Estar en el mundo es convivir, desde
mi yo, con las situaciones y la cosas que hay
dondequiera.
Pero convivir demasiado con ese mundo
es olvidarse de sí mismo. Se va diluyendo la personalidad propia hasta llegar a
ser como nadie en particular.
La persona que se pasa la vida
señalando a los otros ha dejado de ser ella para fundirse en la maraña
patológica.
Los otros, los poetas, filósofos y
novelistas, se afanan por subir el mundo a su nivel, sin que esto tenga alguna
relación con castas sociales, status, creencias de exclusividad religiosas o
políticas.
En otras palabras, el cizañoso hizo todo
lo posible para bajar el mundo a su nivel.
Las noticias fatales que vemos, y
leemos, en los medios, no son nefastas por sí, en relación de su efecto con la
población, son parte de la vida, es el reporte de algo que sucedió con
independencia de esos medios que dan la
noticia. Llevar la nota a la redacción es su chamba.
Lo reprobable de los noticieros es
que no hay balance en la información. El negocio privilegia lo patológico. O
cinco notas “blancas” por noventa y cinco “rojas”. En esas proporciones no se
puede hablar de información dialéctica.
Es difícil imaginar “la cabeza” de la
primera plana, de los diarios, con la
consideración del psiquiatra que
habla de la ansiedad. O de la
nutrióloga explicando el plato inteligente. O el médico que alerta
contra el abuso en la ingesta del azúcar
y de la sal. ¿A quién le importa eso?
La editorial, o el canal televisivo, cerrarían
al día siguiente de no vender malas noticias. Los comentaristas y críticos
profesionales quedarían pronto sin chamba.
Eso, que es vital para la población,
no vende. No vende porque estamos condicionados para comprar malas noticias.
Todo ese ruido (en cuanto que no hay balance
que pueda llamarse dialéctico)no contribuye
a que seamos mejores como personas.
Pero lo mismo sucede (que no seamos
mejores como personas) si sólo vivimos en un mundo de riquezas artísticas o
intelectuales.
O religiosas. No se trata de sólo
rezar y rezar todo el día y todos los días, y
leer la Biblia, obsesivamente, escuchamos decir al sacerdote católico.
Más bien se trata de darle contenido al rezo.
Y Wahl anota para lo laico: “si se toma
por meta el integrarse en las obras de otros, en la contemplación de obras de
arte, puede la excesiva riqueza, adquirida por semejantes medios, tener por
consecuencia el nulificar en ciertos sentido la personalidad.”
Jean Wahl, Introducción a la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México,
1988.
“En cierto sentido”, dice Wahl,
porque es consciente que cada quien es como es y más bien escoge (en cuanto
tiene la libertad de hacerlo) la actividad que corresponde a su personalidad.
Lo que no quita que el cizañoso se
pierda, por decisión propia, en el mar
de la cizaña.
Ascender de lo sensible a lo inteligible
o, en otra palabras, encontrar la manera de poder explicar lo inmaterial
espiritual desde lo material. Es el afán filosófico desde los Presocráticos
hasta nuestros días.
Para Wahl eso ya tuvo lugar con el cristianismo,
pero a la inversa. Antes que el humano encontrara la manera de abrir la puerta
de lo inefable, el cielo vino a la tierra:
“En el cristianismo se concibió al
hombre por primera vez como una unión de lo finito y lo infinito puesto que el
Hijo del Hombre, esto es, un hombre, es una encarnación de lo infinito en lo
finito.”
No obstante, muchos seguimos buscando,
desde el filosófico laico, cómo trascender lo material.
Vinimos con la experiencia desde el
pasado y esperamos la vida del futuro. Pero aquel ya se fue y este quién sabe
si llegue a darse. Este día, con sus altas y sus bajas, es por lo que podemos afirmar
la existencia:
“La existencia,…Existe más bien en
los actos con que el ser existente se destruye y se construye a sí mismo. La existencia
es siempre su propia destrucción y su
propia construcción.”
Es un ciclo alterno en lo laico, a
semejanza del sacramento de la reconciliación en la Iglesia católica. La caída
del pecado y la restauración de la gracia por medio del perdón.
Pero no es apertura del cristianismo, ya desde Plotino se encuentra esta idea de la caída y la reconstrucción. Plotino, pagano, vivió ya en los tiempos del cristianismo, pero toda la dinámica del Olimpo respalda a Plotino.
Los dioses de la Hélade aporreaban al
humano y otros dioses lo levantaban.
Con esa dinámica presente de la Helade, Virgilio escribió que la cizañosa Juno golpeaba duro a Eneas pero su madre Venus se apresuraba a socorrerlo.
Con esa dinámica presente de la Helade, Virgilio escribió que la cizañosa Juno golpeaba duro a Eneas pero su madre Venus se apresuraba a socorrerlo.
El caso es que, tanto en lo religioso
como en el terreno del laicismo, ya no es sólo existencia sino que ahora la
existencia tenga esencia.
Algún día alguien
escribirá por qué, teniendo tanta semejanza el pensamiento laico con el
religioso ( de hecho son los mismos temas y se buscan las misma metas y lo que
difiere es el lenguaje o modo de decir las cosas o los temas), dentro de la
cultura occidental, se levantan tantas irreconciliables barricadas uno frente
al otro. Es como un juego de niños grandes que juegan al gotcha.
Llevan 25 siglos gotcheando Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich, 1968 |
Si cada tercer día la población mundial se
duplica, es un desperdicio de recursos de todo género estar gotcheandose entre
sí y no trabajar todos por civilizar al neandertal.
¡Que la existencia tenga esencia! Y mucho de esto le corresponde al filósofo.
¡Que la existencia tenga esencia! Y mucho de esto le corresponde al filósofo.
El medico dentista cura al margen que
el enfermo profese algún credo religioso o político.
Así dice Wahl que tendría que ser el
filósofo. Para ello no debe apartarse mucho del ruido de la calle. O acabará
hablando y escribiendo sólo para el auditorio lleno de filósofos.
Apartado de la plaza popular que es
la que necesita su apoyo ¡y con urgencia cada tercer día más y más!:
Wahl: “La tarea del filósofo es más
bien permanecer tan cerca como sea posible de la existencia, independientemente
de consideraciones religiosas y no religiosas.”
Insiste:
“Sólo hay existencia si hay contenido
de la existencia.”
Wahl |
“Jean Wahl nació en Marsella, en 1888. Falleció en París en 1974. Filósofo
francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia (1945) para
enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado,
sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía
de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos, Filosofías pluralistas de Inglaterra y América (1920),
Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía (1948).”WIKIPEDIA
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