ORTEGA Y GASSET, RENACIMIENTO Y RETORNO


 

Al bajar al pasado no hacemos sino descender a los sótanos de nuestra propia actualidad. O. y G.

Renacimiento y Retorno es el título de un capítulo de  la obra En torno a Galileo.

Uno de tantos subtítulos que podría llevar este capítulo (antaño los libros tenían título y subtítulo), se nos ocurre, sería: “Cómo ser católico de a deveras, leyendo a un no católico: Ortega”

Ortega y Gasset es irreligioso, no anticlerical (él lo dice) en su obra mencionada. Aporta duros y valiosos señalamientos al cristianismo moderno. Y da la bienvenida a toda crítica   de buen nivel. En realidad la crítica interna y externa es  una de las maneras en que el cristianismo ha ido enriqueciendo o corrigiendo su diario vivir. Esto es una realidad histórica.

Superando un extra plomo con dos cuerdas

Del Libro Técnica Alpina, UNAM,México,1978
Hay diferencia entre el catolicismo de la Edad Media al catolicismo de la actualidad. Aquel llenaba mucho de su día en lo espiritual y religioso. Lo que era demasía para el vivir pragmático. El católico de la actualidad  vive la cultura del bienestar económico, en la economía y la política, lo que tampoco es equilibrio.

Menos son los casos de la existencia en la eudemia que es el vivir bien a través de una serie de actos, guiados por la razón, como punto intermedio entre el exceso y el defecto.

La sobre información del mundo moderno apuesta al abstracto especializado, dejando de lado la totalidad. O bien al eclecticismo disolvente  que lleva al nihilismo cultural. En ese sentido, dice Ortega, el mundo medieval fue como las raíces del árbol que impide que la ladera se erosione:

“el universo medieval se compone de absolutos. Cada cosa es lo que es y nada más, pero tampoco nada menos, porque es indestructible. Hoy nada es lo que es, sino que está siempre en tránsito a ser de otro modo. Cada cosa puede ser otra cualquiera, todo es un poco todo, estamos en la época de los gatos pardos…todo se ha vuelto tópico inerte y complicadísimo: el derecho, la administración, la ciencia, la teología. En vez de ser un claro y sobrio repertorio de soluciones vitales, la cultura se ha hecho abrumadora, se ha hecho mamotreto.”

 “Industria cultural” le llama Schopenhauer en oposición al progreso cultural humanista.

La metáfora de las dos cuerdas para resolver los problemas
Ortega en su obra se acerca mucho al ateo, es decir, en esa porción de ateo que hasta los creyentes tienen. O los ateos creen. Ateo es una dialéctica interior, sana, en la que predomina la razón. Este dialogo (monólogo interior) se hace preguntas y respuestas, lo mejor informadas posibles, según la información, o cultura, de que se disponga.

Es al ateo no creyente al que aquí se refiere, como laico, no al ateo jacobino.

 Lo demás es puro ruido. Tópicos y más tópicos.

Ateo que no hace caso a los principios racionales, que sostienen todo conocimiento, es igual que uno que sabe de memoria la Biblia sin tampoco hacerle caso. Ambos son excelentes líderes asalariados para la “industria cultural”.

Ortega no da rodeos con el que se declara, o actúa, anticlerical: le falta información: “Por supuesto, como ustedes saben, yo, que no soy católico, no tengo un solo pelo de anticlerical, y creo que ser anticlerical es una de las mayores pruebas de modestia que hoy un hombre puede dar. Porque hoy anticlerical es sólo el que no puede ser otra cosa, es una manifestación de intima incultura, es decir, de inactualidad como otra cualquiera:”

Al “católico de espalda”, como Ortega dice, no le va mejor pues le falta conocer cómo viven su pensamiento los de la banqueta de enfrente. ¿Por qué aquellos no creen? ¿Es suficiente la razón para vivir bien con la conciencia propia?

“…el catolicismo en nuestro experimento imaginario tendría, por ejemplo, que sostener todas las ciencias actuales, todas y anótese, las ciencias, no los discursos anticlericales, a los cuales es misérrimamente fácil contestar.”

Avanzando con  las metafóricas dos cuerdas.

Extra plomo en la Sierra de Pachuca, Hidalgo México 
Así se piensa en Occidente. Donde se piensa. Salvo que sea un “emigrado cultural”, domiciliado en Occidente. Hay apertura de creencias. Pero cantará otra canción, no la de Homero-Séneca-Montaigne-Cervantes-Schopenhauer-William James.

La metáfora alpina sería como sigue. Si estamos, y somos (no basta estar sino también ser), en la cultura occidental, no hay modo de librarse de las dos fuertes cuerdas de perlón a las que estamos atados. No para esclavizarnos sino, como el montañista que realiza una “escalada artificial” a través del extra plomo, y esas dos cuerdas nos aseguran de no caer y sí seguir con seguridad hacia la cumbre.

Atado felizmente a esa dos cuerdas que son fe y razón, o viceversa.

ORTEGA
 “José Ortega y Gasset (Madrid, 9 de mayo de 1883 – ibídem, 18 de octubre de 1955) fue un filósofo y ensayista español, exponente principal de la teoría del perspectivismo y de la razón vital (raciovitalismo) e histórica, situado en el movimiento del Novecentismo.”WIKIPEDIA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

Seguidores