Grande o
chico el zapato, con respecto del tamaño del pie, y ese individuo sufrirá y
además se verá ridículo.
No todos
somos sabios como Teseo que conocía sus
debilidades y con antelación ordenaba que lo amarraran al poste. Teseo podía
vencer a los gigantes de un solo ojo, pero él no podía con su mismo, conmimismo.
Epicteto es,
de alguna manera, la versión antigua de
la historia de Bill W.
Epicteto, en
la cultura mercantilista del siglo veintiuno, pasaría como indigente. Ya en su
tiempo se le consideraba tan pobre que, se dice, tenía una casita que nunca
cerraba la puerta porque en su interior no había cosa alguna que pudiera llamar
la atención de los ladrones.
Estas
últimas ocho palabra son más vigentes en el siglo veintiuno que hace
veinticinco siglos.
Epicteto es
pobre porque es filósofo, no es filósofo por pobre. Fue esclavo, su amo vio en
él potencial para la filosofía y lo envió a estudiar. Con el tiempo obtuvo su
libertad y hacia el año 80 enseñaba en Roma el estoicismo.
Predicaba
que no está en nuestras manos el ser ricos pero sí ser felices. “Por qué buscas fuera lo que está dentro de ti”.
En toda su
obra siente prevención contra la riqueza porque, dice, pocas veces ésta se
lleva bien con la virtud. Empero, Epicteto no es proclive al liderazgo del resentimiento. Su
pensamiento no es protestar por protestar. Sabe que no sólo algunos ricos, sino
también algunos filósofos, tampoco
pasarían por el ojo de una aguja…
Epicteto no es escéptico a ultranza. Cree que
las monedas de oro puedan llevarse bien
con la riqueza espiritual. Como en arquitectura, todo depende del punto de fuga que persiga la
perspectiva. El dinero es noble cuando tiene una función social.
Si Mateo, el
odiado recaudar de impuestos, pudo seguir a Jesús, “cualquiera” puede hacerlo.
Mateo caminaba por el mundo con zapatos
que no eran de su medida, hasta que encontró los suyos…
La cruel metáfora del zapato |
Como filósofo
sabe que si hay perversos es que también hay virtuosos. No puede haber el
concepto de frío sino hay el de calor.
Epicteto tiene
en toda su obra el tono de un
pontificador porque verdaderamente conoce la vida y el paño de que estamos
hechos los humanos. Como lo tiene el maestro que habla a sus alumnos de matemáticas.
Prevenía
contra los malos aunque se les viera nadando en oro. Su símil era si se podía acercar la
mano a una víbora por el hecho de verla
en una caja de oro.
Preguntaba a un amigo suyo, rico, de qué sirven tantos
vasos de oro y plata “¿si todos tus pensamientos, deseos, inclinaciones y actos
evidencian el barro de que estas hecho?”
En otra
ocasión se dirige a alguien de la clase pudiente diciéndole que se está perdiendo en la molicie y no
aprovecha la ventaja que le da su situación económica:
“Nadie mejor
que tú puede procurarse más libros, maestros y el tiempo necesario para estudiar.
Empieza, pues, y cede a tú razón parte del tiempo que te sobra y desperdicias. Escoge;
y sigue entregándote a las cosas puramente exteriores es indudable que llegarás
a poseer muebles más preciosos y más raros que otros; pero tu pobre
inteligencia así abandonada, no pasará de ser un mueble más; pero inútil, torpe
y feo.”
Epicteto
recuerda que los héroes se distinguieron en su lucha con los poderosos enemigos.
Pero que hay un enemigo más grande que todos y es uno mismo. Cualquiera puede
darse cuenta de la tremenda realidad de lo anterior cuando nos proponemos
“rebajar” o “perder” los diez kilos que, dice la báscula, nos sobran. Tres
meses más tarde no hemos logrado, de manera definitiva, rebajar un solo gramo.
O de las
batallas perdidas cuando se es un fumador, bebedor habitual, paranoico o
depresivo. Es comprobar la insuficiencia de la voluntad antropocéntrica.
Todo consejo para "hallar el camino de la vida" es en aquella otra cumbre. Diario El País, España, 26/Sep./2015 |
De ahí que Epicteto
diga: “No tienes que librar a la tierra de monstruos porque no naciste Hércules
ni Teseo; pero puedes imitarlos librándote tú mismo de los monstruos formidable
que llevas en ti. En tu interior hay un león, un jabalí, una hidra; pues bien
procura dominarlos. Procura dominar el dolor, el miedo, la codicia, la envidia,
la malignidad, la avaricia, la pereza y la gula.”
Hora de
recurrir a la sinrazón. A los valores esenciales.
Según sus
tiempos romanos imperialistas, Epicteto lo dice de esta manera: “y el único
medio de vencer a estos monstruos es tener siempre presentes a los dioses,
serles afecto y fiel y obedecer ciegamente sus mandatos.”
Como
decimos, Epicteto es la versión romana imperialista de la vida de Bill W, cofundador
de Alcohólicos Anónimos, en Estados Unidos, del siglo veinte.
Yo estudie,
dice Bill, en una universidad en la que
el hombre era Dios. Hasta que acabé tirado de borracho, en la calle, a unos
metros de mi casa… Fue cuando tuve que recurrir a la sinrazón…
EPICTETO |
Epícteto (en
griego: Επίκτητος) (Hierápolis, 55 – Nicópolis, 135) fue un filósofo griego, de
la escuela estoica, que vivió parte de su vida como esclavo en Roma. Hasta
donde se sabe, no dejó obra escrita, pero de sus enseñanzas se conservan un
Enchiridion (Ἐγχειρίδιον) o 'Manual', y en unos Discursos (Διατριβαί) editados
por su discípulo Flavio Arriano.
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