¿Por qué nos atizamos con marihuana?




 ¿Humito o peyote? En Ámsterdam, Holanda, está permitido el consumo de la Mari y Juana. Con el tiempo se ha visto que esto es la puerta para incursionar en otras drogas más fuertes (no hay que olvidar que la marihuana que ahora se fuma es el doble de fuerte que la que fumaban nuestros abuelitos del cuartel).

El tema es de la incumbencia de todos pues ni somos robots al margen de estas inclinaciones ni estamos en una capsulita de cristal. En México el debate en torno si se legaliza o no su venta ya tiene tiempo y como siempre los ánimos están encontrados y  no se llega a ningunas parte.

   Por lo visto la decisión  depende de mi voluntad. Y aquí es donde parece que está realmente el peso del asunto.  Respetables  pensadores de todas las épocas han dado su punto de vista, de por qué le entramos al humito o como se llame lo que nos pone en orbita. Hablando del acto de fumar Silvia Morales Chaine, de la Facultad de Psicología, dice que “Este comportamiento no sólo es culpa del pequeño sino también del modo de actuar de los padres…”( Gaceta de la  Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), 22 octubre de 2009, Página 8).


 Otros opinan que también la mercadotecnia nos mueve pues sus mensajes están  diseñados por conocedores de la conducta que nos llevan para donde convenga a sus intereses. La que se lleva el primer lugar es la teletonta con sus programas  llenos de violencia, mujeres bonitas, vida de millonarios y sueños de opio.

 O bien es el medio social, más allá del familiar. Hablando del pensamiento asesino, Rubén Feldman González, psiquiatra y neurólogo de la Universidad Nordeste, Argentina, dice que “Si el pensamiento prepuberal  no está adecuadamente socializado, su tendencia en la pubertad y en los años posteriores es crear aislamiento social e incrementar la vida de la fantasía…”(Gaceta UNAM 26 de junio de 2006, Pág. 8).


Nietzsche, y más tarde  los pioneros del psicoanálisis, se refiere al tedio en el que solemos caer por una causa o por otra: “Después de conseguir  todo lo que creía querer, está expuesto a buscar alivio en la realización de actos gratuitamente crueles o destructivos. De estos intentos de liberación han brotado algunos de los peores crímenes y excesos de los que la humanidad es capaz. Suponemos que somos agentes autónomos, “libres” y capaces de hacer elecciones racionales entre alternativas, pero al suponerlo simplemente nos halagamos…”.

Sucede sobretodo con la droga laicizada. La droga ritualizada por la etnia es diferente pues la comunidad muy cercana  es la que vigila la conducta del individuo. Y le transfiere su experiencia que no debe pasar de cierta raya en modo, cantidad y tiempo. Además   se hace en la perspectiva de horizontes metafísicos en los cuales también hay  medidas de conducta.
La droga laicizada, en cambio, sólo tiene la medida del ego con  toda la libertad por delante  y con frecuencia rebasa las posibilidades físicas y mentales del individuo… Aquí el deterioro personal llega acompañado con un historial negativo para la sociedad.

Un ejemplo de vigilancia etnica la encontramos en el gran Fray Bernardino de Sahagún, cuando habla de la invención del pulque(bebida embriagante natural en México que se obtiene del maguey),que tuvo lugar en el mítico Tamoanchan. Los invitados al banquete  se les sirvieron cuatro jicaras de pulque(cuatro es simbólico pero ya está marcando cierto límite de precaución). Uno de los invitados, de nombre Cuextecatl,decidió rebasar la medida "autorizada" y empezó a hacer desfiguros delante de los asistentes. Comenzó por desnudarse.Después, avergonzado, debió de abandonar el lugar.Fue tal vez el primer intento documentado de zenonizar el ritual metafísico.De traerlo a niveles de laicidad, donde el individuo era el que decidía su destino. Sólo que escogió el terreno peligroso en el que con facilidad se cae en la esclavitud de las adicciones. 

El pasaje mitico más conocido es el de Tezcatlipoca que en Tollan hace beber pulque a Quetzalcoatl, soberano de este reino.También Quetzalcoatl, con toda la espiritualidad y sabiduría con que se le conoce, bajo los efectos de la droga  comete desfiguros y él y su pueblo debe abandonar avergonzado la capital de los toltecas.

Sabido es que en la historia hay antecedentes de imperios que fomentan el consumo de droga en otros pueblos para que no piensen en otra cosa que en consumir droga. Una de las oraciones que los aztecas dirigían todos los días a Tezcatlipoca, para protegerse de sus enemigos, era: "Vuélvelos borrachos".

Felipe Calderón, presidente de México, dijo el 25 de junio de 2010, en el Foro "Una nueva vida llena de adicciones", que la demanda de droga ha aumentado en el país.Dio las cifras del 4.2 por ciento que fuman mariguana (como 5 millones) y 2.4 (como 3 millones)que consumen cocaina. Esto solamente para la población de entre 14 y 21 años de edad.

 El debate de si se legaliza o no la venta de la marihuana es un tema  que hasta ahora no han podido resolver los legisladores en México. En realidad poco importa, creemos nosotros, si se puede comprar o no. Ahí están los ejemplos del cigarro o de las bebidas alcohólicas autorizadas que se pueden comprar en cualquier parte. Unos la consumen y otros no.

 El meollo del asunto es: ¿por qué nos atizamos?   Sólo nos lo pueden explicar los científicos investigadores de la conducta humana. Hay que leerlos, asistir a sus conferencias, consultarlos en sus clínicas…

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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