Soñamos en
base a las experiencias nuestras y a lo que leemos, y mucho de lo que oímos,
dice Descartes.
Pero mucho
de lo que se dice en la vida diaria son tópicos sin fundamento, nada más por
repetir sin pensar. Y de lo que está en los libros tampoco todo es de fiar.
Resulta de
esto que lo que soñamos poco es de lo nuestro y mucho de lo que nos llega de
fuera. Aun de viejo el individuo se despierta sudando pero sin acordarse que, de niño, sus padres, para dormirlo en su
cunita, le leyeron Caperucita, y el terrible lobo que se come a la abuelita…
No se hace
la reflexión y estoy padeciendo las afecciones de otros, no las mías. Descartes:
“Observé que, en lo relativo a las costumbres,
se siguen frecuentemente opiniones inciertas con la misma seguridad que si
fueran evidentísimas; y esto fue precisamente lo que me propuse evitar en mis
investigaciones de la verdad.”
Aun en esa
etapa temprana de su investigación Descartes sabe que tiene ideas propias, innatas, pero también
intuye que muchas ideas son adventicias, no son suyas, le llegaron de fuera. Se
siente como objeto de técnica de “pastillaje” que describen los arqueólogos a
una figura base se le fueron agregando elementos.
Vivimos en las ideas adventicias Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich, 1968 |
Descartes no
se propone inventar la vida, sólo despejarla de cuanto sofisma se le fue
llenando a través de los siglos. Para ir en busca de la verdad recurre a los
tres preceptos morales que ideó para su Método
(Discurso del Método).
En el primer
precepto se apresura a decir que no va a innovar a tontas y a locas. ¡De eso ya
ha tenido mucho la humanidad! Obedecerá las leyes de su país y permanecerá en el seno de la
religión que Dios permitió le enseñaran en su infancia.
En el mundo
se repite mucho y se piensa poco de lo que se dice. Pero si la vida funciona es
que también tiene sus valores. Si hay ligereza también hay sensatez:
“Mi conducta
debía ajustarse a la opinión de los más sensatos y prudentes, de entre todos
los que me rodearan, porque no teniendo en cuenta mis opiniones, puesto que iba
a someterlas al examen riguroso de la razón, nada más natural que
siguiera el criterio de los más sensatos.”
Emerson recomienda fiarse sólo de los libros de los pensadores clásicos.
Emerson recomienda fiarse sólo de los libros de los pensadores clásicos.
La segunda
máxima de su moral era no titubear una vez tomada una decisión. Siempre hay
desgarramiento al apartarse de una práctica sostenida por años que se creía correcta.
Ejemplo, dejar de comer pan o, romper con la costumbre de fumar, etc.
Todo mundo come
pan, es parte de la mesa, hay toda una respetable industria del pan, ¿Por qué
el médico me dice que debo terminar con eso? Pero si decido no hacer caso al
médico voy a sentir como un desgarramiento por la culpa al seguir comiendo pan:
“Por esas
razones deseché los remordimientos y las
indecisiones que inquietan con frecuencia a los débiles que practican como
buenas cosas que luego juzgan malas.”
La tercera
máxima moral de su Método consiste en no aspirar cosas en la dimensión de la absurdidad,
sino en vencerse a sí mismo en cuanto se refiere a no desear “lo que no pudiera
adquirir. En esa media se sentirá satisfecho."
Pone como ejemplo,
y lo dice literalmente, que no sentirá la carencia de “poseer el reino de
México o el de China, sino alienta su pensamiento en ese sentido: “Si nuestra voluntad
no se inclina a querer más que las cosas que nuestro entendimiento presenta
como posibles, es indudable que considerando todos los bienes fuera del alcance
de nuestro poder, no sentiremos la carencia de ninguno.”
Se puede comprar al mundo pero perder la
libertad. Rafael, personaje de La piel de
zapa, de Honorato de Balzac, era inmensamente rico y famoso, pero murió
piltrafa antes de los treinta.
Cierto grado
de riqueza no existe. Siempre se quiere más. Al estilo del insatisfecho sexual:
“Se creían
más ricos y poderosos, más libres y felices, que los demás hombres, porque por
muy favorecidos de la fortuna que sean estos hombres, nunca tiene todo lo que
quieren.”
Sólo hay una
cosa nuestra y son los pensamientos. La tarea consiste en que en verdad sean
los nuestros o de otra manera estoy pagando las sesiones al psiquiatra comunicándole
ideas que me imbuyeron otros.
Indispensable la interacción con los otros, pero no la intercontaminación.
Indispensable la interacción con los otros, pero no la intercontaminación.
También
Leibniz deja constancia que “Todos los actos que ejecutamos sin reflexión son
resultado de un conjunto de impresiones débiles, y aun nuestros hábitos y
pasiones, que tanto influjo tienen sobre nuestras decisiones, provienen de ahí,
pues los hábitos se forman poco a poco.” (Leibniz, Nuevo tratado sobre el entendimiento humano).
¿Cómo saber
sino estoy descubriendo el arco iris? Si mi intento de apartarme de la
ortodoxia no es más que un rancio solipsismo. En todo caso, prender los
reflectores para que alguien se dé cuenta que existo. Hay ideas innatas e ideas
adventicias, dice Descartes. ¿Cómo distinguir unas de otras? Por la razón.
“Hay ideas innatas
que no sólo dan las bases del conocimiento verdadero, sino también de la
sabiduría de la vida.”
Algo más de
fondo que da seguridad Descartes para que siga desarrollando su Método: “Dios nos ha dado una luz
natural para distinguir lo verdadero de lo falso.”
Cierra
Descartes esta parte de la siguiente manera: “…ninguna afección debían
inspirarnos las cosas, puesto que nada era nuestro, fuera de los pensamientos.”
Pero,
insiste, los pensamientos propios, no los adventicios.
“René
Descartes1 (La Haye, Turena francesa, 31 de marzo de 1596 - Estocolmo, Suecia,
11 de febrero de 1650), también llamado Renatus Cartesius, fue un filósofo,
matemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría
analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados
de la revolución científica.”Wikipedia.
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