Travesía en Las Monjas, de Chico Hidalgo, México








En el  fondo a la derecha: Las Ventanas, centro izquierda: pared Las Goteras, derecha centro: Las Agujas.
Foto de Omar Altamira A. 6 de marzo 2016




Plano general región norte sierra de Pachuca-Actopan Hgo. México.




Es la travesía predilecta de los guías de Pachuca.

Se puede decir que es una travesía muy a la mano pero a la vez  poco frecuentada.
Las Monjas vistas desde el pueblo de Chico:NE
La travesía que se comenta es sobre el lomo superior de la
izquierda hacia la derecha y descendiendo hacia Chico.

Aproximadamente de 7 kilómetros, de recorrido, con desniveles de 700 metros (3,000 m. s. n. m en el Valle del León Alado y 2,300 m. s. n. m en Chico). Datos tomados de la Hoja cartográfica “Pachuca”, F14D81, 1: 50,000, de Programación  y Presupuesto (SPP).

A-Valle del León Alado.1- Somera cañada con agua la mayor parte del año. 2- Cueva del Muerto.3-La Blanca.4- Conglomerado de altas rocas conocido como macizo de Las Monjas.5- Camino alto hacai el este. 6- Camino del NW que rodea el Circo del Crestón y desciende a la carretera que va a Capula.7 Roca alta conocida en el montañismo como La Bandera. Las zonas iluminadas de rojo son las altitudes de los 3,000.


 Se trata de una travesía para montañistas con vocación de caminantes… Realizada esta caminata del Valle de Las Ventanas- Monjas-Chico o bien al revés, saliendo de Chico, como rutina, es altamente terapéutica. Su frecuencia arroja más salud  psicofísica que las farmacias de la ciudad.

Con mochila para acampar el promedio es de 4 horas. Planeada para una jornada es salir de la parte alta con una ligera mochila. El tiempo será menor. Con ánimo de acampar se puede partir de Chico y llegar al Valle del León Alado o al de Las ventanas.

En general se sigue el rumbo, saliendo de Las Ventanas, para ir al Circo del Crestón (NW ) Macizo de Las Monjas. Antes de llegar  ir hacia el NE, en el sendero que lleva a la aguja La Blanca. Se desciende un poco y se queda situado en un collado. En ese lugar empieza el descenso hacia el norte. El camino, al principio bien marcado, rodea la base de la pared norte de El Espejo, un poco hacia   el NW.

13 hacia el valle del León Alado.1-Peña La Blanca-2- Collado del este.3- Otras paredes del Circo del Crestón..4-La Pezuña.5, La Benito Ramírez.6- El Crestón.7- La Rosendo dela Peña.8-El Espejo. .9 camino NW hacia la carretera de Capula.10- camino hacia Chico.11- camino a Capula.


Se puede adoptar el criterio de descender directamente rumbo norte hasta  alcanzar la carretera Capula- Chico. Si bien es necesario sortear un terreno  frecuente en  cañadas someras.

Grupo del León Alado Foto de AAG del 25 de junio 2011


Unos cien metros, por debajo de la base de las rocas del grupo de El Espejo, hay un camino bien marcado que lleva dirección este, es decir hacia Chico. Si bien con frecuencia estos caminos bien marcados terminan en alguna casa de las cotas altas de esa  ladera.


Cueva del Muerto
Omar Altamira A.
foto del 6 de marzo de 2016




Otra vista de la Cueva del Muerto




Grupo Las Agujas
En el fondo el pueblo de Chico






La Blanca   Foto de AAG, 25 de junio de 2011



                    



Flanco norte Las Monjas ( varias de estas paredes forman el Circo del Crestón. La del centro, con la grieta abierta es El Espejo, la de la extrema derecha es la pared Rosendo de la Peña)   Foto de AAG 25 de junio de 2011







El bello paisaje de la Sierra de Pachuca siempre estará ahí, para el humano sensible que sepa ir a su encuentro.
Los nombres de sus ilustres personajes de la Academia, de sus políticos  en general, los militares y sus comerciantes,  que llenaron una época, acabarán borrándose de la memoria de los pueblos.

Ese paisaje, árido del oeste, verde cercano del norte y su   lejanía azul, se conservará igual para las generaciones de montañistas, y demás gente, que están por venir en los tiempos inmensurables.

Ahora que las ciudades han crecido tanto, y Pachuca no es la excepción, algunas patologías han aparecido atrofiando tanto los sistemas fisiológicos como los estados emocionales del hombre y la mujer: sedentarismo y estrés, para sólo mencionar un  ejemplo de cada caso.

Nada como vagar por los bosques y los valles para eludir, en lo posible, la peligrosa practica de la “polifarmacia”, como la ciencia médica ha señalado a la práctica de ingerir pastillas, sobre todo en la gente de edad avanzada. Y, ya por esto, nada más, vale la pena agarrar la mochila y empezar a ascender en dirección a los bosques y valles altos.

Los habitantes de la ciudad de Pachuca ocupan, geográficamente, un sitio privilegiado como pocos lugares. Bastan quince minutos, de caminar, a partir del Reloj, o a lo más una hora, para  pisar ya  los primeros lugares  de la ladera montañosa.

En el extremo sur de ese mismo Valle (Cuenca) de México, en la ciudad del mismo nombre, es necesario hacer un torturante viaje en trasporte para alcanzar los primeros bosque, ya sea hacia el Ajusco, en el sur, Los Dinamos de Contreras, en el oeste y más, mucho más, para las montañas del este.

Ir a los bosques montañosos llena, sobre todo, una necesidad más elevada que el mero ejercicio físico. Emerson, enamorado de la naturaleza, dice: “ La naturaleza llena una necesidad más imperiosa del hombre, es decir, el amor a la Belleza…La naturaleza es medicinal y restaura el cuerpo  y la inteligencia cuando se encuentran cansados por el trabajo o la compañía.”



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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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