey, su padre, y lo vence. Vuelven a levantarse los aplausos. Aquí es donde Segismundo asume la experiencia de la primera. Es cuando Segismundo se detiene pues conoce ya la volatilidad de los aplausos.
La obra es actual más que nada. Cuando escuchamos declarar en la televisión a multi asesinos que asaltaban bancos porque “les gustaba vivir bien”. Se la pasaban años escondidos de la justicia, eran localizados, seguían años en la cárcel de donde volvían a escapar para esconderse otros años y, vuelta a ser apresados. Así Segismundo fue regresado a su celda del castillo de Polonia (o volvimos a caer en el hábito de fumar o en el sobre peso) y Calderón de la Barca dice: “Que vida infame no es vida”.
Pero también hay filosofía en la obra. Los poetas nahuas se preguntaban simplemente: “¿Vivimos o sólo soñamos?” Calderón dice: “La vida es sueño, y el sueño es al despertar como la vida al morir”. En la primera experiencia Segismundo tiene empañada la razón a través del poder. En la segunda experiencia hay una cierta conversión y busca actitudes que trasciendan a base de apoyarse en valores positivos para el individuo y para la sociedad, dentro del orden establecido.
Uno de sus biógrafos dice: “Segismundo es la personificación sucesiva de dos grandes posturas del hombre ante el ejercicio del poder político. La primera es la concepción de la vida como soberbia, y sirve de fondo a toda la primera época de Segismundo, traduciéndose prácticamente en el maquiavelismo con que actúa el príncipe...La segunda es la concepción de la vida como sueño, que logra derrocar a la anterior por el triunfo del desengaño, y sirve de base definitiva a toda la época posterior de Segismundo, inspirando el prudencialismo de su política”
Tenía 35 años de edad el poeta cuando vio publicada la obra a la que nos estamos refiriendo. Ignoramos cuánto tiempo necesitó para gestarse en su alma, en su experiencia y en su técnica literaria. Tuvo que pensar mucho en la persecución que los hombres hacen del poder, ejercerlo, escuchar los halagos y los embriagantes aplausos y...después perder todo eso. Los aplausos se los ha llevado el viento y en su lugar queda el silencio. Peor aun: los antiguos amigos y los antiguos enemigos se han unido en el vituperio...Un ejemplo. Los presidentes de México, del último tercio del siglo veinte, fueron aplaudidos hasta la absurdidad. En la actualidad son vituperados hasta la saciedad…
Dos soliloquios, de Segismundo, ilustran la obra. Cuando tiene el poder:”Sueña el rey que es rey, y vive/ con este engaño mandando,/disponiendo y gobernando;/y este aplauso, que recibe/ prestado, en el viento escribe,/ y en cenizas le convierte/ la muerte...”. Cuando es aclamado para que ejerza otra vez el poder Segismundo exclama casi espantado: “ ¿Otra vez queréis que sueñe grandezas/ que ha de deshacer el tiempo?/¿Otra vez queréis que vea/ entre sombras y bosquejos/ la majestad y la pompa/ desvanecida en el viento?”
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681). Dramaturgo español. Se le considera el último de los grandes clásicos de su país. Estudió con los jesuitas del Colegio Imperial de Madrid y luego en Alcalá y Salamanca.
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