Leemos un libro tres o más veces y
cada vez descubrimos algo nuevo en él. Nos regresamos avanzando hacia el
pretérito. No desde el pretérito sino hacia el pretérito.
Encontramos siempre algo nuevo lo
cual significa mayor comprensión del tema con respecto a las anteriores
lecturas.
O leemos todo el libro y algún tiempo
después lo volvemos a empezar, a sabiendas de lo que dice pero ahora para deleitarnos.
El Quijote de Cervantes, por ejemplo,
Salambó
de Flaubert, Lo que el viento, se llevó Mitchell, La ruta del Dr. Shannon, de
Cronin, Historia de dos ciudades, de Dickens, el Gran
Gatsby, de Fitzgerald, Los miserables
de Víctor Hugo, Fausto, de Goethe…La
trama, el estilo del autor, el contexto de la época…
En filosofía parece que todo se superó
con Platón. Tradición es lo estable y
falta distinguir lo inestable. Wahl dice que en filosofía (pareciera) no hay
progreso. Y, a la vez “en otro sentido hay progreso, puesto que esta
profundización del pasado depende de una visión
más ancha y de una comunión más real con el universo.”
Jean Wahl El camino del filósofo, Fondo de Cultura Económica,. México,1988
Santayana
Sabemos que toda revolución es con
relación a un orden establecido. De ahí que primero es necesario conocer ese
orden establecido.
En filosofía se llama tradición. Los heterodoxos genuinos se llaman tal porque conocen la
ortodoxia. El heterodoxo, el revolucionario,
que no conoce la tradición puede
estar jugando a dar opiniones, no argumentos.
El universo está lleno de opiniones a
botepronto, de la calle y las pantallas, que nos condicionan desde niños y a la
vez, sin ser conscientes de ello, somos esparcidores de opiniones, también a botepronto.
Nuestro pensamiento está condicionado
para vivir de manera permanente en las
elecciones próximas de los partidos políticos. Siempre hay unas elecciones en el horizonte, cercanas o a
mediano plazo, y los partidos, mediante
los medios de información masiva, se encargan de que no nos olvidemos de
ello.
¡Y como este ruido, la ciudad está
lleno de otros muchos ruidos!
Quizá queden por ahí, en algún lugar
ignoto, espíritus que busquen otra cosa. Esos solitarios que no se han dejado
hipostasiar por las opiniones de los “suplementos culturales,” sino de todos,
sí de varios diarios, para ellos Wahl
escribió:
“el paso de nuestro espíritu por las grandes
filosofías nos traerá siempre una ganancia inestimable. Debemos familiarizarnos
con ellas y atesorarlas en nuestra memoria. No debemos olvidarlas. Ni siquiera Platón
está tan lejos de algunas teorías muy modernas, como se ha mostrado
recientemente más de una vez…Hay una tradición filosófica, y si no conoce esta tradición,
no puede entender la revolución.”
Dibujo tomado del diario El País, 17 de junio de 2017 |
Una película tiene su principio y su
fin, lo mismo que en una novela. Lo mismo que en la Biblia donde todo ya está
dicho y sólo hace falta ponerlo en práctica. O como en el Baldor de matemáticas.
En filosofía no es así. Se debe al
pensamiento nunca terminado que siempre está haciéndose y rehaciéndose. Vale
decir, autorectificandose. Varios pensadores rehacen sus escritos de juventud,
como Schopenhauer, Leibniz, Santa Tersa de Ávila…
Wahl: “Platón no será jamás sobrepasado. Pero hay cambios
de perspectiva, maneras particulares de ver en el fondo de los problemas
eternos en un momento dado, y hay una especie de movimiento.”
El otro modo por lo que parece que la
filosofía no avanza se debe a que espera superar su propia marca y explicar lo intemporal
desde lo temporal.
¡Las mónadas desde el materialismo!
¡Las mónadas desde el materialismo!
Y, en el supuesto que los filósofos
del siglo catorce, o los del dieciocho, hubieran alcanzado la verdad, lo que
esto signifique, los del diecinueve seguramente también quieren “meter su
cuchara” en el mismo asunto. Entonces,
diría Cole Porter, todo vuelve a empezar.
Wahl: “Cada periodo del pensamiento
humano tienen su propia interpretación de los grandes filósofos.”
Y aun podemos citar otro argumento
por qué parece que la filosofía no avanza. Este es de Jasper. Dice que la
ciencia busca aprehender la cosa concreta. La filosofía, en cambio, se empeña
en aprehender lo inasible. ¡Las mónadas!
De ahí que la ciencia haya avanzado
enormemente en tanto que la filosofía parece haber topado con la muralla infranqueable.
En la ciencia se habla de definitivo aunque ese definitivo valga por un día.
En filosofía no hay acuerdo en haber
llegado a algo definitivo: “Mientras que las ciencias han logrado en los respectivos
dominios conocimientos imperiosamente ciertos y universalmente aceptados, nada
semejante ha alcanzado la filosofía a pesar de esfuerzos sostenidos durante milenios.
No hay que negarlo: en filosofía no hay unanimidad ninguna acerca de lo conocido definitivamente.”
“Karl Jasper, La filosofía, Fondo de cultura Económica, México, 1996.
Parece que ahora resulta más
accesible cuando Wahl dice que la filosofía no avanza:
“en la filosofía no hay progreso, pareciendo el pasado cada vez más profundo a medida que vamos hacia el futuro.”
“en la filosofía no hay progreso, pareciendo el pasado cada vez más profundo a medida que vamos hacia el futuro.”
WAHL |
“Jean Wahl nació en Marsella, en 1888. Falleció en París en 1974. Filósofo
francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia (1945) para
enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado,
sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía
de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos,
Filosofías pluralistas de Inglaterra y
América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía
(1948).”WIKIPEDIA
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