EL BARON HAUSSMANN Y EL TEMPLO MAYOR DE MÉXICO


En el siglo diecinueve el barón Charles Haussmann destruyó París para, en su lugar, edificar otro París. El París que todo mundo, en especial los artistas, querrían conocer. Y tras los artistas llegaron los turistas y las divisas.

México-Tenochtitlán, en el corazón mismo de la ciudad capital, no ha conocido a  su Haussmann.

La bella ciudad del lago de tiempos precristianos, la que deslumbró a los conquistadores españoles, llegó a perderse de vista  para la arqueología. A ese grado llegaba la indiferencia de los gobiernos hasta la primera mitad del siglo veinte.


Fueron trabajadores de la Compañía de Luz que, realizando trabajos de reparación en ese sitio, encontraron unas piezas de importancia arqueológica. Dieron parte y por ahí empezaron los trabajos de arqueología.

 México-Tenochtitlán, maqueta  desde el noroeste. En primer lugar se ve la barda o muro de serpientes: coatepantli, que rodeaba al centro ceremonial.

De esa manera tan aleatoria, tan tímida, se fueron descubriendo cosas del, en otros tiempos,  formidable  coatepantli de los aztecas.

Alguien se topó con el enorme monolito de Coatlicue,  en el siglo diecinueve, (13 de agosto de 1790) durante los trabajos de nivelación de la explanada del “Zócalo”.

Cuatro meses después, también en trabajos  de nivelación de la plancha, se hizo el hallazgo de la Piedra del Sol, uno de los más complejos y exactos calendarios agrícolas, astronómico y mágico que se hayan concebido y realizado por la humanidad. Ver, para tal efecto, en este mismo blog de Tlamatzinco, el libro de matemáticas precristianas de Guillermo Garcés Contreras: Pensamiento matemático y astronómico en el México precolombino, editado por el Instituto Politécnico Nacional en 1982 y 1995.

“Es la presente obra un trabajo de investigación científica avalada por el Instituto Politécnico Nacional. Algunos de los títulos académicos del autor son Doctorado en la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas, en las disciplinas de Filosofía de la Ciencia e Historia de la Ciencia. Maestro de la  Escuela Nacional  de Antropología e Historia y de diversas facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México.”

Siguió el descubrimiento de la Coyoxauquí, luego el otro gran monolito: Tlaltecutli el 2 de octubre del 2006, etc. Finalmente el Proyecto del Templo Mayor arrancó hasta 1978. 

Es el Proyecto del Templo Mayor, pero no el del Coatepantli en su totalidad.

En el cruce de las calles Guatemala y Brasil, espaldas de la Catedral metropolitana, había una elevación cubierta de asfalto por la que  íbamos y veníamos caminando, en vehículos particulares y  trasporte  público, todavía hacia mediados del siglo veinte. Debajo de esa irregular elevación, en plena calle, estaban los restos del templo más grande erigido en la antigüedad a Tezcatlipoca-Tlaloc.

Cinco siglos atrás había sido la capital de uno de los imperios más poderosos, extensos y cultos  de la antigüedad indígena del continente americano. Como si ahora dijéramos  "La Casa Blanca" de Estados Unidos de América.
Piedra del Sol

Fue necesario que trascurrieran cinco siglos para que la misma cultura occidental nos enseñara, o se enseñara a sí misma, que la espiritualidad sólo es una. Que la cultura se enriquece sumando, no restando, y que el arte surge, o resurge, en los pueblos que viven en la libertad de pensamiento y obra.

No todas las ciudades modernas de la actualidad en el planeta resurgen de haber sido destruidas por la guerra, como es el caso de Berlín y otras ciudades europeas a resultas de la Segunda Guerra Mundial. Otras, como San Francisco, California, de las ruinas dejadas por los terremotos. Otras más a partir del llano vacío como Washington o Las Vegas.

“El monolito de Tlaltecuhtli es una escultura mexica, que representa a dicha deidad de la tierra. Fue hallado el 2 de octubre de 2006.

París resurgió de la destrucción deliberada de París. “Esta reforma urbanística fue violentamente criticada por algunos de los contemporáneos de Napoleón III, aunque acondicionó el uso diario de las calles por parte de los ciudadanos. Esta obra puso el fundamento de la representación popular de la capital francesa al mundo, sobreponiéndose a los estrechos callejones del viejo París y creando anchos bulevares y grandes plazas” Wikipedia.

Haussmann fue senador durante el Segundo Imperio, bajo el reinado de Napoleón III, y la trasformación de Paris tuvo lugar del 1852 a 1870.
Coatepantli de México-Tenochtitlán

Sesenta etnias indígenas, del territorio mexicano, de este siglo veintiuno, esperan reunirse de nuevo en su  coatepantli de México-Tenochtitlán, como era antes. Los turistas nacionales y del mundo también… 












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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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