PLATÓN, PLATICANDO A PAPÁ


 

Platón, La República, Segundo Libro.

La divinidad es buena, ya sea en singular o en plural.

Los poetas griegos son los que han deformado esas virtudes, envenenado la mente de los niños, haciéndolos temerosos. Es la tesis de Sócrates.

Trasímaco opina lo contrario, la injusticia es buena.

Un grupo de filósofos se reúnen en la casa de Polemarco, en Atenas. Dos de ellos,  Glauco y su hermano Adimato platican, polemizan, con Sócrates de varios temas. Los dos  sostienen que la injusticia es un bien:

 “…el hombre justo lo es por su impotencia de ser lo contrario…El hombre se vuelve injusto en el momento que puede hacerlo”, dice Trasímaco y agrega: “Es por esto, Sócrates, que los partidarios de la injusticia dicen que la condición de injusto produce más felicidad que la del hombre justo, con respecto a los dioses y de los hombres.”

Sócrates piensa diferente. Los poetas griegos, Homero, Eurípides, Hesíodo, etc. son los culpables que los niños aprendan mentiras y crezcan temerosos y pusilánimes.

Para los adultos estos poetas son un libro abierto que nos revelan nuestras pulsiones y nuestras esencias. Para los niños, sostiene Sócrates, puede ser un anacronismo.

(Un amigo mío dormía a su niño, de cuna, leyéndole cuentos de Quiroga. Veinte años después ese joven tenía su sistema nervioso en condiciones nada envidiables)

Adimato expone  la  filosofía del zorro: “Seguiré este camino, en el exterior fingiré ser virtuoso y en mi interior vivirá el zorro astuto y falso…”

“Los discursos de Glaucón y de Adimato me dejaron estupefacto” dice Sócrates.  Hace un largo rodeo para lograr convencer a los hermanos que la justicia es de la divinidad y ésta no puede mentir.

 Para llegar a este punto y abrirse paso entre un enmarañado entretejido de sofismas expuestos por los hermanos, Sócrates debe empezar desde el nacimiento de los sofismas correspondientes al tema.


Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
de Fritz Redlich,1968
Empieza por la necesidad que tienen los hombres de ayudarse unos a otros, principio de la sociedad y del Estado: “El que acabamos de describir es un Estado sano, el verdadero”.

Agrega que también hay un Estado enfermo. Aparece cuando los hombres “rebasan los límites de lo necesario y caen también en manos del deseo insaciable de tener más.”

Sócrates va directamente a los poetas: “Lo  primero que hacen es contarles fabulas, que aun cuando a veces tengan algo de verdaderas, comúnmente son mentiras. Con ellas se entretiene a los niños hasta que se les envía al gimnasio…En la infancia su espíritu acepta con facilidad todas las impresiones que se deseen…

Sigue:

"¿Permitiremos prudentemente  que cualquiera pueda contar toda clase de fabulas a los niños y que su alma reciba información contraria a las ideas que queremos que tengan en una edad más avanzada? Un niño no sabe diferenciar lo ficticio de lo que no lo es y lo que se introduce  en el espíritu a esa edad deja sus huellas imborrables.”

Werner Jaeger  dice en su Paideia que en Grecia de esos tiempos se cuidaba mucho la educación del niño en la perspectiva de un ideal absoluto. No sólo era la escuela de aprender matemáticas o cómo ganar en la pista de los atletas,   sino el humanismo.  Por eso había tanto celo en ese sentido:

“Desde la época de los sofistas, todas las cabezas de la paideia  griega y, sobretodo, Platón e Isócrates, estaban de acuerdo en que la paideia no se limitaba a la enseñanza escolar .Para ellos era cultura, formación del alma humana. Eso es lo que diferencia la paideia griega del sistema educativo de otras naciones. Era un ideal absoluto.”(Libro Cuarto, Capítulo V)

En la realidad Glauco y Adimato fueron hermanos de Platón. Werner Jaeger dice en su Paideia: “Platón y sus hermanos Glaucón y Adimato, a quienes de un modo muy significativo presenta precisamente  en la República como discípulos e interlocutores de Sócrates, figuraban evidentemente entre aquella juventud  de la antigua nobleza ática…”

Por esa capacidad de análisis en la filosofía, y soltura para plasmar lo lirico, se le tiene a Platón también  como el iniciador, o padre, de la novela. Fitzgerald, Hemingway, Henry James, Tennessee Williams, etc. hicieron sus grandes construcciones intelectuales sublimando muchas situaciones vividas de cerca en sus respectivas familias.

Es conocido el extraordinario lirismo de Samuel Beckett que tuvo su famosa epifanía, sobre el muelle de dun Loaghaire, y bajo la tormenta de una noche llena de relámpagos y truenos. En realidad había tenido lugar esa epifanía en su habitación de la casa de su madre en Foxrock.

Esta nota fue escrita el 31 de octubre. Mañana abriremos las puertas a los dioses mexicas y difuntos que regresarán por dos días a nuestras casas. Así es desde hace miles de años. También entraran las criaturas del Halloween, con sus atuendos de brujas y demonios del infierno que nos cuenta Dante. Estas criaturas, de la cultura occidental, también son parte de nuestra cultura, desde hace cinco siglos.

 Pero los niños, que ya los esperan, saben que tanto aquellos como estos, son amigos, nada perversos, como se trata en el dialogo con Sócrates. Hasta se han pintado también la cara y vestido de brujas y demonios para que los verdaderos metafísicos  no se vaya a llevar un susto con los humanos.

Sócrates termina con estas palabras dirigidas a la asamblea, de filósofos,  en la casa de Polemarco:

“Que no se nos cuenten tales falsedades; que las madres, complacidas con estas invenciones poéticas, no atemoricen a sus hijos haciéndoles creer  equivocadamente  que los dioses van a todas partes ,en la noche, disfrazados de vagabundos y viajeros, porque blasfeman contra los dioses y al mismo tiempo vuelven cobardes y temerosos a sus hijos.”

PLATÓN
“Platónn. 1 (en griego antiguo: Πλάτων) (Atenas o Egina,1 ca. 427-347 a. C.)2 fue un filósofo griego seguidor de Sócratesn. 2 y maestro de Aristóteles.3 En 387 fundó la Academia,4 institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos añosn. 3 y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.n. 4 Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política,”WIKIPEDIA

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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